Las hermanas Carmela (Valladolid, 1954) y Tina (Madrid, 1957-Aranjuez, 1995) Muñoz Barrull, Las Grecas, despegaron a principios de los años 70 en el tablao madrileño Los Canasteros, propiedad de Manolo Caracol, para pasar después a Caripén, establecimiento de Lola Flores. Camarón y Paco de Lucía las vieron en una de las primeras actuaciones en Los Canasteros y cayeron rendidos a sus pies. «Nos hicimos inseparables -cuenta Carmela-. Adonde íbamos a actuar, venían ellos. También venían a casa. Nos cuidaban mucho. Tina y yo éramos menores».
En Caripén las descubrió José Luis de Carlos (1943-2020), que les produjo el sencillo ‘Te estoy amando locamente’ (1973), con ‘Amma Immi’ en la cara B. Fue una bomba artística, social y comercial cuya influencia se mostró de inmediato: Paco de Lucía se inspiró en la melodía de ‘Te estoy amando locamente’ para la estratosférica improvisación de ‘Entre dos aguas’, grabada para completar ‘Fuente y caudal’ (1973) y a la postre el ‘hit’ del álbum.
De Los Chorbos a Rosalía
‘Gipsy rock’ (1974), el primer elepé de Las Grecas, redobló el impacto del dúo. Fue el punto de partida del llamado ‘sonido Caño Roto’, en referencia al barrio madrileño, cuyo concepto mestizo expandió De Carlos a Los Chorbos y El Luis. Desde el título remite el álbum de debut de Los Chorbos (‘Poder gitano’, 1975), de donde saldría Manzanita, a ‘Gipsy rock’, mientras que El Luis tituló ‘Gitano soul’ (1981) su tercera entrega. Morena y Clara replicaron el estilo vocal de Tina y Carmela. Pata Negra publicó ‘Rock gitano’ (1983). La huella de Las Grecas puede seguirse a través de Los Coyotes y Camela. Rosalía incorporó una versión de ‘Te estoy amando locamente’ a la gira de ‘El mal querer’.
Suele subrayarse la importancia de De Carlos en ‘Gipsy rock’. Fue grande, sin duda. Puso al servicio de Las Grecas a un ‘dream team’ de compositores, arreglistas e instrumentistas, con el objetivo de fusionar «de un lado la asombrosa fuerza expresiva de unas originales voces gitanas muy jóvenes y de otro el electrizante poder de penetración y arrastre de la ‘actitud’ sonora más joven e internacional que conocemos: el rock», según sus propias palabras en la contraportada del disco. Sin embargo, el subrayado tiene como efecto perverso transmitir la idea de que Tina y Carmela solo pasaban por alli. Ni mucho menos.
José Luis de Carlos era el primero que se enfadaba cuando se le atribuía todo el mérito, porque sabía que sin nosotras no habría hecho nada
Sin darse cuenta
«José Luis de Carlos de mi vida -dice Carmela-. Nos queríamos muchísimo. Él era el primero que se enfadaba cuando se le atribuía todo el mérito, porque sabía que sin nosotras no habría hecho nada. Vino a buscarnos porque nosotras ya cantábamos muy rockero, no los típicos tangos. Sin darnos cuenta, en los tablaos habíamos cambiado el ritmo. A nuestros músicos les marcábamos otro compás. La gente se ponía en pie». Su padre era cantaor aficionado y su dieta musical iba de Antonio el Rubio a Jimi Hendrix.
De Carmela son dos composiciones de ‘Gipsy rock’: ‘Así, así’ y ‘Asingara’. Y de Juan Antonio Jiménez, más conocido como Jeros, y aún más conocido como ‘el del medio de Los Chichos’ gracias a la canción de Estopa, son otras dos: ‘Orgullo’ y ‘No nanay’. Ambas aparecieron con otros títulos (respectivamente, ‘No me convencerás’ y ‘Si tanto me querías’) y en versiones menos progresivas en ‘Ni más ni menos’, el primer elepé de Los Chichos, también de 1974.
‘Gipsy rock’ fue un disco absolutamente revolucionario por la apuesta radical por una instrumentación rock
‘Typical Spanish’
«Tampoco podemos pensar que ‘Gipsy rock’ no tenía nada que ver con lo que se estaba haciendo en esos años -señala Luis Troquel, periodista especializado en música popular española-. Ahi estaban por ejemplo Dolores Vargas ‘la Terremoto’, el ‘Cómo me las maravillaría yo’ de Lola Flores o Los Chichos. Pero sí que fue un disco absolutamente revolucionario por la apuesta radical por una instrumentación rock. Lo fuerte es que era revolucionario hace 50 años y seguiría siendo revolucionario si se hiciera ahora». Respecto del eterno debate sobre lo que es flamenco y lo que no es flamenco, zanja Troquel: «Cualquier cosa que cantaran Tina y Carmela es flamenquísima».
No me parece ni medio normal que no haya habido una reedición del disco ni un documental sobre Las Grecas
‘Typical Spanish’: el fundamental ‘Gipsy rock’ no ha sido objeto de una reedición conmemorativa de su medio siglo. Tampoco ha merecido un documental ni un libro. «El mundo gitano es uno y el mundo no gitano es otro», considera la cantante Cathy Claret, cuyo proyecto virtual y físico Museo del Flamenco Pop pudo verse en las Tres Chimeneas de Sant Adrià durante la reciente bienal Manifesta. «Las Grecas fueron ídolos para los gitanos desde el primer momento, lo son todavía para las nuevas generaciones -prosigue-. No me parece ni medio normal que no haya habido una reedición ni un documental. En cambio el otro día vi en la tele un trozo muy morboso de cuando Tina estaba mal. Esto no es ético para nada y demuestra falta de respeto por los artistas, y más por los artistas gitanos».
Legado rupturista
Sí celebró el aniversario el festival Miradas Flamenkas, en el Centro Cultural Pilar Miró de Vallecas, a través de una exposición dedicada al dúo y de una programación de conciertos que exploraba el legado rupturista de Las Grecas en el presente. Actuaron Quentin Gas & Los Zíngaros, David de Jacoba, Ana Morales, Mercedes Luján, Elena Salguero, Queralt Lahoz, Rafael Ramírez y Laura Vital. La propia Carmela cantó en la velada donde actuaron sus hijos Julio y El Greco y sus sobrinos Salvador, Tamara y Tania, hijas de Tina las dos últimas.