Siete meses después de la aprobación definitiva de la ley de amnistía, el líder de Junts, Carles Puigdemont, sigue en Bélgica y sin un calendario concreto que indique cuándo podrá volver a España. Su situación jurídica continúa pendiente de los recursos presentados contra la decisión del juez del Tribunal Supremo, Pablo Llarena, de no aplicarle la norma y exonerar así todos los cargos que pesan sobre él por la celebración del referéndum de 2017. Pero a la espera de saber cuándo y de qué manera se pronuncia el Tribunal Constitucional, Puigdemont exige al PSOE -y al PSC- una «amnistía política«.
«Me tratan como a un presunto delincuente», denunció Puigdemont, refiriéndose a que ni Pedro Sánchez ni Salvador Illa se han reunido aún con él, algo que Junts considera incoherente con haber votado la amnistía y con contar con sus votos en el Congreso para la estabilidad de la legislatura. Sánchez e Illa se abren ahora a dar el paso, ya que hasta la fecha ninguno de los dos han acudido a Bélgica con el propósito de entablarse con Puigdemont, ni ha habido ninguna foto relevante más allá de la que se produjo con Santos Cerdán -número tres del PSOE- en el Parlament Europeo antes de firmar el pacto de investidura. Sin embargo, el expresident está implicado en toda la negociación con el PSOE y controla al minuto el estado de la cuestión.
Puigdemont no solo participa de las reuniones mensuales con los socialistas en Suiza, sino que también tiene interlocución directa con más de un ministro del PSOE. Según explican a El Periódico de Catalunya fuentes conocedoras de las negociaciones, el presidente de Junts se ha implicado tanto en conversaciones para concretar algunos de los acuerdos alcanzados en el país helvético, como en los pactos de más calado de la legislatura. Son ejemplo de ello la amnistía, el traspaso de competencias en inmigración, la oficialidad del catalán en la UE y el paquete fiscal. En todas estas cuestiones, Puigdemont ha negociado de forma directa, junto con Jordi Turull y Míriam Nogueras, y se han llegado a celebrar reuniones por videoconferencia a tres bandas: Madrid-Barcelona-Waterloo.
Pero el diálogo con el Gobierno no se limita solo al PSOE. La vicepresidenta y líder de Sumar, Yolanda Díaz, también ha conservado cierta relación con Puigdemont después de haberle visitado en Bruselas en septiembre del año pasado. Díaz fue la primera en fotografiarse al lado del expresident de la Generalitat, justo cuando comenzaban las negociaciones para la investidura de Sánchez, consciente de que la mayoría de sus grandes propuestas -como la reducción de la jornada laboral- necesitan el beneplácito del expresident.
La reunión con Sánchez
Pero sigue pendiente el encuentro con Sánchez. El presidente del Gobierno tenía que verse con Puigdemont hace un año en Estrasburgo durante su comparecencia ante el Parlamento Europeo. Sin embargo, la cita se acabó reduciendo a un posible saludo ante las cámaras, que Junts rechazó. Una posición que mantienen ahora. Los posconvergentes han retado a un pulso a Sánchez, con su propuesta de cuestión de confianza, y más allá de una fotografía quieren poder lucir algún ‘triunfo’.
El expresident no solo lidera las negociaciones, también marca el rumbo. A pesar de la distancia física que separa Barcelona de Waterloo, más de 1.000 kilómetros, es Puigdemont quien traza el camino y la estrategia del partido. Y su posición, en estos momentos, es que el oxígeno a Sánchez se está acabando.
La partida seguirá a partir del 7 de enero, cuando la Mesa del Congreso debe decidir si acepta o no a trámite la proposición no de ley que exige al jefe del Gobierno que se someta a una cuestión de confianza. No permitir el debate, ha avisado ya Puigdemont, tendría «consecuencias irreversibles» y llevaría la legislatura al «colapso». A pesar de los acuerdos puntuales entre PP y Junts en el Congreso, los posconvergentes descartan sumar sus votos a los de PP y Vox para que prospere una moción de censura -que implicaría votar a Alberto Núñez Feijóo como candidato a la presidencia-, lo que les deja una sola arma con la que presionar, los Presupuestos Generales del Estado. De momento, Junts considera que no se dan las condiciones ni para sentarse a negociar.
Hasta que se produzca esta reunión del órgano rector de la Cámara baja, las dos formaciones seguirán negociando, con la mirada puesta especialmente en el traspaso de competencias en inmigración. Fuentes de Junts aseguran que las negociaciones «avanzan», aunque «lentamente», pero aún mantienen la confianza en alcanzar el acuerdo antes de terminar el año, tal y como se había pactado. No obstante, haya o no acuerdo, las mismas fuentes aseguran que no retirarán la proposición no de ley que insta a Sánchez a someterse a una cuestión de confianza.
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