«Es un poco la pregunta clásica al estilo Broncano que se me hace en las ruedas de prensa: ‘¿cuánto va a durar la legislatura?'». Pedro Sánchez tiraba de retranca en su comparecencia de balance de año para sacudirse una pregunta que, es verdad, le persigue casi desde que llegó a la Moncloa, hace seis años y medio. Es casi un must —como las preguntas que David Broncano dirige a todos sus invitados en La revuelta de TVE—, y más en una legislatura, la actual, todavía más precaria que la anterior. Con 25 leyes en el BOE, insistía, pero aún sin unos Presupuestos Generales del Estado nuevos o siquiera desbrozados. La ley maestra, la que puede ayudar a conferir una sensación de mayor estabilidad al Gobierno, queda aún lejos. Pero el presidente está dispuesto a protagonizar un gesto clave: reunirse con Carles Puigdemont aunque no se le haya aplicado aún la ley de amnistía, lo que le obligaría a hacerlo fuera de España. Es una carta valiosa a la que podría recurrir si el camino hacia las cuentas públicas de 2025 se obtura. Ese fue uno de los mensajes que dejó su rueda de prensa posterior al último Consejo de Ministros de este 2024, ayer lunes en la Moncloa, víspera de Nochebuena.
Un año atrás, Sánchez ya avanzó que no tenía problema en encontrarse con Puigdemont y con Oriol Junqueras. Cuando la ley, precisaban en su equipo, estuviese ya aprobada. Pero la norma entró en vigor el 11 de junio y desde entonces no ha habido ninguna cita con ambos. Se cruzó por medio la costosísima negociación de la investidura de Salvador Illa, luego los congresos de Junts —que volvió a coronar al expresident como su líder—, en octubre, y de ERC —que reeligió a Junqueras como jefe—, en diciembre. Pasadas todas esas metas volantes, no habría aparentemente más obstáculos.
Sánchez censura la «enorme hipocresía» del PP, que saca pecho por «coincidir en votaciones» con Junts cuando hace un año movilizó a sus simpatizantes «al grito de que la amnistía iba a romper España»
«Yo no tengo ningún problema, no sé exactamente cuándo me reuniré [con Puigdemont], pero evidentemente me reuniré con los líderes tanto de ERC como de Junts per Catalunya», aseguró el presidente primero, preguntado por los periodistas. Pero no quedaba claro si estaba dispuesto a encontrarse con el jefe de los posconvergentes —él es la clave de bóveda de esta legislatura— antes o después de ser amnistiado. Y esa es la cuestión mollar, porque el Supremo decidió no aplicar la medida de gracia a ninguno de los dos líderes al entender que el delito de malversación no queda cubierto por la ley, así que quien tendrá que resolver será el Tribunal Constitucional, previsiblemente hacia el verano, y también el Tribunal de Justicia de la UE (TJUE). Sánchez no supeditó su encuentro con los dos dirigentes a que haya una sentencia del TC. Su argumento es que la amnistía de facto ya opera. Porque hasta el PP ya vende como un éxito su acercamiento a los herederos de la extinta CiU. Es, censuró, de una «enorme hipocresía» por parte de una oposición que llamó a las calles a muchos de sus votantes «al grito de que la amnistía iba a romper España», que ahora «saque pecho por coincidir en votaciones» con Junts.
Para Sánchez, ese comportamiento del PP de Alberto Núñez Núñez Feijóo es la prueba palmaria de la «normalización política» que perseguía la ley de amnistía, que la democracia española «ya sí es plena en términos parlamentarios porque todos los actores están dentro», haciendo política. Dejó para el final de su reflexión el añadido clave: «Entendemos que la amnistía se produce en el momento en que ya está avalada por las Cortes Generales. Ahora, legítimamente, hay instituciones que han planteado sus recursos ante el Constitucional que tendrá que resolver, pero a efectos políticos esa amnistía ya se aplica. Hasta incluso se está aplicando por parte del PP», al votar conjuntamente con los posconvergentes y presumir de ello.
Los de Puigdemont quieren que la amnistía se aplique políticamente. Es decir, que se reconozca al ‘expresident’ como interlocutor legítimo
El jefe del Ejecutivo, por tanto, estaba evidenciando que la cita con Puigdemont —que tendría que celebrarse fuera de España, dado que permanece huido de la Justicia española desde 2017— puede llegar en cualquier momento, sin esperar a que el TC decida a favor de la constitucionalidad de la norma. El pronunciamiento de Sánchez hay que conectarlo con la presión que está ejerciendo Junts para que se encuentre con el expresident, para que lo legitime como interlocutor. Eso sería, para la formación independentista, aplicar políticamente la amnistía. Lo decía así el secretario general del partido, Jordi Turull, este pasado fin de semana en una entrevista en elDiario.es: no desplegar políticamente la medida de gracia es «decir que yo con este señor [Puigdemont] no me voy a reunir a no ser que me digan no se qué». «No entiendo por qué si tienes un socio de gobierno no quieres hablar con el que sabes que lidera la otra parte«, apuntó.
Illa tampoco descarta verse con Puigdemont
Los posconvergentes aprietan en Madrid, pero también en Barcelona. El propio expresident se quejaba hace una semana, en una entrevista en TV3, de que el jefe del Govern no quisiera verse con él. Illa empezaba este lunes a virar. En su comparecencia de balance de sus primeros meses al frente de la Generalitat, el president se felicitó de que se haya «asentado un cambio de etapa» en Cataluña y no descartó reunirse con Puigdemont en Bélgica, donde reside desde 2017. «Si en algún momento me reúno o decido reunirme con el señor Puigdemont, daré los detalles en el momento en que lo decida. Tiene mi respeto como máximo responsable de una formación que tiene el segundo grupo en el Parlament», subrayó Illa, quien también volvió a desear que pudiera estar de vuelta en España.
En el equipo del presidente, no ven a día de hoy «necesario» que tenga que despachar con el líder de Junts para allanar la senda hacia las cuentas
Los socialistas, en Madrid y en Barcelona, abrían por tanto la puerta a esa eventual cita con el expresident. Ahora habrá que ver si esa carta se utiliza o no. A Sánchez ese encuentro le podría valer para intentar encarrilar la negociación presupuestaria, aún muy verde, según se encarga de repetir Junts. Pero en su equipo en la Moncloa advierten de que «no» ven a día de hoy «necesario» que tenga que despachar con Puigdemont para allanar la senda hacia los Presupuestos. Los posconvergentes, no obstante, ponen por delante, antes de hablar de las cuentas, cerrar la delegación de competencias en inmigración y garantizar la ejecución presupuestaria de años anteriores.
El presidente, de cualquier modo, no se quiso atar a plazos. Sí insistió en que su Ejecutivo seguirá «sudando la camiseta para lograr que cada una de las votaciones» salga adelante «en interés de la mayoría de la gente». Incentivos para agotar la legislatura en 2027 los tiene «todos». Básicamente, «hacer avanzar» España y «evitar los retrocesos» a los que ya condenan la derecha y la ultraderecha a los ciudadanos allá «donde gobiernan».
Sánchez subraya la importancia de los «avances» de su Gobierno, pero también los «retrocesos» que evita. E insiste en que sudará la camiseta hasta el final: «No damos un balón por perdido, salimos a ganar»
El líder socialista fue muy reiterativo en esa idea: pese a su fragilidad, el Gobierno pelea hasta al final, «como hacen los buenos equipos, compite al máximo nivel desde el minuto uno al 90». «Nosotros no damos un balón por perdido, salimos a ganar cada partido, no salimos a especular, no salimos a empatar, porque sabemos lo que nos estamos jugando y lo que nos estamos jugando no es si gana un partido político u otro. Lo que nos estamos jugando son los derechos de la gente», alegó.
Sánchez pidió no ser resultadista. Aunque era él mismo quien exhibía las 216 iniciativas legislativas aprobadas en la pasada legislatura, ahora entiende que «lo relevante no es cuántas leyes se aprueban [han sido 25 en este primer año completo], especialmente en un tercer mandato» como el suyo, sino los frutos que se obtienen y qué decisiones se toman en el día a día, «cómo se gobierna, en qué mejora esa acción del Gobierno la vida de la gente de a pie». «Y eso es lo que estamos haciendo. Por supuesto, con errores, pero también con muchos aciertos. Con limitaciones que impone la falta de mayorías consolidadas en el Congreso, pero ahí estamos», se felicitó.
El Ejecutivo ha sacado adelante en su primer año completo de legislatura un total de 25 leyes, pero pide no fijarse tanto en los números, menos impactantes en un tercer mandato, sino en «cómo se gobierna»
Durante toda su larga exposición, el presidente hiló un balance positivo de su acción al frente del Ejecutivo, especialmente del buen desempeño de la economía española. Y no habló de la presentación de los Presupuestos. Porque no quiere ligar la suerte de su Gobierno a la aprobación de unas nuevas cuentas públicas, porque en su equipo han defendido que no sería ningún drama no disponer de ellas ya que las vigentes, de 2023, fueron confeccionadas por el Ejecutivo de coalición. La Moncloa ansía disponer de unos nuevos PGE, pero tampoco considera que sean la única autopista posible para agotar la legislatura.
España crece tres veces más que el conjunto de la UE
Sánchez exhibió su informe Cumpliendo, de rendición de cuentas de los compromisos contraídos por el Ejecutivo desde la investidura. Un balance positivo en las cinco prioridades que se marcó para la legislatura —economía, fortalecimiento del Estado del bienestar, políticas de mitigación y adaptación al cambio climático, cohesión y convivencia territorial y una política exterior «ambiciosa»—, con escasa autocrítica, más allá de la «debilidad» reconocida en las políticas de vivienda. El acento estaba puesto en el récord de empleo (más de 21 millones de afiliados a la Seguridad Social) y en el crecimiento tres veces superior a la media europea.
El Gobierno aprueba el real decreto ley de prórroga del escudo social (con bonificaciones al transporte iguales hasta el 30 de junio) y otro de extensión del gravamen a las energéticas, con deducciones para la descarbonización
Sí presentó la prórroga del escudo social y el prometido real decreto ley de extensión del gravamen temporal a las grandes energéticas. Este último es un compromiso del Gobierno con sus socios de izquierdas, que a día de hoy no cuenta con los apoyos necesarios y que incorpora esta vez, para intentar atraerse a PNV y Junts, la posibilidad de deducirse del impuesto las inversiones en descarbonización.
El real decreto ley de prórroga del escudo social incluye medidas como la subida de las pensiones al 2,8%, la suspensión de los desahucios a familias vulnerables por un año o la extensión de las ayudas al transporte público, tal como están diseñadas, hasta el 30 de junio, para a partir del 1 de julio pasar a un nuevo esquema de bonificaciones. Lo que no aprobó el Consejo de Ministros fue de nuevo el impuesto al diésel, que decayó durante la tramitación de la reforma fiscal y que aún no cuenta con los respaldos suficientes.
Pero Sánchez focalizó su mensaje político en la crítica a la oposición «destructiva» del PP. Porque si no se habla de los buenos datos económicos es precisamente, explicó, por el manto de «bulos» y «desinformación» con que la derecha cubre la escena pública. «Desde hace casi siete años vivimos envueltos en este tornado de crispación, de bulos de los que una parte del ecosistema político y mediático de nuestro país se alimenta sin cesar para transmitir la sensación de que España se rompe y España se hunde», sostuvo. El presidente defiende que tiene enfrente una oposición que no es política, sino que intenta «ganar con bulos» aquello que no le concedieron las urnas en las generales de 2023. Pero «incluso con las zancadillas, con las noticias falsas, con la deslealtad de algunos, España progresa», presumió, incidiendo en que son tan importantes los «avances» que procura su Ejecutivo como los «retrocesos» que evita de la «coalición derechista» de PP y Vox. La estrategia de la oposición, sin embargo, no le preocupa, porque está «abocada al fracaso».
Sánchez respalda con nitidez al fiscal general del Estado y carga contra la oposición «destructiva» del PP, el «tornado de crispación» que opaca, a su juicio, el buen desempeño de la economía española
El jefe del Ejecutivo también respaldó a capa y espada al fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz, más tras el informe de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que aseguró que encontró «cero mensajes» en su móvil entre el 8 y el 14 de marzo. Ese borrado, que la Fiscalía defendió como normal porque se aconseja eliminar periódicamente datos de los dispositivos electrónicos, no es motivo de exoneración sin embargo para el Supremo, que de hecho ha ordenado —se supo después de la comparecencia de Sánchez— practicar nuevas diligencias.
Sánchez manifestó su «absoluta confianza» en que el tiempo «pondrá las cosas en su sitio» y se acabarán cancelando las causas judiciales que cerca a su entorno. Pero, por si acaso, evitó elevar más la temperatura con la Justicia y no habló de jueces prevaricadores, como sí había hecho su ministro Óscar López, ni de una oposición con las «cartas marcadas». Aplicó más prudencia para cerrar 2024 y para saludar un 2025 con todavía muchas incertidumbres y muchos frentes abiertos, también en los tribunales. Quizá hasta sorprenda un nuevo encuentro Sánchez-Feijóo. Aquí el presidente volvió a tirar de ironía: «Si se ha producido el deshielo o se está produciendo el deshielo con aquellos contra los que se manifestaban, pues hombre, ojalá se pueda producir también conmigo, ¿no?».