Para Timur, la vida es un viaje lleno de incertidumbre, donde, a veces, el miedo a lo desconocido nos lleva a desear quedarnos en el lugar donde comenzamos, en lugar de enfrentarnos a lo que vendrá. «No eres tú quien escoges el camino que recorres», ha dicho, dejando claro que muchas decisiones que tomamos están marcadas por otras personas.
Crecer no solo nos aleja de nuestra esencia, sino que también nos obliga a adaptarnos a roles que no siempre hemos elegido, como le pasó a él: no tuvo opción a negarse a ser cirujano, ya que su padre así lo quiso. Tampoco en la vida amorosa: nunca quiso casarse con Bahar, pero la dejó embarazada y su vida cambió para siempre.
«Cuando tu padre muere y piensas que todo está perdido, te das cuenta de que en realidad tú lo mantienes con vida». El legado de los padres es otro tema en la reflexión del marido de Bahar. A pesar de su éxito profesional, el cirujano se ha sentido a menudo en la sombra de su padre, Uras. Aunque ha seguido sus pasos y ha trabajado mucho para estar a la altura de sus expectativas, nunca fue el favorito de su padre y, eso, todavía sigue siendo una carga muy pesada para él a nivel emocional.
Al final, Timur comparte su deseo de que algunos momentos de la vida pudieran quedar intactos: «Ojalá algunos príncipes nunca crecieran». Para él, hay una parte de la vida que desea recuperar: esa etapa en la que los sueños aún parecían sencillos y la vida no era tan complicada.