Como era de esperar, el mensaje de Su Majestad el Rey ha tenido como hilo conductor la tragedia de la Dana, pero no ha dejado de tocar otros temas de actualidad en el que ha sido el undécimo discurso navideño desde que accedió a la jefatura del Estado. Desde el Palacio Real ha apelado al «pacto de convivencia» que nos dimos los españoles con la aprobación de la Constitución. Un pacto que «se protege dialogando» con «altura y generosidad». Y es en este punto donde, si bien ha defendido la legitimidad de la «contienda política», ha pedido que ésta, «en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad».

En un escenario político marcado por la polarización, Felipe VI ha insistido en la idea de la «serenidad en la esfera pública y en la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes más lo necesitan». Ha puesto de ejemplo «de lo que podemos lograr juntos» la reforma del artículo 49 de la Constitución, referido a las personas con discapacidad, pactado este año entre PSOE y PP. Por ello entiende que «no podemos permitir que la discordia se convierta en un constante ruido de fondo que impida escuchar el auténtico pulso de la ciudadanía».

«Frustración, dolor e impaciencia» tras la Dana

Y ese pulso de la ciudanía late con especial fuerza en las zonas arrasadas por la Dana mortal del 29 de octubre, con más de 200 fallecidos por las riadas. Sin hacer ninguna mención directa a los acontecimientos de la visita a Paiporta, dice entender «la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones». «Porque todas esas emociones —las que conmueven y reconfortan y las que duelen y apenan— surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común, la expresión del bien común, o la exigencia del bien común«, explica en su discurso.

Sin más foto que una imagen de miembros del Ejército y vecinos retirando barro de una de las localidades afectadas por la Dana, el jefe de Estado cree que «esa solidaridad, en su sentido más puro y más apegado a lo concreto, la hemos reconocido día tras día en el trabajo ingente de voluntarios anónimos y de servidores públicos». Por ello, dice creer en que, «por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo». La ayuda y la colaboración de todos «está propiciando que, poco a poco, las más de 800.000 personas afectadas recuperen paulatinamente en su vida cierto grado de normalidad. Y que el medio y largo plazo quede igualmente atendido para asegurar realmente la recuperación» de las zonas devastadas.

«Impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido»

Y es «responsabilidad de todas las instituciones, de todas las Administraciones Públicas, que esa noción del bien común se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisión política». Ha habido un llamamiento reiterado al consenso «en torno a lo esencial, no sólo como resultado, sino también como práctica constante», para orientar la esfera de lo público y mantener la fidelidad al espíritu del 78 que dio lugar a la Constitución. Eso no evita «la diversidad de opiniones, legítima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido» entre los ciudadanos y con sus gobernantes.

La inmigración, la vivienda, el desempleo juvenil y las tensiones internacionales han formado también parte del discurso real con una defensa cerrada de la idea de Europa, «parte esencial de nuestra identidad compartida, del legado que debemos a las generaciones venideras. En un mundo necesitado de actores fuertes y cohesionados, pero sobre todo de conductas inspiradas en principios y valores, Europa sigue siendo nuestra referencia más valiosa», ha afirmado siguiendo en buena medida el guion de su histórico discurso ante las dos cámaras italianas del pasado día 11.

Vivienda para los jóvenes y desprotegidos

Como hiciera en Roma también, ha defendido el esfuerzo de integración para los inmigrantes, el necesario respeto de las leyes y normas básicas de convivencia y civismo, y el reconocimiento de la dignidad que todo ser humano merece. También ha reclamado soluciones que faciliten el acceso a la vivienda «en condiciones asumibles, en especial para los más jóvenes y los más desprotegidos, pues ésta es la base para la seguridad, el bienestar de tantos proyectos de vida. Y realmente podemos hacerlo». Comienza a ser ya una referencia recurrente del Rey aludir a la juventud, aunque esta vez no ha vinculado dicha alusión a la generación de la princesa Leonor. Y en cuanto a los desafíos globales y tensiones internacionales, ha lamentado cómo «se llega a discutir la misma validez de la democracia como sistema de gobierno».

En este contexto «España y los demás estados miembros de la Unión Europea, debemos seguir defendiendo con convicción y con firmeza, junto con nuestros socios internacionales, las bases de la democracia liberal, de la defensa de los derechos humanos y de las conquistas en bienestar social sobre las que se asienta nuestro gran proyecto político».

«Creo sinceramente que los españoles tenemos un enorme potencial que nos debe infundir esperanza»

Pero no se muestra pesimista. Muy al contrario, augura el jefe de Estado un futuro prometedor, «pese a lo mucho que nos queda por hacer, por ejemplo, en materia de pobreza y exclusión social», poniendo en valor el comportamiento de nuestra economía en términos de crecimiento, empleo o exportaciones y el nivel general de nuestro bienestar social. «Creo sinceramente que los españoles tenemos un enorme potencial que nos debe infundir esperanza, tanto en el plano nacional como en la escena internacional».

Y ha terminado el discurso como empezó, aludiendo a los afectados por las riadas de octubre, reclamando que las ayudas lleguen a todos los que lo necesiten «para que puedan reconstruir el futuro por el que tanto han luchado, afrontando con coraje y dignidad los retos de un presente a veces implacable. Cuanto antes lo consigamos más reforzaremos nuestro sentido de comunidad, nuestro sentimiento de país», afianzando la estrategia de Zarzuela destinada a impedir que aquellos acontecimientos dejen de estar en la agenda política y en el el foco de los medios de comunicación.

Este año se ha optado por un cambio de escenario. Es la segunda vez que el mensaje se traslada del Palacio de la Zarzuela, residencia oficial de los Reyes y sus hijas, al Palacio Real. Para encontrar un antecedente hay que retrotraerse a 2015, cuando el discurso se desarrolló en el Salón del Trono y no en el de Columnas, como ha sido este 2025. Grabado hace dos días, el de Nochebuena es el discurso más personal del Rey y el que mejor muestra sus inquietudes.

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