Ha sido tan extraño y lamentable lo que ha sucedido alrededor del Valencia esta temporada, que cuesta enumerar todos los factores, al detalle, para saber discernir la responsabilidad de Baraja de la del resto de circunstancias. El sueño de llegar al banquillo del Valencia CF le llegó de forma tan inesperada y feliz como triste ha sido su despedida. El afecto que recibía de todo el mundo se transformó en críticas. Se quedó a un palmo de la gloria de haber sabido despedirse a tiempo al final de la temporada pasada o de la anterior. Esa historia de éxito tan rotunda se ha quedado por escribir. Quizá, eso sí, por exceso de amor. 

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