Gregorio y Alberto han disfrutado de una buena comida y de buen vino y necesitan una siesta. Alberto decide irse al sofá, pero Gregorio, como buen español, quiere hacerlo en la cama.

De camino a su habitación, entre en un cuarto hasta ahora desconocido para él en el que encuentra mucha información sobre su nuevo amigo: “¡La madre que me parió!”.

En ese momento, se le aparece María, su mujer, que intenta hacer que su marido entre en razón.

“¿Tú crees que estos planos son lo que son?”, pregunta preocupado Zaldívar antes de que María le recuerde que Sandra se lo advirtió y le eche en cara que pusiera por delante a un extraño.

“Ahora te toca a ti. Mantén la piña unida”, concluye antes de que entre Alberto.

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