En la puerta del Teatro Real de Madrid, donde este domingo se celebrará el sorteo extraordinario de la Lotería de Navidad, el primero en la fila es un ‘obispo’. Lleva allí desde hace 20 días. El segundo, un Quijote multicolor que llegó hace tres. Detrás hay más gente disfrazada e incluso familias de hasta 13 personas que dormirán en la calle. Su objetivo es entrar al lujoso salón donde los niños de San Ildefonso cantarán los números ganadores que repartirán millones de euros por toda España.
El primero en la fila es Juan Manuel López, el ‘obispo’, un hostelero de León que cada diciembre se planta a las puertas del sorteo. Ya van 12 años de los “cuarenta y pico” que tiene. Y este 2024 ha llegado el 1 de diciembre, porque afirma que va a ser el “primero” en pisar el Teatro Real.
“Ya hay 200 personas, pero la primera semana éramos cuatro. Aquí las noches son muy duras. Ya no tengo ni voz, pero mañana voy a cantar el gordo igual”, dice López, que está ronco y con poca energía tras muchos días a la intemperie. “Es un con los compañeros, a ver quién llega el primero. Este año he reventado el mercado”, presume el empresario leonés.
El personaje le ha conseguido ciertos «privilegios». Dice que este año comparte décimo con Ana Rosa Quintana. Pasea por toda la fila saludando, posando para las fotos y enseñando el número 00000, el de la Casa Real, que consiguió gracias a sus “contactos” con diferentes administraciones de Lotería que ha cosechado en los últimos años. En total, tiene 72 boletos, que equivalen a unos 1.440 euros en décimos.
Tras el gentío que llena los primeros puestos en la entrada al Teatro Real hay toda una logística que administran las personas que van llegando hasta la puerta. «Avisé a mi compañera Manoli, que es la segunda. Es una señora que tiene 87 años que siempre se ha portado bien conmigo y nos ha cedido los puestos«, explica el ‘obispo’.
Aún más desarrollado está el plan de ‘El Quijote’. José Antonio Toro, de 60 años, ha maquinado desde junio estos tres días que pasa en Madrid. “Pues a veces duermes en el coche, hemos cogido también aquí un alojamiento, entonces nos vamos turnando”, explica sobre cómo se organizan las personas que comparten la fila para descansar.
Este celador del Hospital Reina Sofía de Murcia lleva ocho años viniendo al sorteo de la Lotería de Navidad. Este año ha desembolsado 500 euros para los cuatro días que pasa en Madrid. “Me he gastado más en venir que en décimos. Todo el mundo tiene sus frikadas. Unos se hacen 150 kilómetros caminando, otros se van al Everest, otros se van al fútbol. Pues nosotros somos los frikis de la lotería”, explica con humor mientras saluda a todos los conocidos que se juntan en la cola.
Nadie se ha molestado porque cada año él y cientos de personas pasen más noches en la calle lateral del teatro, la Carlos III de Madrid. “En absoluto, cada vez nos vamos confraternizando más, vamos ampliando el grupo”, explica el hombre, ilusionado con que este año sí sea el que le toque el gordo. Nunca se ha llevado un premio.
Para este sorteo extraordinario, que se lleva celebrando desde 1812, 25 asiduos (entre ellos el ‘obispo’ y ‘El Quijote’) han creado un grupo de WhatsApp llamado “los mejores de la lotería” y así organizar la fila de este año. Toro ha preparado un musical del sorteo de Navidad y su propia rifa de un décimo entre los asistentes.
La que reparte los boletos es Loli González, una mujer de 51 años que voló el viernes desde Mallorca al ver por la televisión que más de 50 personas hacían cola junto al teatro. “Vengo por la ilusión y la diversión que hay aquí. Es la tercera vez que acudo y esta vez espero entrar. La última vez me cerraron la puerta en las narices”, explica la mujer. ‘El Quijote’ le ha asegurado un puesto con el grupo principal que entrará en el teatro.
En la tarde de este sábado llegarán su hija de 9 años y su marido. Unas ganas de estar en el sorteo que ha contagiado a sus familiares a partir de lo que vio en casa cuando era pequeña. “Veía a mi abuela y a mi padre estar delante de la televisión y apuntar todos los números con ilusión”, explica.
Desde que González dejó de ser cuidadora sociosanitaria, hace diez años, se emplea como “taxista, casera, niñera”. “Soy ama de casa”, define. Si le toca el gordo buscará “tapar agujeros” y, por qué no, darse un capricho: “Me encantaría comprar una pequeña aldea de estas abandonadas en Asturias, reformarla y hacer un retiro espiritual”.
Entre la gente que pasará la noche esperando el sorteo, que se celebrará este domingo a las nueve de la mañana, también hay primerizos que vienen “a por experiencias nuevas”. El gallego Rodrigo García salió este sábado a las seis de la mañana de La Coruña junto con dos amigos de 23 y 22 años. “Es algo bonito que veíamos en la tele y dijimos ‘vamos a verlo en persona y a dar un poco la nota”, explica el estudiante de Medicina de 24 años.
Los tres colegas aparcaron en Casa de Campo y, disfrazados malamente como pescadores de su tierra, vienen más por la diversión que por el dinero. Eso sí, si les toca el premio principal, de 400.000 euros por décimo menos impuestos, gastarán el dinero de una manera distinta a la de López. «Si ganamos el premio no nos vuelve a ver nadie en España«, afirman entre risas.
El sorteo pretende repartir 2.590 millones de euros en premios con los 185 millones de décimos emitidos. De esa gran cantidad, unos 500 números los han adjudicado Rebeca Núñez y su familia en su bar de Don Benito, un pueblo de Badajoz de 37.284 habitantes. Ella ha venido cuatro años consecutivos y, este año, como caía domingo, se ha traído a 13 de sus parientes. “El que era mi jefe se pegó un mes diciendo que le iba a tocar, que le iba a tocar, y le tocó. Pues desde entonces tenemos esta devoción”, explica la mujer de 33 años.
Los niños, que vienen ilusionados, dormirán en el coche junto a algunos padres y ella y unos cuantos más se quedarán a las puertas del Teatro Real en unas camas portátiles. Están en el número 113 de la lista para entrar a los asientos del recinto, organizada por los mismos asistentes que esperan en la puerta, que antes han comprado las entradas en la taquilla del teatro.
Podrán asistir unas 400 personas. Pero eso no quita que muchas más cada año se reúnan a las puertas del Teatro Real, y no solo porque esperan que su número sea el que canten los niños de San Ildefonso. “Lo que más me gusta venir de venir cada año es el ambiente. Hablas con unos, hablas con otros, nos tomamos unos chupitos para entrar en calor. Lo más especial es que queremos repetir cada año”, sentencia Núñez.