Los cambios en la normativa pesquera impulsados por Europa han puesto al sector pesquero en pie de guerra. El pasado martes, una resolución de la Dirección General de Ordenación Pesquera ordenó el cierre de la pesca de gamba roja del Mediterráneo en las islas, en el mar de Alborán, el norte de España y el Golfo de León a partir de las 00:00 horas del jueves 19 de diciembre de 2024. Esta medida generó una gran indignación entre los pescadores, que alzaron su voz en contra de la decisión. Como resultado, un día después, el mismo organismo del ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación revocó la prohibición, permitiendo nuevamente la actividad, aunque con la condición de que las capturas computen dentro del cupo asignado a cada embarcación para 2025.
Sin embargo, esta solución se percibe como un simple «parche» para lo que resta de 2024. Desde la Cofradía de Pescadores de Cala Rajada advierten que estas nuevas restricciones sobre la pesca de arrastre podrían acabar con este tipo de embarcaciones. Además, recuerdan que el 70 % del pescado que llega a la lonja de Palma proviene precisamente de la pesca de arrastre.
La cofradía gabellina expone un ejemplo claro: una embarcación que este año ha capturado alrededor de siete toneladas de gamba roja, solo podrá pescar 1.600 kilos en 2025. A esto se suma la nueva normativa que exige redes con mallas más amplias, lo que reducirá aún más las capturas y afectará también a especies como el pulpo y el calamar. Además, las embarcaciones solo podrán faenar un máximo de 130 días al año.
Gran preocupación
Estas medidas han generado una gran preocupación en Cala Rajada. Desde la Cofradía aseguran que hay «mucho nerviosismo» entre los pescadores debido a la falta de rentabilidad que afrontarán las embarcaciones de arrastre bajo las nuevas normas. También señalan que, en caso de que existan subvenciones para el cese de actividad y el desguace, sería el momento adecuado para abandonar la actividad.
Los patrones de las embarcaciones de arrastre gabellines llevan tiempo sintiéndose perjudicados por los constantes cambios normativos, en su mayoría de origen europeo, que restringen tanto los días de faena como las cantidades permitidas de pesca. Estas restricciones no solo afectan a la rentabilidad de las embarcaciones, sino también a todo el sector pesquero, incluyendo la existencia de las propias cofradías, que no podrán aumentar las cuotas de sus afiliados para garantizar su sostenibilidad.
A esto se suma el impacto sobre los negocios que dependen de este sector, como pescaderías y restaurantes, y cómo estas restricciones encarecerán la adquisición de muchas especies.