Señalan asimismo la estela que se deja continuamente en el medio ambiente: «De la misma manera, también influimos en el mundo que nos rodea de maneras sutiles», comentan.
«En las cavernas de Carlsbad nos encanta recibir a miles de personas cada día. Los impactos incidentales pueden ser difíciles o imposibles de prevenir. Como el simple hecho de que cada paso que da una persona en la cueva deja un fino rastro de pelusa «, destacan los encargados de la cueva afectada, conocida como ‘Big Room’ (gran sala), por su tamaño y belleza. No en vano, con 1.200 metros de largo y 190 de ancho es la quinta cavidad más grande de Norteamérica y la vigesimoctava del mundo.
Destacan en su comentario que otros impactos son «completamente evitables», y ponen como ejemplo «la bolsa de refrigerio llena que se cayó fuera del sendero en la Gran Sala». Para el dueño de la bolsa de refrigerio, el impacto probablemente sea incidental, pero para el ecosistema de la cueva tuvo un impacto enorme», subrayan.
Los guardas explican lo que pudo ocurrir en solo unas horas en el interior de la cueva: «El maíz procesado, ablandado por la humedad de la cueva (de entre el 90% y el 100%), formó el ambiente perfecto para albergar vida microbiana y hongos».
«Los grillos, ácaros, arañas y moscas de la cueva pronto se organizaron en una red alimentaria temporal , dispersando los nutrientes por la cueva y las formaciones circundantes. Los mohos se extendieron hacia arriba por las superficies cercanas, fructificaron, murieron y desprendieron mal olor. Y el ciclo continúa», detallan.
Una vez descubierta la bolsa de snacks, el trabajo de los guardas fue meticuloso: «Pasaron veinte minutos retirando cuidadosamente los restos extraños y los mohos de las superficies de la cueva . Algunos miembros de este delicado ecosistema son habitantes de cuevas, pero muchos de los microorganismos y mohos no lo son».
Cambios ecológicos significativos
A escala humana, una bolsa de refrigerio derramada puede parecer trivial, pero para la vida de la cueva puede cambiar el mundo «, insisten los guardas del parque nacional, que finalizan su escrito con una reflexión y un ruego: «Grande o pequeña, todos dejamos una huella dondequiera que vayamos. Dejemos que el mundo sea un lugar mejor del que encontramos».
Los expertos destacan que las alteraciones como la registrada en Big Room son «especialmente graves», porque las cuevas son «entornos sensibles en los que los organismos se han adaptado a sobrevivir con nutrientes mínimos , y la introducción de elementos extraños puede provocar cambios ecológicos significativos», destaca M. F. Khan, doctor en Historia especializado en Arqueología.
«Incluso las acciones humanas de menor importancia pueden tener efectos sustanciales en estos ecosistemas, por lo que el impacto de los Cheetos es mucho mayor de lo que podría parecer», añade.
El consejo, tanto de los guardas como de los científicos, es seguir las normas de los espacios protegidos. Por ejemplo, no salirse nunca de los senderos diseñados para evitar las zonas sensibles. Porque incluso abandonar de esas rutas solo un momento para tomar una fotografía puede provocar alteraciones ambientales, que en muchos casos sin imperceptibles a simple vista.
Es especialmente importante asimismo no dejar restos de comida, plásticos, latas u otros residuos en la naturaleza. En algunos casos, esos restos pueden permanecer sin descomponerse durante siglos; en otros, pueden afectar seriamente a la fauna silvestre o a la flora, como ocurre, por ejemplo, con los residuos plásticos.
Numerosos estudios han demostrado que disfrutar de la naturaleza es beneficioso para el bienestar físico y mental de las personas. Pero la «primera obligación» ha de ser «respetar el medio ambiente» y reducir al máximo la huella humana , apuntan los expertos.
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Contacto de la sección de Medio Ambiente: crisisclimaica@prensaiberica.es