Un pasodoble con metales, ‘Potra salvaje’, pasado por la electrónica en su versión ‘hard remix’, hizo de Isabel Aaiún la última heroína de la canción de verano, un subgénero que suele ser un arma de doble filo. “De repente todo se juntó e hizo bum, y no me ha dado tiempo de subir escaloncitos poco a poco. En algún momento me he dicho ‘Isabel, en qué líos te metes’”, confiesa. Pero, aunque dice no pensar a largo plazo, sí trabaja para ir más allá del efecto de una canción de moda. “Me gusta cuando la gente viene a verte de verdad”, desliza en vísperas de su concierto de este jueves en Apolo.
Madrileña, segoviana de adopción, Isabel Casado (su apellido real; el Aaiún lo adoptó porque le gusta como suena) dispone de todo un álbum con el que viste y trasciende el fenómeno, en el que se cruzan guiños al folclore, rumbas y acentos rockeros. “Neofolk variopinto”, así llama a lo suyo. Está ‘Soy feriante’, por ejemplo, “un pasodoble de los que agarrar a tu pareja y ponerte a bailar”, apunta. “Hay un folclore español que llevamos dentro desde que somos pequeños”. En sus canciones resuenan guitarras, vientos, un acordeón, una mandolina… “La música que se oye ahora no tiene nada que ver con este disco”, observa. Aunque sí que puede conectar con cierto discurso de defensa de la cultura popular, de la dignidad de la España vaciada. “No es nada buscado”, asegura, si bien se siente cerca de “quien reivindica que se puede vivir en un pueblo y tener visibilidad, y salir y triunfar”.
Un «bicharraco» de 500 kilos
A sus 37 años, ella ya tenía su vida bastante encarrilada como profesional de la equitación, sobre todo de la doma de caballos. ¿Un trabajo que imprime carácter? “Bueno, sí y no. Estás ahí con un bicharraco de 500 kilos, cara a cara, pero mi forma de domar no es imponiéndome, sino creando una relación de confianza y de amistad”, explica. La música era tan solo un ‘hobbie’. Le gustaba “cantar, jugar con un teclado, con una guitarra, tratar de sacar canciones…”, atendiendo a fuentes de inspiración variadísimas: Ska-P, Manolo Escobar, Backstreet Boys.
A raíz de una colaboración con el grupo Lagarto Amarillo estableció una entente con su cantante y guitarrista Pablo Mora que condujo a ‘Potra salvaje’, canción que vio la luz en el lejano diciembre de 2021, precipitando un paulatino efecto boca-oreja. El ‘hard remix’ de Fernando Moreno, daría el empujón definitivo a esta composición “autobiográfica”, que fue elegida por la selección española del fútbol en la última Eurocopa, y en la que lanza un mensaje de determinación y libertad, a la vez que añade: “no quiero hierro ni sed de venganza / Quien odia muere y quien perdona avanza”.
¿A qué se refiere? “A que las mujeres y los hombres queremos tener los mismos derechos, no más las mujeres por el hecho de serlo. Ahora se llevan las cosas a los extremos: o eres feminista a muerte y los hombres son lo peor, o machista total y lo contrario”, razona Isabel Aaiún, que habla de “empoderamiento sano”, que consiste en “reivindicar los derechos sin tirar al hombre por tierra ni estar por encima de él”.
Pero la etapa de ‘Potra salvaje’ va quedando atrás y Aaiún tiene un nuevo ‘single’, ‘Puñales’, que es el primer adelanto del que será su segundo álbum. Tema rumbero desenfadado, con acordeones, que “nos dice que nos enfrentemos a nuestros miedos, que no nos saboteemos a nosotros mismos y que el amor todo lo cura”. Ella no está para aquí para transmitir angustias, “sino para dar esperanza, que de cantar penas ya tenemos demasiado”. Así será, vaticina, su concierto de Apolo, con cinco músicos arropándola y un trayecto que prevé “alegre, dinámico, divertido y cercano”.