El Valencia CF lleva cuesta abajo y sin frenos desde que Peter Lim se cargó el proyecto deportivo de Marcelino García Toral y Mateu Alemany, un tiro al pie que Anil Murthy justificó empleando un término que ha guiado la política comunicativa del club desde entonces para justificar el desastre: “Sostenibilidad”. Años más tarde, el club ha presentado unas cuentas que reflejan un ligero superávit, sin embargo, las partidas de ingresos más importantes siguen descendiendo y dejando en evidencia que esta sostenibilidad lejos de ser un sinónimo de buena gestión lo es de empequeñecimiento. Se ha conseguido rebajando la estructura de gastos… debilitando mucho la de ingresos, con un resultado deportivo que roza lo catastrófico y que ubica al club muchos escalones por debajo de su estatus natural.
La gestión del club por parte de Meriton Holdings y de sus ayudantes en Valencia ha hecho que la entidad de Mestalla pase de ser habitual en competiciones europeas y de estar bien posicionado en la clasificación a ser un equipo que luche por no descender a Segunda División. Esto ha repercutido de lleno en las dos partidas principales en la estructura de ingresos de un club de fútbol como son el rendimiento por competición y, sobre todo, por derechos de televisión y audiencias. El resultado: un club cada vez más hundido y con menos recursos para salir del pozo.
Buceando en las cuentas anuales se puede observar como desde la temporada 20/21 los ingresos por derechos de televisión han caído en picado y que no se presupuesta un futuro más halagüeño. De los 83,2 millones de euros de aquella temporada a los 60,1 de la 23/24… y 54,6 presupuestados para esta campaña. Y todo esto mientras los derechos de televisión de LaLiga se venden cada vez por más dinero, pero con el Valencia optando a menos parte del pastel. La cifra que cobra cada club se calcula en base a distintos parámetros entre los que la clasificación liguera de las últimas cinco temporadas es uno de los más importantes. El rendimiento deportivo del club, no obstante, repercute negativamente en los ingresos de esta temporada y también en los de campañas venideras.
La otra gran partida de ingresos que determina el éxito deportivo de un equipo, la de ingresos por competición, también ha adelgazado a la fuerza. De estar ingresando alrededor de los 60 millones de euros en las dos campañas en las que participó en la UEFA Champions League a los 7’9 de la última temporada, más de siete veces menos ingresos. Europa es otro gran pastel del que el Valencia no prueba ni un bocado porque su proyecto deportivo está muy alejado de ambicionarlo.
Sube por abonos
En la estructura de ingresos se mantiene estable y con fluctuaciones la partida por publicidad y alcanza su máximo en la última década el de abonados con 16.282 millones de euros. La afición, que por pura fidelidad sigue pagando precios de Champions en sus abonos -e incluso más con la última subida- por ver un equipo de un nivel infinitamente más bajo, se reivindica como patrimonio esencial de la entidad a pesar de recibir el ‘premio’ de que el club haya encarecido el acceso a las gradas de Mestalla.
El jueves se celebrará una Junta General de Accionistas poco publicitada por parte del club y en horario laboral -que complicará la asistencia de muchísimos accionistas del club- en la que se expondrá un superávit de alrededor de 200.000 euros en el último ejercicio que muy lejos de ser un éxito es la consecuencia de una gestión rácana y que ha tenido el éxito deportivo en un segundo plano. En un equipo de fútbol.
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