La creación de un Museo de Bellas Artes en Gran Canaria es una aspiración recurrente de la sociedad grancanaria. Desde mediados del siglo XIX, y a lo largo de todo el siglo XX, se ha intentado crear una institución capaz de aglutinar, conservar y difundir el arte en Canarias desde una perspectiva global, más allá de otros museos y centros de arte que han contado con enfoques más específicos o centrados en artistas de forma monográfica. Desde los primeros intentos realizados en el siglo XIX, vinculados a la iniciativa de relevantes figuras isleñas como la del pintor Manuel Ponce de León (1812-1880), primer artista en realizar una exposición en Gran Canaria, o la de Juan del Castillo Westerling (1831-1900) al reunir sus múltiples colecciones en su vivienda de la calle Castillo, a las insertadas en el sector público , principalmente en el Cabildo de Gran Canaria, tras la publicación del Real Decreto de 24 de julio de 1913. Cuando se dispone, desde el gobierno de la nación, la creación de un Museo Provincial de Bellas Artes en todas las capitales de provincia.
Precisamente, a pesar de que la ciudad de Las Palmas no era todavía capital de provincia, la Real Sociedad Económica de Amigos del País insta al primer presidente del Cabildo de Gran Canaria, Tomás de Zárate, a impulsar este proyecto. La recién creada corporación insular encargará el estudio del museo a los consejeros Nicolás Massieu y Falcón, reconocido artista, y a Ferreol de Aguilar y Páez, pero como no, la inestabilidad económica y el contexto político del momento imposibilitarán su desarrollo.