A Miguel (nombre ficticio) le llegó hace unos meses una carta de la Agencia Tributaria. Le requerían el abono de algo más de 2.000 euros porque no había declarado unas ganancias de casi 9.000 que habría obtenido el año anterior en casas de apuestas deportivas. El problema es que Miguel nunca ha tenido una cuenta de apuestas y mucho menos había ganado ese dinero.

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