Zahara (1983) llega al Green Patio de Tetuán, en Madrid, justo a tiempo para la entrevista. Ella desveló hace unos meses que sufrió situaciones de bullying y agresión sexual. Contarlo le ayudó a liberarse, pero deja claro que los casos de acoso en la industria de la música tienen que revelarlos los hombres. «Es muy difícil hacernos responsables a las víctimas de ese MeToo». Zahara acude a la entrevista con motivo de la II Gala EQUAL, que ha contado en esta ocasión con la asistencia de más de 80 artistas y personalidades destacadas de la industria.
La iniciativa EQUAL de Spotify, en colaboración con la asociación MIM (Mujeres en la Industria de la Música), tiene como objetivo fomentar la igualdad de género en la música. Los fondos recaudados irán para la asociación MIM (Mujeres en la Industria de la Música) y se destinarán a impulsar la carrera de las mujeres en la industria a través de becas de formación musical.
P. ¿Qué piensa de que se hagan eventos de este tipo, esta gala benéfica que recauda fondos para ayudar a las mujeres en la industria de la música, y que opina de que además los organicen MIM y Spotify?
R. El hecho de que este MIM para mí es fundamental porque creo que eleva el evento a un lugar de mucha más integración, de mucha más observación de la realidad de las músicas, por cómo trabajan y por su labor durante todos estos años. Y también es fundamental que esté también Spotify, la plataforma de streaming más potente que hay ahora mismo.
Debe servir de ejemplo que haya dos entidades súper potentes haciendo esto para otros segmentos y partes de esta industria tan grande, para que también creen lugares así. A día de hoy, la única manera que tenemos, por desgracia, de que se nos escuche, se nos preste atención y se nos vea es poniéndonos todas juntas. Tenemos que hacerlo más.
P. Llevaba mucho tiempo queriendo poder preguntarle a una cantante de su calado y que dice las cosas tan claras si los algoritmos de las plataformas digitales discriminan a las artistas…
R. Porque tengo una opinión muy cañera con esto.
P. Y porque aprovecha su altavoz para decir lo que piensa, que no es tan común.
R. Es un tema que me ha interesado muchísimo, del que además he leído e investigado. Justo el último encuentro de MIM trató sobre ello y una de las cosas que se comentaron es que el algoritmo es capitalista, pero es que se nos olvida que el capitalismo es machista. Eliminar de la ecuación el machismo del capitalismo me parece el error más grave que podemos cometer, más como mujeres feministas, porque estamos pensando que es que el mundo va así.
Decir: «No, es que el capitalismo va a favorecer el dinero». Ya, no, no, es que va a favorecer que el negocio les funcione a los que les ha funcionado siempre, para que esa rueda no cese. Las personas que se inventan el capitalismo son hombres, las personas que se enfrentan al algoritmo y las playlist son hombres. Es muy difícil que, desde el privilegio, alguien quiera renunciar a él para beneficiar al que está debajo. Nos ha pasado continuamente, también a las minorías, que quedamos sepultadas por una herencia hegemónica de posicionamiento masculino en la industria que nos impide colarnos.
El propio algoritmo es una trampa. El algoritmo es machista es claramente machista; es capitalista y es machista. Pero si se hiciese una discriminación positiva en esas playlist, cambiaría por la propia definición de cómo funcionan esas playlist. La gente no escucha estas playlist con un criterio cerrado de escuchar a un artista en concreto, sino un género, algo que sabe que le puede encajar en sus gustos musicales, que están siendo generados tanto por hombres como por mujeres. Y, si existiera esta discriminación, se colarían allí esas mujeres. Y, cuando tuviéramos esas personas que están escuchando música generada por mujeres del estilo que les gusta, llegaría un momento en el que dejarían de cuestionarse quién lo está haciendo y podríamos entonces no prestar atención al sistema, a si hay o no paridad en las playlist, pero ahora mismo no existe esa paridad.
De hecho, se tiene que crear una de mujeres, EQUAL, para que se preste atención sobre ello, que es una medida fantástica, pero no la única. Mi visión es terriblemente pesimista, pero a la vez realista. Quedan muchas cosas por hacer y pasan por pegarle un meneo a este algoritmo. Soy intervencionista, hay que reintervenir el algoritmo a favor de la paridad, que es un tema de Estado, porque ya está intervenido.
P. En otros sectores ya están despuntando revelaciones sobre el acoso sexual. ¿Qué pasa en la industria de la música, qué está faltando para que empiece a salir ese MeToo?
R. Yo no voy a dar nombres hasta que haya un movimiento muy grande. No voy a abrir el melón, ya he abierto muchos y este no lo voy a abrir por lo mismo que el resto de las mujeres: por miedo, falta de pruebas y porque normalmente cuando sucedía una situación de acoso era validada por el resto de las personas que estaban allí. La mayoría de ellas, hombres.
Es muy difícil hacernos responsables a las víctimas de ese MeToo. Ese MeToo de la música no tiene que salir con las mujeres, sino que tiene que venir por parte de los hombres. Colegas, amigos, productores, músicos, tíos, que estáis ahí, que me conocéis, que conocéis a vuestras colegas músicas con las que tocáis, con las que hacéis el sonido, producís, sois vosotros los que tenéis que hacerlo. Ya basta de que encima la responsabilidad recaiga sobre nuestros hombros. Cuando sean ellos los que se señalen y pierdan esa vergüenza, a lo mejor nos unimos las mujeres, pero creo que es responsabilidad de los hombres en la industria, del propio periodismo de investigación y de la propia sociedad los que tienen que destaparlo. Y no poner otra vez una vez más a las mujeres como responsables, que estamos cagadas de miedo, vamos a ser juzgadas, señaladas, vamos a perder trabajos, vamos a perder confianza en nosotras mismas, relaciones, salud mental… Que lo hagan ellos.
Ya basta de que la responsabilidad recaiga sobre nuestros hombros. Cuando sean ellos los que se señalen a los acosadores, a lo mejor nos unimos las mujeres»
P. Usted habló de su experiencia en la adolescencia como víctima de agresiones sexuales y dijo que haber contado su historia le había ayudado. Es un caso particular, porque otras personas que han hablado se han sentido muy golpeadas. Como víctima que ha sido, ¿qué consejos podría dar a otras víctimas?
R. Yo a veces digo lo que a mí me ha funcionado porque creo que cada caso es tan particular que intentará hablar en nombre de las víctimas es una labor que se me queda grande. Yo fui capaz de hablar de lo que hablé, porque hablé de mi experiencia y yo tenía la seguridad total de que estaba contando mi historia y la opinión de los demás sobre mi historia me daba igual, para lo bueno y para lo malo. Llegué a un nivel de desesperación que me daba igual absolutamente todo y lo que tenía que perder era bien poco, porque había llegado una situación límite.
Ojalá las demás víctimas no tengan que llegar a eso. No hace falta exponerlo públicamente, porque les va a llevar al escarnio público y eso en un momento de debilidad y de falta de estabilidad… Hay que ser muy fuerte y hay que ser muy valiente en ese momento para enfrentarse a eso. Yo digo que no fui valiente porque a mí me daba igual.
También digo una cosa: yo no tiene ningún nombre, no señalé nadie. Yo conté cosas que a mí me han pasado y eso sí es liberador, liberarse de la culpa. La terapia en estos casos es fundamental. A poco que se junten con personas que han vivido algo parecido a lo que ellas han sufrido, sabrán que no son que no son culpables, que lo que les ha sucedido no es porque ellas hayan hecho nada, sino que sucede por otros motivos ajenos a ellas. Primero, hay que tener esa red. ¿Cuál es la solución? No lo sé, porque me enfrento a ella cada día y sigo sintiendo miedo si me tengo que quedar las horas con un hombre en una habitación.
P. ¿Faltan muchas mujeres, no solo delante, sino detrás, en la industria de la música? ¿Que haya más mujeres os haría sentir que vuestro espacio es más seguro y reactivaría vuestra creatividad?
R. En mi equipo cada vez hay más mujeres. En las labores de producción, de técnica de monitores y de sonido, si entra alguien nuevo en el equipo, siempre intento que sean mujeres. Hago una discriminación positiva. No siempre la consigo ni está en mi mano, porque se contrata a empresas que a su vez subcontratan.
Con los músicos, es que llevo trabajando con los mismos desde hace 15 años, pero a veces se lo digo, que penden de un hilo (risas). Los hombres no son malos. Con los que hay en mi equipo hablo de emociones, no tenemos ningún problema en decir que algo es machista o es racista. Y no se juzga, sino que es colaborativo y, en nuestro equipo, todas las personas tenemos una libertad y una capacidad de ser nosotras que para mí es fundamental.
Yo empecé en la música con referentes masculinos en cuanto a dirección y mi manera de dirigir equipos de personas se posicionaba desde lo masculino, siendo más hombre que ningún hombre para sentirme integrada y que me respetaran. Acabé adoptando un rol súper agresivo, que con el tiempo me he ido quitando porque educar desde el rol estereotipado femenino en realidad tiene unas cualidades mucho más positivas en los grupos, en las dinámicas y en el liderazgo.
P. Hemos visto incluso en los últimos años, incluso el año pasado, carteles de grandes festivales en los que apenas había presencia femenina. ¿Qué está pasando?
R. Nunca hay paridad. Yo cada vez que sale un festival miro el cartel con ojo crítico. Yo puedo entender que porque llevamos menos tiempo no haya cabezas de cartel mujeres que hombres, en cuanto a trayectoria, caché, público. Vale, lo compro, pero hay un margen de emergentes que podría llenarse solo con mujeres.
Tú sabes la cantidad de grupos de tías que hay, que levantas una piedra y parecen 400, cómo se apoyan, cómo van a verse. Y esas mujeres están creciendo, llevan mucho público. Si el promotor o la promotora son vagos, que no lo sean, que peten ese cartel de mujeres, porque las hay. A veces nos encontramos las amigas y nos decimos que no nos vemos nunca, porque a veces la chica del festival es ella y a veces soy yo. Pero yo ya no me río más de esto.
Esto ya es un tema de Estado, porque hay festivales con subvenciones públicas, a los que se les exige que haya paridad y no lo cumplen. Nuestro Gobierno debería vigilar esas subvenciones que da a festivales en los que no se cumple la norma de la paridad. Estamos hablando de dinero público, y con dinero público las cosas funcionan con paridad.