Iker Jiménez volvió a sorprender a la audiencia de ‘Cuarto milenio’ con una reflexión cargada de ironía y mensajes contundentes en su despedida del programa. El presentador de Cuatro abordó nuevamente la campaña de críticas que asegura haber recibido tras la cobertura de la DANA de Valencia en ‘Horizonte’. Sin pelos en la lengua, lanzó indirectas a sus detractores, asegurando que no podrán encontrar nada que manche su reputación.

«Parece la cuarta entrega de estos archivos. No sé si cerrar aquí», comenzó diciendo entre risas, antes de aludir a un conocido presentador al que, según contó, «tuvieron que sacar a rastras de un garito, muy digno él, de nariz empolvada, como una croqueta por el suelo«. Aunque Jiménez evitó dar nombres, aprovechó para remarcar la falta de coherencia que, en su opinión, existe en ciertos personajes públicos: «Cada uno puede divertirse como quiera, pero entrevés ahí que algo falla».

El periodista también confesó haber sido objeto de un intento de desprestigio, explicando que le hicieron un «dossier» para encontrar aspectos cuestionables en su vida personal, pero que resultó infructuoso: «Yo me considero un hombre decente. A mí no me van a encontrar con la nariz empolvada, sacándome a rastras de un chiringuito. Ni a mí ni a mis amigos. No estamos en esa onda».

Para Jiménez, su vida cotidiana refleja coherencia, algo que, según él, falta en otros que critican desde un pedestal. Añadía que «como no me drogo, no me emborracho, no me voy de putiferio, no me voy con jovencitos o jovencitas, como no soy un depravado, la circunstancia es un lenguaje que no se entiende».

Sin embargo, Iker Jiménez mostró cierta compasión hacia sus detractores, atribuyendo sus ataques a un estado emocional o mental alterado. «Hay que tener misericordia porque, si tu vida fuera de la pantalla no es equilibrada, tienes la sensación de que no es un diálogo«, comentó, antes de cerrar con una reflexión: «Lo que pasa detrás de bambalinas también influye, y muchas veces, la neurona no rige bien«.

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