Dicen que cuanto más alto subes, más fuerte es tu caída. En el caso del Manchester City, un equipo acostumbrado a la excelencia desde la llegada de Pep Guardiola, el hundimiento ha llegado con una magnitud equivalente a los éxitos cosechados estos pasados años. El entrenador español está en territorio desconocido; su equipo no se reconoce sobre el terreno de juego y la crisis que atraviesa es inaudita en su carrera. El colapso ha llegado de manera inesperada, pero… ¿quién tiene la culpa de la crisis del Manchester City?
Cuando todo andaba bien en el equipo, se dispararon todas las alarmas. Después de cuatro Premier Leagues seguidas, récords sin cesar por Inglaterra y un dominio nunca antes visto en el campeonato inglés, todo se ha venido abajo en cuestión de unos meses. No son simples alarmismos, sino hechos; una única victoria en los últimos once partidos hacen parecer al City una sombra de lo que ha sido desde la llegada del técnico catalán.
Ha llegado de manera inesperada, y quizás es por ese mismo motivo es que la caída del Manchester City esté siendo tan impactante. Luchar por el campeonato inglés parece una utopía -son nueve puntos los que separan a los mancunianos del Liverpool que podrían ser doce con un partido por disputar-; en la Carabao Cup fueron eliminados por el Tottenham y en Champions deberán sudar tinta si quieren pasar de ronda. Sin embargo, con el nivel mostrado sobre el terreno de juego los títulos son un sueño tan efímero como improbable.
Las lesiones, un problema recurrente
Uno de los problemas que más ha lastrado al Manchester City esta temporada han sido las lesiones. Cuando no ha sido Kevin De Bruyne -uno de los habituales en la enfermería- ha sido Doku, pasando por Stones, Kovacic, Grealish… todos titulares presumiblemente indiscutibles en el Etihad que se han perdido partidos importantes cuando el equipo más los necesitaba.
Rodri desencadena todo
La lesión de ligamentos cruzados del centrocampista del City puso patas arriba a un equipo incapaz de encontrar el equilibro sin él sobre el campo.
La más grande de las ausencias ha sido la de Rodri Hernández. El Balón de Oro se rompió los ligamentos cruzados para drama de Guardiola y todos aficionados skyblues. Su presencia, ahora que lleva tiempo ausente, es capital para que el Manchester City mantenga el equilibrio que le falta en el campo.
Un mercado de fichajes decepcionante
Cuando llevas con el mismo grupo de jugadores durante tantos años, la llegada de sangre nueva se convierte en absolutamente necesaria para adelante con un proyecto deportivo. La necesidad es más urgente cuando tu plantilla se ha acostumbrado a ganar durante tantos años, haciendo que el hambre por ganar contra rivales que sobre el papel son inferiores sea menor que en otras ocasiones.
El Manchester City no cumplió en este sentido el pasado mercado de verano. Guardiola fue recompensado después de su cuarta Premier consecutiva con la llegada de Savinho y la vuelta de Gündogan, dos jugadores de gran nivel pero que se preveían pocos si el equipo quería seguir manteniendo el nivel esta campaña. La realidad ha terminado demostrando que Guardiola no va sobrado de efectivos y ha tenido que recurrir al filial en numerosas ocasiones para presentar un equipo competitivo sobre el terreno de juego.
Haaland está solo
Que Erling Haaland iba a ser otra temporada más el máximo goleador del equipo era algo que se esperaba. Que lo iba a ser con tanta diferencia respecto al segundo de la plantilla, no entraba en las previsiones de Guardiola. El noruego suma trece tantos esta campaña, nueve más que el segundo máximo goleador del equipo que es nada más y nada menos que un defensa: Josko Gvardiol.
Es evidente que el Manchester City no ha sabido suplir la marcha de Julián Álvarez – el único relevo de Haaland en la punta de ataque- ni ha incorporado jugadores con capacidad para buscar portería este verano. El rendimiento menor de otros jugadores que antes se prodigaban en tareas ofensivas también ha influido en que Haaland esté prácticamente solo en su misión de marcar goles para su equipo.
Una idea suicida si no se lleva al máximo nivel
Pep Guardiola tiene un estilo de juego definido que, si no se lleva a su máximo nivel, se cae como ninguno. El City había conseguido llegar a la excelencia con su intensidad, precisión y juego coral durante tantas temporadas que habían hecho olvidar cómo de complicado es rendir a esta exigencia de manera regular durante un tiempo tan prolongado.
Era inevitable que llegase cierto punto donde los jugadores empezaran a reducir unas marchas sobre el terreno de juego. No es reprochable; cuando llevas cuatro campeonatos de manera consecutiva es esperable que tus jugadores no vayan con la misma intensidad a los partidos que antes. Es una ley de vida como pocas que ahora Pep Guardiola debe intentar afrontar.