El Sporting y su afición no paran de hacer números y echar cuentas. Unos se dedican al noble arte de tratar de cuadrar los balances, esos que históricamente han mantenido casi siempre a la entidad al borde del precipicio ya fuera cuando todavía los clubes eran de sus socios y eran gobernados por presidentes con la mano ligera a la hora de controlar les perres, o después con la llegada de las sociedades anónimas. ¿Cómo olvidar aquellos tiempos en los que las SAD fueron tomadas por expertos en hacer liposucciones a las cajas de caudales y cuentas bancarias de los clubes? Eran capaces de sacar la grasa buena del jamón y dejar el colesterol malo. Unos genios.
Ahora la tarea económico-financiera a la que se enfrenta la familia orlegiana es la de que el club sea autosuficiente, que como mínimo ni pierda ni gane. Cuentan que el año que viene ya habrá números negros, que habrá más ingresos que gastos, pero que mantener un club con una estructura de Primera como el Sporting es caro. Y más en Segunda, donde habrá mucha emoción, mucha igualdad, mucha hipertensión y tal y tal, pero los ingresos (vamos, lo que viene siendo la tele) no dan mucho más de sí. Luego están los que hacen números mirando hacia el campo, a los que les faltan seis puntos que volaron ante el Cartagena y el Racing de Ferrol. El Sporting sigue sangrando por la misma herida, que solo taponará si cambia su suerte en Anduva ante el Mirandés.
Mientras, al otro lado del Potomac nos cuentan que uno de los pocos que no aparecieron por Las Rozas para asistir a la pantomima de la elección del sustituto del honesto Rubiales fue Calleja. El entrenador del Oviedo estaba entrenando, que los azules tienen en cuestión de horas un importante duelo en Zaragoza. Y al día siguiente, otro partido, la final de la Intercontinental, que será el más importante en la historia del hermano Pachuca. Los Tuzos asumen que lo tienen en chino, pero ahí están haciendo ring, ring, caja. Una liposucción de las buenas, ¿oyisti, güey? n
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