La calima del Sahara es noticia todos los años por teñir los cielos con pintorescos tonos anaranjados, resultado del polvo arrastrado por el viento desde el sur. Esto tiene implicaciones para las infraestructuras (por ejemplo, reduce la producción de energía solar), así como para la salud humana (provoca problemas respiratorios). Pero este polvo también arrastra consigo elementos radiactivos que se depositan en el suelo de España y otros países europeos, según un trabajo que acaba de publicar un grupo de científicos.
Europa experimentó un evento extremo de deposición de polvo en febrero de 2021. Fue la ocasión que aprovecharon los científicos para lanzar una campaña de ciencia ciudadana en la que las personas que vivían en determinadas cadenas montañosas cubiertas de nieve (entre ellas, los Pirineos) debían tomar muestras de nieve, que luego fueron analizadas en busca de polvo. La iniciativa fue liderada por Marie Dumont, del Centro Nacional de Meteorological Research, en Francia.
Voluntarios y científicos recolectaron muestras de nieve de 10 x 10 cm2 a través de toda la capa de polvo en los Pirineos y los Alpes europeos (concretamente los que se extienden por Francia y Suiza) hasta una altura de 2.500 m sobre el nivel del mar. Luego, enviaron el contenido derretido a laboratorios en Toulouse y Grenoble, Francia, donde las muestras se filtraron y secaron para analizar las partículas de polvo.
Los resultados, publicados en Earth System Science Data, revelan que se recolectaron 152 muestras de nieve de 70 ubicaciones durante cuatro semanas. El volumen de polvo en las muestras osciló entre 0,2 y 58,6 g/m2, dependiendo de la ubicación, y el tamaño de las partículas disminuyó a medida que aumentaba la distancia desde el desierto del Sáhara, ya que primero se depositan las partículas más pesadas y más grandes, mientras que el viento transporta a mayor distancia el material más pequeño y liviano.
La composición del polvo varía con la distancia
La composición del polvo también cambió con la distancia, ya que las partículas que contenían hierro se depositaron preferentemente más cerca de la fuente original, de modo que las partículas analizadas en los Pirineos tenían un 11 % de hierro. Este porcentaje, en cambio, se redujo al 2% en los Alpes suizo, situados más al norte.
La acumulación de polvo en entornos cubiertos de hielo y nieve puede ser perjudicial para estos ecosistemas, ya que provoca un oscurecimiento del entorno blanco, lo que da como resultado una retroalimentación de albedo negativa. Esto ocurre porque los colores más oscuros absorben la radiación solar procedente del espacio y, por lo tanto, calientan el entorno circundante, provocando el derretimiento de la nieve. Es lo mismo que sucede al usar ropa negra en verano, que provoca más calor, en comparación con la ropa blanca, que ayuda a reflejar el calor y mantiene más fresca a la persona que la usa.
A modo de ejemplo, un evento de polvo en 2018 causó una reducción de la capa de nieve anual hasta en 30 días.
Cesio, berilio y plomo
Además, la calima de febrero de 2021 provocó que muchos medios de comunicación publicaran este polvo estaba trayendo consigo los radionúclidos (un elemento químico que libera radiación a medida que se descompone) de las pruebas de armas nucleares francesas realizadas en el Sahara en los años 60.
Los investigadores comprobaron esta afirmación analizando las muestras de cesio y detectaron un aumento de este elemento en los Pirineos. También confirmaron un aumento en los radionucleidos de vida corta de berilio y plomo, que a menudo van ligados a la lluvia radiactiva, por lo que explicaron que dichos elementos se habían depositado en el suelo a través de nevadas recientes que llevaban incorporado polvo atmosférico.
Sin embargo, las abundancias de plutonio no fueron significativamente diferentes a los niveles de fondo que se registran en el hemisferio norte como resultado de las pruebas nucleares de EE UU y la URSS en los años 50 y 60.
Dumont y sus colegas sugieren que es probable que la huella nuclear de este plutonio sea diferente de la resultante de las pruebas nucleares francesas realizadas en el Sahara en la década de 1960, debido al uso de diferentes combustibles y motores, por lo que predicen que el aumento de las firmas de cesio y plomo medidas en el Sahara son también las consecuencias globales de estas pruebas de EE UU y la URSS, y no de las francesas.
Los científicos recuerdan que las pruebas nucleares francesas tenían solo el 0,017% de la potencia de los proyectos nucleares de EE UU y la URSS.
Todavía queda más trabajo por hacer, afirman los autores del trabajo, para determinar cómo la mayor frecuencia prevista de estos eventos de polvo en el futuro puede afectar a los recursos hídricos, el derretimiento y la escorrentía de la nieve y el hielo, los peligros de avalanchas y la gestión de las estaciones de esquí.
Estudio de referencia: https://essd.copernicus.org/articles/15/3075/2023/
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