“Si la demoscopia no cambia, nada llevará a Pedro Sánchez a adelantar elecciones”. Esta es la reflexión que hacen desde el PNV, cuya autoridad para leer las situaciones políticas se reconoce por la mayoría del arco parlamentario, a propósito de si el Gobierno se vería obligado a dar por terminada la legislatura si no consigue aprobar unos Presupuestos. El PSOE se mantiene en la barrera del 30% y aspira a mejorar tras la renovación de sus liderazgos autonómicos, pero desde que explosionó el espacio a su izquierda, con la ruptura entre Sumar y Podemos, ha perdido la muleta imprescindible para poder gobernar en un contexto de política de bloques. Así lo vienen reflejando no solo las sucesivas encuestas, sino también las urnas en los pasados comicios europeos y, anteriormente, en las gallegas y las vascas.
En Ferraz vienen alertando sobre las consecuencias de la fragmentación del espacio a su izquierda antes de que se iniciase el semestre electoral. Unos temores que se han ido confirmando, con el precedente de su pérdida de poder territorial en las pasadas elecciones autonómicas por la caída del dividido espacio a su izquierda. Un año después, fuentes del Gobierno hablan de “drama” ante un bajón electoral en las encuestas que se cronifica y una guerra cada vez más encarnizada entre un desarticulado Sumar y un Podemos centrado únicamente en competir por la hegemonía de este espacio.
La última Encuesta Política de España elaborada por el Gabinete de Estudios Sociales y Opinión Pública (GESOP) para Prensa Ibérica constata que, aunque el PSOE sube, el conjunto de la izquierda cede terreno. La causa principal es la división entre Sumar y Podemos. Separados conseguirían prácticamente la mitad de los escaños (de 15 a 19) que obtuvieron juntos en las urnas (31), pese a reunir casi el mismo porcentaje de votos. Desde la cúpula de Ferraz reconocen la evidencia de que “cuando se divide la izquierda, gana la derecha”.
Una situación por la que, adelantar elecciones, no entra en los parámetros de Moncloa. Fuentes del Gobierno señalan por su parte que el PSOE tiene margen para crecer en unas generales. Desde la “brecha” abierta en la Comunitat Valenciana tras la DANA, hasta el terreno que confían en ganar en Madrid, Aragón o Castilla y León con el recambio de liderazgos. Sin embargo, consideran que si a su izquierda se baja de los 30 diputados, no hay nada que hacer y unas elecciones ahora abrirían las puertas de Moncloa de par en par a PP y Vox.
“Si la demoscopia no cambia”, condicionaban esta semana desde la dirección del grupo vasco. Aunque para ello se deban tirar a la basura todos los manuales de ciencia política, como el hecho de descartar un adelanto electoral si el Congreso tumba unas cuentas públicas. La principal amenaza para Pedro Sánchez a medio plazo no es tanto Junts, a quienes no ven formando una mayoría parlamentaria alternativa con PP y Vox, sino el espacio a su izquierda.
“Cada uno va por su lado”, reflexionan desde la parte socialista del Ejecutivo, mientras algunos en la dirección del PSOE miran con cierta añoranza el funcionamiento de Izquierda Unida. Otros en el partido esperan que IU pueda ejercer como argamasa para volver a unir a este espacio, aunque cada vez ven más complejo el deshielo por las enemistades y choques personales entre los diferentes cuadros. Como ha evidenciado la ruptura de puentes de la que da cuenta la exministra de Igualdad y ahora eurodiputada, Irene Montero, en su reciente libro ‘Algo abremos hecho’, destapando enfrentamiento no solo con Yolanda Díaz, sino también con el dirigente del PCE y portavoz de IU en el Congreso, Enrique Santiago.
Tanto en Ferraz como en Moncloa se mantiene la esperanza de que pueda haber una rearticulación del espacio a su izquierda para superar su actual descoordinación. El propio Pedro Sánchez lo deslizaba hace unas semanas en conversación informal con los periodistas en su viaje a la India. Coincidiendo con el golpe a Sumar por el caso Errejón, explicaba que “tenemos una legislatura por delante” para concluir que “ya veremos cómo llegamos todos« a 2027, Lo hacía tras hacer memoria sobre que el PSOE tuvo como principal partido hegemónico en este espacio a Izquierda Unida, luego a Podemos y ahora a Sumar. «Veremos cómo se articula ese espacio» de cara a las próximas elecciones generales añadía sin dar nada por seguro por sus habituales reconfiguraciones.
Globo sonda
Otras fuentes en el PSOE son más tajantes para indicar que Sumar ha perdido lo que en su momento hizo a este espacio “virtuoso”. Esto es, aunar a todo el espacio de la izquierda, incluidas las fuerzas regionalistas progresistas. La ruptura con Podemos, primero, y la incapacidad para convertir el “movimiento Sumar” en un proyecto orgánico, después, se traducen en una caída crónica en las encuestas y se visualizó en las europeas al descender a quinta fuerza, con solo tres escaños y prácticamente los mismos votos que la formación Se Acabó la Fiesta.
La demoscopia es la que es y la ley electoral también. Penaliza la fragmentación, sobre todo en las circunscripciones pequeñas donde se reparten menos escaños. En este sentido, el PSOE ya lanzó un globo sonda en las elecciones gallegas para animar a Sumar a no presentarse allí donde no tenía opciones de sacar representación -Ourense y Lugo- o concurrir en coalición para facilitar la concentración del voto progresista. Finalmente, los de Yolanda Díaz se quedaron como fuerza extraparlamentaria, sin ningún escaño, al igual que los morados, y el PP revalido su mayoría absoluta.
Aglutinar el voto
Los cálculos en Ferraz son invariables desde antes de las últimas elecciones autonómicas en las que Podemos se presentó en solitario, con unos resultados que forzaron luego su coalición en las generales con Sumar para finalmente volver a romper. Los socialistas hablan de una bolsa de votantes de izquierda de como mínimo un millón de electores que nunca elegirían su papeleta. El resto de votantes de Podemos y Sumar podrían aspirar a captarlos, pero sin esa bolsa sería imposible alcanzar una mayoría progresista. De ahí que vean imprescindibles movilizarlos y transformarlos en representación institucional en un contexto de política de bloques.
Con el evidente objetivo de aglutinar bajo sus siglas a la mayoría del electorado progresista, y a la espera de cómo se articula ese espacio» de cara a las próximas elecciones generales, el PSOE apostó en su 41 congreso federal por reivindicar su identidad de izquierdas. Ensanchar su campo electoral arrebatando banderas sociales a Sumar, sin que ello cierre la puerta a darle oxígeno en un momento dado.
En su anterior congreso, con los socialistas ya instalados en el Gobierno y compartiendo coalición con los morados, se decidió dejar atrás la autorreferencia de izquierda para elegir como lema ‘Avanzamos’, más focalizado en la gestión y el giro al centro. De ahí el salto dado en Sevilla, con la síntesis del “España avanza por la izquierda”, en un momento en el que el espacio a la izquierda del PSOE pierde el pie y los socialistas buscan erigirse en “faro de la socialdemocracia” europea.