Cada vez que Carles Puigdemont aprieta las tuercas al Gobierno de Pedro Sánchez o amenaza con retirarle su apoyo (por ejemplo para los Presupuestos Generales del Estado de 2025), José Manuel Albares se moviliza en Bruselas para reactivar la petición para que el catalán se reconozca como lengua oficial de la Unión Europea, que entretanto lleva muchos meses aparcada en un cajón.
El pasado lunes, Puigdemont dijo que Sánchez «no es de fiar» y le pidió que se someta a una cuestión de confianza en el Congreso, citando entre otras cuestiones, la falta de avances en la cuestión del catalán. Apenas cuatro días más tarde, el ministro de Exteriores envió una carta a su homólogo polaco, Radoslaw Sikorski, en la que le reclama que la cuestión de las lenguas cooficiales españolas entre en la agenda de su presidencia de la UE, que se desarrollará durante la primera mitad de 2025.
En la reunión del Consejo de Exteriores de este lunes, Albares ha vuelto a insistir sobre el catalán, el gallego y el euskera en un breve encuentro cara a cara con Sikorski en Bruselas, que ha sido recogido por los fotógrafos presentes. «Le ha solicitado que durante su presidencia de turno a partir del 1 de enero siga impulsándolo», han explicado fuentes oficiales del ministerio de Exteriores.
«El ministro de Exteriores polaco, que ha trasladado estar informado del tema, y Albares, han acordado dar un paso más a través de una reunión de sus respectivos secretarios de Estado de la UE que se celebrará próximamente para lograr ese objetivo», aseguran las fuentes consultadas.
La solicitud del Gobierno de Sánchez para que el catalán se reconozca como lengua oficial de la UE no se ha vuelto a abordar a nivel ministerial desde marzo de este año, bajo presidencia belga. Un gran número de Estados miembros mantienen dudas sobre el impacto financiero, logístico y legal de la petición española, y los informes solicitados sobre estas cuestiones siguen sin concluirse.
La actual presidencia húngara que concluye el 31 de diciembre nunca lo ha incluido en la agenda del Consejo de Asuntos Generales (y España tampoco lo había pedido oficialmente). Ahora que Puigdemont vuelve a presionar, Albares se moviliza otra vez en Bruselas, pero sus posibilidades de éxito siguen siendo mínimas porque la reforma del reglamento lingüístico de la UE exige el acuerdo unánime de los 27.
En apoyo de su petición, Albares ha hecho valer que hay «10 millones de personas que se expresan todos los días en catalán». «Este asunto no puede verse como un asunto político o politizado. No se trata de unos españoles contra otros, sino que es parte de la realidad y de la identidad nacional española. Está en nuestra Constitución, son idiomas que se hablan en nuestro Parlamento», ha alegado el ministro de Exteriores.
En vista del bloqueo del reconocimiento del catalán como lengua oficial, Albares ha reactivado una vía paralela, y a priori más fácil que consiste en pedir a la Eurocámara que permita su uso en los plenos firmando un acuerdo administrativo con el Gobierno español. Pero tampoco aquí el ministro de Exteriores ha logrado avances decisivos, puesto que el Parlamento Europeo no ha concluido su informe de impacto ni hay fecha para que esta cuestión se vote en la Mesa, que es el órgano decisor.