Un desangelado mercado de Navidad emplazado en el Circo Máximo de Roma fue escenario esta semana de la celebración de la derecha radical italiana. En este lugar estuvieron presentes e intervinieron algunos de los representantes de los partidos más ultras (y más en el foco) del mundo. Todos ellos, invitados a Atreju, el encuentro anual de las juventudes de Hermanos de Italia, el partido de Giorgia Meloni. De ese modo se mostró el cada día más evidente interés de la mandataria italiana por afianzar alianzas también mucho más allá de las fronteras europeas.
La propia Meloni lo sugirió este domingo, último día de la reunión, en su mitin de clausura. «La izquierda decía que quedaríamos aislados a nivel internacional y, en cambio, los aislados son ellos», reivindicó a mandataria. «Está claro que yo soy una mujer de derechas, por lo que me pone más contenta dialogar con gente conservadora», añadió antes de citar al presidente electo de EEUU, Donald Trump. Y todo eso en un largo discurso en el que también hizo un balance triunfalista de su Gobierno y defendió algunas de sus iniciativas estrella, como las deportaciones de inmigrantes a Albania («confíen, funcionarán, aunque me quede sin dormir hasta el final de la legislatura»).
Entre cánticos de «Feliz Navidad», menús de chuletas de cerdo, vin brulé y quioscos de venta de diarios llamados La Voz del Patriota, la fiesta de Atreju, a la que, según los organizadores, acudieron «miles» de personas, congregó desde el pasado día 8 de diciembre a 378 ponentes que ofrecieron 500 discursos (en las dos grandes tiendas de campaña colocadas en los 5.000 metros cuadrados ocupados por la feria). Como en anteriores ediciones, destacaron representantes de la galaxia ultraderechista europea, como Marion Maréchal, sobrina de la líder del Agrupación Nacional francés, Marine Le Pen, y eurodiputada; Georgiana Teodorescu, también eurodiputada y miembro del partido ultranacionalista rumano AUR; y Mateusz Morawiecki, ex rimer ministro de Polonia durante los años de continuos roces con Bruselas. Este último también visiblemente satisfecho después de que Meloni dijera, allí mismo, que respaldará su candidatura a sucederle como líder del ECR, el grupo europeo de extrema derecha Conservadores y Reformistas.
La estrella, Milei
Sin embargo, el invitado estrella de este año —con también el telón de fondo la gran ausencia del líder de Vox, Santiago Abascal, que recientemente abandonó ECR—, no era ni un europeo ni un estadounidense. Fue Javier Milei, el histriónico presidente argentino y hoy héroe de la derecha radical más populista. Papel que encarnó sin fisuras. «Nosotros, en Europa, hablamos con Giorgia Meloni, con quien tengo una gran amistad», dijo Milei en un acto el sábado, al llamar a librar «una batalla cultural» para vencer a la izquierda y asegurar que hay que destruir a esa «política tradicional» que en Argentina «no trajo más que ruina». «¡Viva la libertad, carajo!», concluyó, en una intervención presenciada por la propia Meloni.
Pero Milei no fue el único representante de formaciones extraeuropeas que Meloni considera cercanas y tuvieron presencia en la cita. Otro fue el israelí Ariel Kallner, diputado del Likud (quien reemplazó en el último minuto a la ministra Gila Gamliel, que este año suscitó indignación por su propuesta de expulsión de la población de Gaza, por la fuerza y para siempre, al Sinaí egipcio). Y también el republicano Gary Palmer, congresista por Alabama de 70 años y actual presidente de Comité Político Republicano en la Cámara de los Representantes. «Es necesario que nuestras amistades crezcan», consideró el estadounidense en Atreju.
Motor mundial
«Atreju se ha convertido en el motor mundial de los conservadores», concluyó triunfalista el diario de derecha Il Giornale. «No será solo una alianza política, sino un proyecto global basado en los valores de la libertad e identidad», añadió Antonio Giordano, diputado y secretario general de ECR. Tal vez por eso, hace unos días, justamente él se encontró con los organizadores de la Unión Internacional de la Democracia, un grupo fundado en 1993 entre otros por Margaret Thatcher y George Bush.