Las relaciones entre PP y Junts, incluso en aspectos superficiales y que tienen que ver más con la casualidad que con la estrategia política, se atragantan en las filas conservadoras. Cualquier acercamiento al partido de Carles Puigdemont siempre es delicado de gestionar. Para empezar, porque las sensibilidades dentro del PP son muy distintas. Coexisten dos almas: la pragmática, que apuesta por tejer relaciones con todos los grupos parlamentarios si eso redunda en desestabilizar a Pedro Sánchez y ampliar las posibilidades de Alberto Núñez Feijóo para llegar a la Moncloa; y la que rechaza de plano cualquier acuerdo con los independentistas y que ve en Puigdemont una traición absoluta a los votantes populares.
Los primeros tienen igualmente muchas reservas a la hora de hablar de Junts, pero asumen que en el juego político caben distintas vías. Los segundos entienden que “no se debe confundir a los electores y las propias bases” y enviar mensajes contradictorios en mitad de un clima de confrontación absoluta con Sánchez y sus pactos. Entre los presidentes autonómicos conviven también estos dos puntos de vista como se evidenció de nuevo en Santander.
Y aunque Feijóo ha estado el último año muy convencido de la tesis del choque -haciendo de la ley de amnistía su principal caballo de batalla con manifestaciones en la calle que dejaron a Vox fuera de sitio- en su entorno sigue habiendo un pragmatismo que revuelve a algunos dirigentes.
Los recientes acuerdos en el Congreso -sobre fiscalidad en materia de energía y que han supuesto un golpe muy duro para el Gobierno- impactan una vez más en las filas del partido. Porque, aunque en la cúpula conservadora dejan claro que se trata de ir “aprovechando huecos” para quebrar la mayoría de Sánchez, el debate interno que siempre sobrevuela es si realmente Feijóo estaría dispuesto a hacer un acercamiento. El líder del PP es consciente de que no tiene números suficientes, pero ha dejado claro que si eso cambiara presentaría una moción de censura.
Cada vez que se plantea una alianza –por muy circunstancial que sea– con Junts hay cimientos dentro del PP que se mueven. Isabel Díaz Ayuso representa a los dirigentes que se oponen por completo a cualquier pacto con los independentistas. Tras la Conferencia de Presidentes en Cantabria la presidenta madrileña tuvo que posicionarse sobre los últimos acuerdos: “Afortunadamente no me tengo que ver en ese debate. Ya he dicho en algunas ocasiones lo que pienso de los independentistas… Pero no me corresponde hablar con ellos así que mi opinión no cuenta, me parezca bien o mal”.
Con esa frase se despachó la presidenta de la Comunidad -como ya hizo justo hace dos meses, cuando volvió al debate una hipotética moción de censura-. Ayuso despeja el balón asegurando que no es ella la que debe pronunciarse, midiendo las palabras que dirige a Feijóo. Pero ya en el mes de octubre dejó muy claro que Puigdemont “no es de fiar”. Y en su entorno nunca han escatimado en críticas en cuanto daba la sensación de cualquier acercamiento. Ahora tampoco.
En la línea de ayuso está Cayetana Álvarez de Toledo, rehabilitada por completo en el grupo parlamentario popular y convertida en uno de los puntales de Miguel Tellado. Junto con el PP catalán y el de otras autonomías como Navarra, Aragón, Extremadura, Murcia o Castilla-La Mancha -entre otras- también representa al ala que se opone a pensar que el PP puede tener con Junts lo que en su día compartió con Convergència i Unió.
El debate en las autonomías -y que penetra hacia otras capas del partido- tiene que ver con esos pactos de los últimos días y con otras declaraciones que hizo el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno, en TVE desde Santander. El viernes, preguntado por si el PP hacía bien en tejer esas alianzas, el presidente andaluz aseguró que Junts es “un partido democrático” y que, por tanto, se deben mantener «relaciones institucionales con ellos». «Esto es una opinión personal, pero creo que tenemos que tener las mejores relaciones posibles con todas las formaciones políticas democráticas. Junts está ahí”, recalcó.
Las pegas vinieron a continuación, aunque hubo barones territoriales que se sorprendieron igualmente de las declaraciones de Moreno. «Es difícil tener una buena relación fluida con Junts. Es verdad que Junts, que viene de la extinta CiU, es un partido político que en líneas generales tiene una visión liberal de la economía y puede tener principios en materia económica y empresarial coincidentes con el PP. Pero después estamos en dos orillas completamente distintas en cuanto al modelo de Estado y a nuestra vertebración territorial. Es un camino complejo”, zanjó. La presidenta de Baleares, Marga Prohens, también respondía en la rueda de prensa tras la Conferencia de Presidentes haciendo hincapié en la agenda que podían compartir en materia económica y fiscal. Y dejando claro que en nada más.
Otras autonomías son mucho más reacias a esas relaciones institucionales. Las dudas siempre han estado ahí como ha ido demostrando el propio Feijóo, que tras las elecciones generales se abrió a hablar con todos los grupos políticos excepto EH Bildu, al que siempre dejan fuera. Pero tras el revuelo interno que causó la posible reunión y las condiciones planteadas por Puigdemont para hacer a uno de los candidatos presidente del Gobierno -se reafirmó en el camino de la autodeterminación-, el líder del PP reculó por completo. “Nos podemos ahorrar la reunión”, terminaron diciendo los populares.
Después llegó el acuerdo con Sánchez y los meses de oposición más dura a todo lo que rodeaba Junts. Tras el estallido de la trama Koldo y todas sus derivadas, y las propias dificultades del Gobierno para sacar adelante normas clave como el paquete fiscal y los próximos Presupuestos, las grietas se han vuelto a ver en la mayoría de investidura. Y el PP aprovecha ahora para hurgar en las heridas que se abren. Pero distintos dirigentes, también barones autonómicos, reconocen que el equilibrio interno es muy importante. “Todos entendemos el juego en el Parlamento. Y Feijóo es el que decide la estrategia nacional. El partido le va a apoyar. Pero tenemos que entenderle. Nosotros y los votantes”, resumen en uno de los territorios con más peso.