En muchas ocasiones, los asturianos tendemos a identificar la emigración a las Américas con la figura de los indianos, con sus grandes casas y bellos palacios que construyeron en su vuelta triunfante y que conformaron un urbanismo singular en algunos pueblos y villas de Asturias, y también por sus aportaciones benéficas y financiación de escuelas, centros culturales y fundaciones varias dedicadas a la promoción de actividades de carácter social en sus localidades de origen. Sin embargo, se presta mucho menos atención al destino del inmenso colectivo de jóvenes -la mayoría varones- que durante gran parte del siglo XIX y la primera mitad del XX salieron de nuestras aldeas con destino a las tierras de ultramar, en una Asturias que albergaba unos 550.000 habitantes allá por 1860. Se estima que fueron más de 400.000 asturianos los que en un siglo abandonaron su tierra para comenzar una nueva vida en aquel Nuevo Mundo, que acogió, entre 1870 y 1913, alrededor de 60 millones de europeos. 

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