Referirse al hombre del traje gris tradicionalmente se ha asociado a personas mediocres, algo sosas, dedicadas a un aburrido trabajo de oficina. El personaje que interpreta Carmen Machi (La mesías) en la serie Celeste podría encuadrarse en este equipo de los trajes grises, no por su sexo sino por su profesión. Posiblemente una de las más odiadas y temidas: inspectora de Hacienda. Al Capone cayó por un tema de impuestos, hay que recordarlo. Personas grises haciendo tareas burocráticas y aburridas, pero de las que surge un cierto tono sanguinario cuando encuentran carnaza, es decir, algún defraudador en potencia al que perseguir y lanzar toda la maquinaria del Estado para que ajuste cuentas con el fisco. Diego San José, guionista y creador televisivo, en cuya filmografía encontramos títulos como Vota JuanOcho apellidos vascos y Pagafantas es el responsable de esta serie con apariencia de thriller, pero que esconde una comedia como la copa de un pino. Machi parecía haber dejado atrás esos papeles cómicos con los que saltó al estrellato y cada vez hacía otros más serios, pero aquí logra la fusión perfecta de ambos.

Machi encarna a la funcionaria gris en el ocaso de su carrera, que se enfrenta a su último gran caso y con la cuenta atrás del reloj hacia su jubilación en marcha: demostrar el fraude tributario a la Hacienda española de una gran estrella de pop latinoamericana, que vive a cuerpo de rey en España, pero que no paga ni un solo euro de impuestos. Todos los espectadores saben cómo se llama la diva de la canción, es ella la que da nombre a la serie: Celeste (Andrea Bayardo). Pero pocos recuerdan al de la inspectora que la persigue, Sara Santano. Y eso que Carmen Machi y su soberbia interpretación es uno de los mejores alicientes para disfrutar de esta serie de seis capítulos de duración. Tras la temporada final de RapaQuerer, Los años nuevos, la segunda temporada de Bellas Artes y ésta de la que hablamos, Movistar está cerrando un año redondo, empalmando un gran estreno de producción propia tras otro y sin nada que envidiar a los títulos de las plataformas de la competencia. Aunque hace ya muchos años que en Movistar hay nivel.

En Reyes de la noche, otro serión de Movistar tristemente cancelado tras una única temporada, todos los protagonistas eran personajes de ficción, pero las comparaciones de éstos con sus equivalentes reales eran inevitables. Con Celeste pasa algo parecido. No tiene nada que ver con Shakira pero todos pensamos en ella, del mismo modo que en la otra serie recordábamos a José María García y a José Ramón de la Morena al ver a Javier Gutiérrez y Miki Esparbé como esos locutores de radio deportiva enfrentados en sus respectivas emisoras. La estrella colombiana fue denunciada por la Agencia Tributaria española por no pagar impuestos en nuestro país, a pesar de que era su residencia habitual en aquellos años de romance con Piqué. En la realidad, el fisco reclamaba a la cantante 14,5 millones; en su contrapartida de ficción rondan los veinte millones. El eslogan de la serie no disimula su fuente de inspiración: «Algunas no facturan«, recordando la letra de aquella canción que la diva colombiana «dedicó» a su expareja tras la ruptura. En su contrapartida televisiva, Celeste no es colombiana, sino mexicana y no luce cabello rubio, sino moreno, pero es imposible no pensar en Shakira.

El personaje de Sara Santano arranca la serie preparándose para su inminente jubilación. Como inspectora de Hacienda, cuenta con el respeto y la admiración de sus compañeros, llegó a ser la número dos de su promoción. Su gran obra es un tratado sobre la reforma del Derecho Tributario durante la Transición, una obra que debe ser apasionante para todos aquellos señores de traje gris. Pero tiene una espinita clavada desde hace unos años. Su mayor batacazo profesional fue el de un futbolista que logró salir absuelto de las acusaciones de la Agencia Tributaria. Su abogado era precisamente el que acabó como el número uno de la promoción de Sara, uno de esos caros letrados que dejó la Administración Pública para pasarse al lado oscuro con el lucrativo negocio de defender a los malos y que ahora es precisamente también el defensor de Celeste. Al fin y al cabo, él tiene una perspectiva única para detectar los fallos y puntos débiles de un sistema del que ha formado parte. Decíamos que Sara recibe un último caso, el de Celeste. Una inspección que, de salir bien, podría poner el broche de oro a su carrera.

La serie juega con el contraste entre el austero y gris mundo de los inspectores de Hacienda y el glamuroso ambiente que rodea a la diva de la canción. Conforme avanzan los episodios, vemos que Sara no se mueve precisamente por una defensa de lo público. Hay en el fondo algo de rencor, inquina personal y envidia porque en varias escenas la descubrimos comparándose con la que ha acabado convirtiéndose en su némesis. En el último episodio tenemos una escena de confrontación final entre la funcionaria y la cantante. Con ello entramos en terreno de spoilers. Durante toda la serie, Sara presumía de cómo podía reconstruir la vida de una persona a través de sus facturas. Un perro de presa implacable en busca del defraudador. En este climax final, descubre que la persona con la que se había obsesionado no existe. En realidad, Celeste es un producto fabricado por toda una legión de manágers, que son quienes se lucran de un trabajo en el que la estrella pone su cara. En realidad Celeste es una persona que se metió en el mundillo por cumplir su sueño de cantar y se ha convertido en un caro juguete de la industria musical, que la reemplazará por otra en cuanto bajen los likes, los followers y ya no facture tanto. Un final cerrado que hace difícil que podamos ver nuevas entregas en un futuro. Aunque, ¿quién sabe? Si hemos tenido a cantantes y futbolistas, ¿veremos a algún youtuber con domicilio fiscal en Andorra bajo la lupa de Hacienda?

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