Más de medio centenar de niños y niñas se aventuraron a decorar una típica galleta de jengibre con decoración navideña. En la trasera del parque Santa Catalina, en Las Palmas de Gran Canaria, los pequeños se pusieron manos a la obra con la ayuda del chef pastelero Yeray Reyes. Con un fundido de chocolate blanco, estrellas de colores, virutas de chocolate, M&M’s y un par de ojos los pequeños armaron sus pequeñas obras de arte comestibles. Tras un gran resultado por parte de todos los participantes, la alcaldesa, Carolina Darias entregó el premio a las ganadoras del concurso, Amaya Pérez Malla en la categoría de 6 a 8 años y Alba Amador García en la franja de 9 a 11 años. Ambas fueron obsequiadas con un taller de iniciación al chocolate con Yeray Reyes. Además, todos los participantes recibieron dos pases para montarse en cualquier atracción de la feria y un detalle por parte de Coca Cola.
«Yo no sé lo que estoy haciendo, solo me importa que esté bueno», aseguró Pablo que bañaba a su galleta con kilos de chocolate blanco. «Se llama la galleta loca», confesó. El pequeño se basó en la galleta de la película Shrek para preparar la suya con grageas verdes. Los jóvenes pasteleros tuvieron 45 minutos para terminar su elaboración. «Yo no estoy nervioso porque en clase de mates tenemos 45 minutos para hacer cosas mucho más difíciles», apuntó mientras seguía enfocado en su trabajo. A su lado Candela preparaba una galleta monstruo con un solo ojo. «Si esto lo hago mal, ya no hay vuelta atrás», afirmó mientras incorporaba los detalles más meticulosos. «Es más importante que sepa bien a que esté bonita», saltó uno de sus compañeros de mesa. Ninguno había decorado galletas antes, pero Candela lo tenía claro: «Si nunca empezamos no mejoramos». «Yo me la voy a zampar, aunque no ganes al menos te comes algo rico», coincidieron todos.
Nuevos pasatiempos
«Hacer talleres con niños es magnífico porque es súper entretenido, te ríes lo que no está escrito, cada uno dice una locura y la verdad es que me encanta», opinó el pastelero Yeray Reyes. «Cuando yo era pequeño me ilusionaba hacer todas estas cositas», recordó. El pastelero iba de mesa en mesa para ayudar y orientar a los asistentes. Algunos venían con una idea clara de lo que querían, en cambio, otros dejaron que la creatividad y la espontaneidad marcara el rumbo. Valeria tenía claro que iba a crear una galleta con la decoración típica navideña que ha visto tantas veces en las películas, es decir, con líneas en las extremidades y botones en el torso. Todas se tomaron la competición muy en serio, a Daniela le temblaban las manos porque quería hacer unas líneas perfectas. «Me gusta más cocinar que comer», aseguraron. «Yo suelo hacer galletas, queques y tortillas francesas», enumeró una de las participantes.
Gracias al taller surgieron nuevos pasatiempos, Izan de tan solo seis años, afirmó que seguirá practicando la repostería en casa con la ayuda de su madre que observaba con atención cómo creaba su galleta. «Primero se la voy a dar a mami para que me diga si está buena», señaló, aunque él no se iba a quedar sin su parte.
Dotes de cocina
Por otro lado, Irina no es una amante de los dulces, es más, ni siquiera le apetecía comerse la galleta que estaba preparando con mimo. «Aunque no me guste comérmelas, sí que me gusta decorarlas», defendió la pequeña de 10 años. El postre pretendía regalárselo a sus padres para que lo disfrutaran ellos. «Me gusta cocinar, pero no se me da muy bien, mi madre me ayuda», confesó entre risas, aunque su galleta confirmaba lo contrario. La llamó Estrellita porque la decoró prácticamente en su totalidad con estrellas comestibles.
Sofía llamó a su galleta como ella y su compañera Julia la llamó Yeray como el pastelero. «¡Qué bonito!», exclamó Reyes al pasar por su mesa. «Nos gusta un montón hacer comida, yo siempre cojo las cosas de mi madre y pongo perejil y zanahoria y un montón de cosas y hago un potaje», contó Sofía confiada de sus dotes culinarias. Martina incorporó en el torso de la galleta la palabra Navidad en pequeño para no dejar a dudas la temática del concurso navideño.
Cuando todo el mundo terminó los jueces pasaron por cada una de las mesas puntuando las creaciones. «Ustedes ya pueden ir comiéndose la galleta», se dirigió Reyes a los que ya habían sido calificados, aunque desde el primer momento algunos no se resistieron a chupetearla para probarla. «No se puede comer la galleta todavía, si se comieron una pierna no pasa nada», rectificó el pastelero. «¿Te comiste la cabeza?», le preguntó asombrado a uno. Está claro que unas creaciones tan deliciosas como bonitas cuesta esperar para saborearlas.