Moncloa marca la hoja de ruta con Junts y templa el órdago de Puigdemont: “Les cuesta medir”

Sánchez tiene un plan, pero no como el que explicó en su día Albert Rivera. Así se desprende de sus últimas intervenciones tanto delante de las cámaras como con los micrófonos apagados. El presidente tiene en su cabeza un calendario y quiere cumplirlo, a pesar de que a día de hoy no se dan los condicionantes. Junts dio un golpe sobre la mesa el lunes, pero desde el Gobierno rehúyen de la inmediatez y se abonan a la paciencia y a la prudencia. Creen que a los neoconvergentes “les cuesta medir” las dimensiones del tablero de juego actual y por eso rebajan el suflé del enfado que encarnó Carles Puigdemont a principios de semana, máxime cuando la única alternativa viable a la coalición de izquierdas es un Gobierno “reaccionario” de PP y Vox.

A pesar de la pataleta del expresident y de la escenificación del cabreo por parte de Miriam Nogueras en el Congreso con el pacto con el PP y el tono áspero de la sesión de control, Moncloa aboga por la templanza. Mantiene la mano tendida con todos y cada uno de los socios de la investidura, repitiendo que los compromisos adquiridos en noviembre del año pasado cristalizarán con el tiempo. Así se lo explicó en sede parlamentaria el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, a la portavoz neoconvergente en Madrid este miércoles y así lo subrayan desde el entorno monclovita.

Voy a sudar la camiseta y más”, llegó a deslizar el presidente en conversación informal con los periodistas en la tradicional copa de Navidad de Moncloa. Incluso se abrió a concederle a Puigdemont la foto con Sánchez que tanto ansía. De tener la puerta cerrada, Sánchez ha pasado a considerar seriamente el gesto porque lo considera “un paso de coherencia” en la evolución de las relaciones entre las fuerzas secesionistas y el Estado español. En otras palabras, la vida -o la política- abriéndose camino.

La duda se posa sobre el cuándo, porque por el momento no hay una fecha para ello, pero sí es una miga de pan en la hoja de ruta que está confeccionando el Gobierno para hacer de ese “Presupuestos sí o sí” una realidad. Por el momento, según avanzaban este jueves El País y El Periódico, PSOE y Junts retomarán los encuentros en Suiza que acordaron para comprobar el estado de las relaciones y del pacto suscrito. Pero ambas fuerzas se muestran reticentes y evitan cualquier paso en falso para que las conversaciones no se caigan. En resumen, el mantra al que se han aferrado socialistas y neoconvergentes desde hace más de un año.

Un obstáculo

El devenir del encuentro, si llegase a producirse, es una incógnita. Nadie se atreve a aventurarse, convencidos de que cualquier filtración haría que todo implosionase. Pero lo cierto es que, por el momento, en Junts se muestran reticentes y así será hasta que se satisfagan sus deseos competenciales, tal y como exigió este miércoles Nogueras en la sesión de control al Gobierno. “Muevan el culo”, les espetó desde su escaño la portavoz de Junts en la Carrera de San Jerónimo.

Sánchez escenificó el “pactar, pactar y pactar” que miembros del Ejecutivo airean en privado para calmar las aguas y ganar algo de tiempo. No tienen prisa y tampoco el resto de socios reclama un acelerón, salvo Junts y Podemos, en su renovado papel de profunda inspiración en la retórica de Puigdemont de “votación a votación”. En Moncloa hace tiempo que se resignaron a ello, mientras dejan a los neoconvergentes interpretar su rol en esta historia presupuestaria.

Desde el Ejecutivo también demandan algo de “paciencia”. Respetan y entienden que es el papel que les ha tocado a estas alturas, pero ni por asomo comparten sus pulsiones. Sobre todo porque entienden que no miden bien el momento político en una Cataluña que ya no busca la “confrontación” directa con el Estado, sino que apela al “pragmatismo” que encarna el nuevo president, Salvador Illa, y que a la postre es el que comparten en Moncloa. “Estos pulsos los hacen sin ser conscientes de lo que supondría para los catalanes un Gobierno de PP y Vox”, resumen.

El PP, a seducir a Junts

Por otro lado, también les reporta cierta tranquilidad que el tablero político esté tan polarizado en su flanco derecho. El arrastre que Vox ejerce hacia el Partido Popular provoca que el resto de fuerzas repelan el magnetismo que Feijóo hace por que desprendan sus siglas. Sin embargo, mientras los ultras estén en la ecuación no habrá vía para cambiar el signo del Gobierno. Sobre todo porque los de Abascal no disponen de la cintura de sus socios, que han transitado de la “ilegalización” de Junts a abrir las líneas telefónicas con Waterloo.

El propio Feijóo lo intentó con luz y taquígrafos en el Hemiciclo. Durante su cara a cara con Sánchez, el líder de la oposición aparcó las acusaciones hacia el presidente del Gobierno para advertirle a Nogueras de que la puerta del PSOE es la equivocada. “Sabe que Sánchez no es de fiar. Les seguirá engañando”, aleccionaba el jefe de los conservadores, en pleno pistoletazo de salida de la operación cortejo. Una aproximación que, por otro lado, se la anotan en su cuenta desde el Gobierno porque consideran un “éxito” propio que PP y Junts “se pongan a hablar”, a pesar de que en ocasiones todo “era muy impostado”.

También Junts cierra la puerta, aunque de aquella manera. Al menos públicamente y pese a que hayan vuelto a aliarse en el Congreso para evitar que los bares donen excedentes de comida. Antes de esta votación, Nogueras justificaba ante las cámaras de TVE que el acuerdo para suspender el impuesto sobre el valor de la producción eléctrica también lo apoyó ERC; lo cual erradicaría la teoría del acercamiento a Génova. La portavoz neoconvergente en Madrid no ha sido taxativa a la hora de responder si entendió el gesto de Feijóo como un guiño. “No entraremos en ese juego”, despachó, al tiempo que recordaba que el Ejecutivo “está en números rojos y se tiene que poner al día”.

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