Luego de almacenar dióxido de carbono en suelo congelado durante milenios, la tundra ártica está siendo transformada por frecuentes incendios forestales en una fuente general de emisiones de dióxido de carbono hacia la atmósfera, que ya está absorbiendo niveles récord de contaminación e incrementa las consecuencias negativas del calentamiento global y el cambio climático.

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