Primera consecuencia de la marcha de Carlos Tavares de la dirección del grupo automovilístico Stellantis: el consorcio regresa a ACEA (Asociación Europea de Constructores de Automóviles, por sus siglas en inglés), una asociación que el propio Tavares llegó a presidir en 2016 y 2017 y de la que decidió hacer salir a su grupo en 2023. Con ello se recupera la unidad en un grupo del que muchos se han quejado de que no ha hecho suficiente lobby frente a las autoridades de la Unión Europea en el tema de las normativas de emisiones. Pero como en todas las comunidades y asociaciones de vecinos, la tarea es compleja.
El regreso de Stellantis al seno de los fabricantes se interpreta como una primera piedra para construir una asociación sólida que sea capaz de hacer frente a los enormes retos que el sector enfrentará ya desde 2025. No se trata solo de la amenaza de los fabricantes chinos, del hermetismo comercial que promete Donald Trump, o del flojo despegue del coche eléctrico. No. El principal caballo de batalla seguirá siendo la propia Unión Europea que, a través de la Comisión, se ha encargado de dinamitar la industria del Viejo Continente. Algo así como dispararse un tiro (o varios) en el pie.
Crítico con ACEA
Tavares, que fue presidente de ACEA durante dos años, fue el único que mostró abiertamente su discrepancia con los políticos embarcados en una cruzada medioambiental que, como les recordó Mario Draghi, dejó de lado la parte industrial. En 2022 inició una campaña contra la prohibición de la venta de motores de combustión a partir de 2035 (solo en Europa, recordemos) y en 2023 decidió que el grupo automovilístico Stellantis (el mayor del mercado) abandonara la asociación de constructores ante la inoperancia política de ACEA.
Hace unos meses, el propio Tavares también mostró su discrepancia con la decisión de ACEA de presionar a Bruselas para que retrasara la aplicación de multas millonarias (se estiman de unos 150.000 millones de euros en total) a los fabricantes de vehículos que no cumplan en 2025 (a la vuelta de la esquina) con el límite de objetivos de emisiones contaminantes contemplado en la normativa ‘CAFE’ (Clean Air For Europe en inglés, que supone multas de 95 euros por cada gramo que exceda la cifra de 95 gramos de media, multiplicado por el número de vehículos que venda cada fabricante) impulsado por la Comisión Europea camino de una electrificación que no llegará para 2035. Vamos, como para ponerle algo de azúcar a ese ‘CAFE’.
Con Stellantis de nuevo unido a las empresas del sector, se espera que Luca de Meo (CEO del Grupo Renault), actual presidente, disponga de mayor fuerza para hacer frente al despropósito, para muchos, en el que se ha embarcado Europa con el automóvil. El propio Luca de Meo ha señalado en un comunicado remitido por la asociación la importancia del regreso de Stellantis «ante la crisis de competitividad sin precedentes en Europa y la necesidad colectiva de afrontar los desafíos de la transformación verde, porque es más importante que nunca permanecer unidos».