Han pasado de una superficie de 1.200 metros cuadrados a 5.000. «El cambio es sustancial. Los laboratorios son más grandes y tenemos instalaciones nuevas como una sala de catas o una sala de análisis sensorial». Son palabras de María Fernández (Oviedo, 1967) directora del Instituto de Productos Lácteos de Asturias (IPLA), que desde octubre está en La Corredoria. «La inversión realizada es de 8 millones de euros».
–¿Cuáles son las sensaciones después de estrenar nueva sede?
–Estamos muy contentos con la nueva sede de La Corredoria, sobre todo, por las oportunidades que supone para el instituto. Contamos con más espacio y con instalaciones muy adecuadas; todo ello nos ofrece unas posibilidades de desarrollo de nuevos proyectos y de crecimiento.
–Las instalaciones de Villaviciosa hace tiempo que se quedaron pequeñas.
–Exacto. El IPLA se inauguró en 1990 con dos investigadores ocupando un edificio de 1.200 metros cuadrados…
–La plantilla ha crecido.
–Cuando hicimos la mudanza éramos 65 personas y la cifra se mantiene. El antiguo edificio condicionaba el desarrollo de la actividad porque no había ni espacio para atraer a investigadores ni para poder nuevos equipo.
–Sin embargo, el proceso no ha sido fácil. La pandemia o la inflación les ha jugado una mala pasada.
–Es cierto, pero la voluntad de muchas personas hizo que saliese adelante. Además, el papel de Rosa Menéndez fue relevante en este proceso. Ha habido siempre apoyo continuo del arquitecto, la constructora,…
–Hable de Rosa Menéndez, su empuje fue fundamental.
–Fue la presidenta del CSIC e impulsó la creación del instituto y ha tenido un papel muy relevante. Eloísa del Pino, actual presidenta, también nos ha apoyado.
–Con la mudanza han pasado a compartir finca y salón de actos con el Instituto de Ciencia y Tecnología del Carbono (Incar).
–Nuestra intención es que la proximidad nos permita desarrollar proyectos conjuntos donde cada uno aporte aquello de lo que es experto y podemos desarrollar otro proyectos que antes no se podían desarrollar.
–¿Qué pueden tener en común?
–Ellos son expertos en energía y sensorización; nosotros sabemos de alimentos y microbiología. Creo que algún proyecto conjunto seguro que sale.
–Esta semana han presentado dos fermentos lácticos del gamonéu. ¿Sólo trabajan con quesos?
–No. Fundamentalmente, hacemos caracterización microbiológica de productos lácteos donde predominan los quesos y estrategias de bioconservación. También se desarrollan muchos proyectos de investigación que van encaminados a conocer el papel de este conjunto enorme que microorganismos que llevamos en nuestro tracto intestinal–conocida como la microbiota– para ver cómo cambian a lo largo de la vida y para ver cuál es su papel en el desarrollo de determinadas patologías.
–Investigaciones esenciales.
–No son las únicas. Otro grupo desarrolla métodos analíticos para detectar compuestos en compuestos en determinados ambientes y tenemos una planta piloto de quesería.
–¿Trabajan a petición de los productores o surgen por iniciativa propia?
–Ambas. Tenemos una relación excelente con los productores y, por ejemplo, ya desarrollamos el fermento del afuega’l pitu y del cabrales. Ahora seguimos con la DOP del gamonéu y a todos nos une que queremos conocer el producto para mejorarlo.
–¿Cómo?
–Desarrollando estrategias que, por ejemplo, pueden alargar su vida. Nuestro enfoque es mejorar la calidad, la seguridad y tenemos algunos proyectos en marcha sobre la sostenibilidad.
–Investigar las alergias es importante.
–Ahora mismo tenemos a una investigadora que, junto con un médico del HUCA, tiene en marcha un estudio para la alergia de las proteínas de la leche de vaca no mediada por IgE. Es decir, es un tipo de alergia que desarrollan algunos niños y quieren conocer el proceso para desarrollar biomarcadores que permitan la detección temprana y generar estrategias que te permitan mejorar la vida de los niños.
–¿Estas investigaciones pueden cambiar las fórmulas para hacer los quesos?
–Los quesos que hay en el mercado tienen una calidad excelente. Nuestro trabajo es más preservar la calidad que hacer un cambio revolucionario e ir dando respuesta a todas las demandas porque el consumidor quiere productos de calidad que duren más en la nevera y eliminar los compuestos químicos.
–¿Cómo se puede alargar la vida sin usar químicos?
–Una propuesta es con los cultivos bioprotectores.
–Para desarrollar todos estos proyectos se necesita que les doten de presupuesto.
–La inversión en ciencia es fundamental. Vamos viendo que los países en sus presupuestos añaden pequeños incrementos y lo más importante, a parte de ese aumento, es la sostenibilidad en el tiempo. Entendemos que esta inversión tiene que venir del sector público y privado.
–¿Y se está dando?
–Se van dando pasos en esa dirección.
–¿Están en una época buena de financiación?
–Sí, y la recibimos regional, estatal e internacional.
–¿Con estas nuevas instalaciones contratarán más investigadores?
–Se incorporará una persona antes de que acabe el año. La posibilidad de tener unas instalaciones adecuadas nos convierte en atractivos para otros investigadores que quieran pensar en venir a desarrollar su carrera investigadora aquí.
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