Corea del Sur camina hacia la normalidad tras su semana más tumultuosa en décadas. A su presidente, Yoon Suk-yeol, le ha convertido su partido en un zombi pocas horas después de haberle salvado de la destitución parlamentaria, tan oprobiosa para él como devastadora para la formación conservadora. Ahí acaban las buenas noticias para Yoon, con un horizonte personal y legal inquietante.
El líder del Partido del Poder Popular, Han Dong-hoon, ha avanzado este domingo que la «pronta y ordenada retirada» del presidente «minimizará el caos sufrido por el país y su gente, estabilizará la situación política y restablecerá la democracia liberal». Lo ha dicho tras una reunión extraordinaria del gabinete celebrada este mediodía dominical porque la situación desaconsejaba esperar al lunes. Al aún presidente se le han retirado todas sus competencias en política interna y la representación diplomática. Están ahora en manos del primer ministro, una figura apenas ceremonial en la política surcoreana.
El proceso parece un enjuague entre el partido y Yoon para salvar los muebles. Su destitución habría conducido a unas elecciones que habrían hundido a los conservadores mientras que el fracaso de la votación les permitirá agotar los dos años y medio de mandato. A Yoon, sin embargo, se le acumulan las preocupaciones. La oposición ha anunciado que promoverá otra moción de censura la próxima semana: esa es manejable porque su partido puede sabotearla de nuevo. Contra la investigación judicial, en cambio, no podrán ayudarle. La fiscalía le ha calificado de «sospechoso» de traición y abuso de poder por la efímera ley marcial que aprobó y levantó en la noche del martes. Esos delitos no están cubiertos por la inmunidad presidencial y el primero contempla largas condenas de cárcel e incluso la pena de muerte.
Acusados de traición
La normalidad requiere purgar a todos los que contribuyeron al vodevil. La fiscalía ha detenido este domingo al exprimer ministro, Kim Yong-hyun, acusado de traición. A él se le atribuye la orden de enviar al Ejército al Parlamento y la sugerencia a Moon de aprobar la ley marcial. La noche anterior había acudido voluntariamente a declarar ante la policía y esta registraba su oficina y domicilio el domingo por la mañana. Su detención se explica por la gravedad de los cargos y el peligro de que destruya pruebas, han explicado fuentes oficiales. Kim había eliminado su cuenta en una aplicación de mensajes horas antes y la policía le ha confiscado el teléfono para recuperarlos . Ha sido un “arresto de urgencia”, una vía legal que permite detenciones sin orden judicial en delitos graves o cuando hay peligro de huida.
Es el humillante colofón de un general de tres estrellas al que el presidente, un viejo amigo, recurrió en septiembre para que se hiciera cargo del Ejército. Cuando fue nombrado en septiembre fue preguntado por la oposición si eran ciertos los rumores de que pretendía dictar la ley marcial para ordenar el país. Eso es propaganda de izquierdas y falsas noticias, respondió.
Seúl se ha despertado el domingo sin la jarana contestataria de los últimos días. Apenas unos focos de contrarios a Yoon se han juntado en los aledaños de la Asamblea Popular. Necesita un descanso la ciudadanía tras un calendario extenuante de protestas que no ha servido para descabalgar al presidente. La orden de evacuación dictada por el PPP a sus legisladores dejó sin el quorum necesario el proceso de destitución y una fotografía infamante: la de la bancada conservadora vacía en la votación más relevante de los últimos años.
Le conviene al país recuperar el paso en un contexto internacional complejo. Yoon tenía previsto reunirse con Donald Trump en cuanto regresara a la Casa Blanca pero es dudoso que ocurra. Su autogolpe recibió incomprensión y críticas desde Washington y Tokyo, tradicionales aliados de Seúl, cuando la amenaza norcoreana se ha multiplicado por el auxilio ruso.