El ánimo de Moncloa con los Presupuestos ha fluctuado según el momento. Del pesimismo del verano provocado por el portazo de Junts a la senda de estabilidad, se ha pasado a una escenario de optimismo contenido por prácticamente todas las partes. El Gobierno y los grupos sobre los que se asienta se dieron un tiempo, emplazando todo tipo de avances a la conclusión de los congresos (PSOE y ERC), lo que implicaba arrancar 2025 con las cuentas prorrogadas mientras se cincelaba el acuerdo. Ahora, el presidente del Gobierno ve el horizonte más claro y ha confirmado que presentará el borrador “a principios del próximo año”. No obstante, la directriz es clara y desde el Gabinete de Sánchez se apela a la “voluntad” de las partes para colaborar. “La única vía es pactar”, resumen.
“Si la gente quiere colaborar, da tiempo a todo”. Así despachaban la siempre incandescente patata de los Presupuestos Generales del Estado desde diversos resortes monclovitas. El estado de ánimo ha cambiado tras el colofón del 41º Congreso Federal del Partido Socialista y mientras se está a la espera de que se resuelva el crucial cónclave de Esquerra Republicana de Catalunya (ERC). Lo cierto es que se respira un aire de optimismo, pero con plena conciencia de que cualquier mínimo gesto en falso podría encasquillar de nuevo la bala de las cuentas públicas.
Los inputs que salen desde el complejo de la Moncloa, siempre revertidos con una cápsula de discreción, alimentan las sospechas de que el Gobierno amarrará los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Todas las partes se dieron un respiro, dejando en stand by la senda de estabilidad con el compromiso de pisar el acelerador cuando concluyeran los procesos internos de cada grupo. A partir de ahí, a construir. O como airean algunas voces de calado en el complejo presidencial, “pactar, pactar y pactar”.
Sánchez se compromete
Con este caldo de cultivo, apelando a la voluntad y responsabilidad de cada actor parlamentario, el Gobierno insiste en agotar la vía del diálogo y evitar una nueva prórroga presupuestaria. Desde el bloque de la investidura ya se advirtió de que la negociación avanzaría despacio, desquitando la presión a todos los involucrados y asumiendo que, aunque no llegarán en tiempo, las cuentas públicas cristalizarán sí o sí en 2025.
Ese mismo sentir lo verbalizó este viernes, con motivo de los actos solemnes en el Congreso por el Día de la Constitución, el presidente del Gobierno. Sánchez lo fía todo a los tiempos que maneja en su cabeza, aislándose lo máximo posible del ruido de la ofensiva de la “ola reaccionaria”. Confía plenamente, no sólo en que habrá Presupuestos, sino que ha acotado el margen para presentarlos: “Lo haremos a principios del próximo año”.
De momento, no hay suma
Pese al compromiso de Sánchez y el optimismo reinante en Moncloa, la calculadora aún no arroja el número deseado. Las cuentas no salen. Sin embargo, acontecimientos recientes explican esta nueva fluctuación en el ánimo de la coalición. Y es que el OK de Europa al plan fiscal, sumado al acuerdo tributario de hace un par de semanas que rubricó el Gobierno con todos sus socios -incluyendo los siempre díscolos Junts y Podemos-, allanan el camino hacia los Presupuestos y, de paso, blindar la legislatura hasta el año 2027 pese al “acoso político, mediático y judicial” que sufre, pues barrunta que se volverá en contra del PP en una nueva convocatoria electoral.
En cualquier caso, Moncloa sabe que debe ir paso a paso y en el primer peldaño se encuentra la senda de déficit. Es el prólogo para aprobar las cuentas públicas. La voluntad del Ejecutivo es presentarlo cuanto antes, pero las convulsas primarias de ERC, que se resolverán en una segunda vuelta entre Oriol Junqueras y Xavier Godás, han provocado un nuevo retraso. Por lo tanto, Sánchez estima que no es el momento idóneo para cerrar un acuerdo presupuestario cuando hay un liderazgo en liza.
Esto no implica que el Gobierno haya cesado en su actividad, pues las negociaciones con Junts “avanzan”, sobre todo, en lo relativo al traspaso competencial de la política migratoria. Este fue una de las líneas rojas que delimitaron los de Carles Puigdemont, por lo que es imprescindible para contar con el voto a favor de los siete parlamentarios neoconvergentes. Aún hay diferencias al respecto y el presidente encapsula la conversación con los independentistas en la más absoluta “discreción”. “Cuando lleguemos al acuerdo, se dará a conocer y se explicará”.
Podemos no asegura el voto
Con las incógnitas de Junts y ERC sobre la mesa, otros grupos ya han dado paso en una u otra dirección. Los más claros han sido los nacionalistas vascos. El PNV, que ha celebrado el 20º aniversario del Partido Demócrata Europeo, ha desvinculado el caso Koldo de su voto a las cuentas públicas. Andoni Ortuzar, presidente de los jeltzales, concluye que no conviene “mezclar” ambas cuestiones, puesto que el “caso Aldama” tendrá su desarrollo político por un lado y “judicial por el otro”. “Nosotros estaremos atentos a las dos evoluciones, pero los presupuestos son los presupuestos”, ha rematado, aunque fuentes de la formación han trasladado siempre su mano tendida.
Pero hay quien no comparte el optimismo de Moncloa y de otros grupos de la alianza. Podemos persiste en su estrategia para revitalizar sus siglas. Sus cuatro votos en el Congreso son cruciales para absolutamente todo, de ahí que de un tiempo a esta parte hayan decidido inspirarse en Junts para negociar con el Gobierno. De hecho, los morados mantendrán firmes sus exigencias de cara a los Presupuestos, sin perder de vista el horizonte del impuesto a las energéticas que desbloqueó el pacto tributario.
Así lo trasladaba este viernes la secretaria general del partido, Ione Belarra, que en conversación formal con los periodistas, precisó que no estaban dispuestos a dejar caer el gravamen a las energéticas. Expresando su contrariedad con la posición de Moncloa, a quien afea no haber convocado aún la mesa para articular una propuesta del impuesto a dichas empresas, ha dejado claro que si se incumpliera esta premisa sería imposible que los cuatro de Podemos dieran su voto a favor a las cuentas públicas.
“Tomaduras de pelo, ninguna”, sostenía Belarra ante los medios de comunicación, deslizando que el PSOE mantiene en paralelo negociaciones con PNV y Junts para limar asperezas. No obstante, advierte a los socialistas de que no deben caer en la tentación de obrar igual que con el pacto fiscal. Es decir, reclama prioridad para los grupos de izquierdas en lugar de recurrir a las derechas nacionalistas.
Aún con todo, los morados asumen que habrán cuestiones que no serán de su agrado debido a la aritmética parlamentaria. De hecho, están dispuestos a dejarse pelos en la gatera de la negociación, incluyendo el traspaso de las competencias en migración que negocia Moncloa con Junts. Pero las líneas rojas están bien delimitadas por Podemos, que exhorta a la coalición a sellar la rebaja del 40% del alquiler y la ruptura de relaciones con el Estado de Israel. Dos proposiciones que en el partido asumen como factibles para el PSOE.