¿Está preparada la isla de Gran Canaria para resistir sin problemas las lluvias de una Dana como la afectó a Valencia el 29 de octubre? La respuesta obvia es que no. Ningún espacio urbano está adaptado para recibir más de 700 litros por metro cuadrado en 24 horas o 185 litros en una hora. Ni en Canarias ni en casi ningún sitio. Y en el Archipiélago tampoco se pueden calcular con mucho rigor las obras necesarias para evitar riadas e inundaciones porque nunca se han registrado, ni de lejos, unas precipitaciones tan intensas.
Por tanto, es fundamental la vigilancia preventiva y un buen sistema de alerta a la población, que en Gran Canaria se contempla en los seis barrancos ya declarados con riesgo de inundaciones, los de Las Goteras, Balos, El Polvo, Buenavista, Maspalomas y Puerto Rico. Además de esos seis cauces, la monitorización se va a extender a los barrancos de La Aldea y de Mogán, según explica Carmelo Santana, gerente del Consejo Insular de Aguas, un órgano dependiente del Cabildo.
La pregunta sobre si la isla está preparada para soportar una Dana como la de Valencia la planteó en el último Pleno del Cabildo el consejero nacionalista Carlos Culebras, quien se interesó por las «medidas concretas» que se han desarrollado en los seis puntos de riesgo. La contestación obvia, con matices, fue del consejero Miguel Hidalgo, responsable del departamento de Aguas y Soberanía Hidráulica del gobierno insular, quien admitió que las actuaciones que realiza el Consejo Insular de Aguas pueden mitigar las consecuencias de una inundación, pero jamás se ha dado una situación como la de Valencia.
En caso de lluvias de 700 litros por metro cuadrado, comentó Hidalgo, no solo habría consecuencias en esos seis barrancos, sino también «en las zonas que no están declaradas de riesgo».
Por la experiencia de las últimas décadas, prácticamente todas las zonas urbanas del Archipiélago sufrirían daños en caso de precipitaciones por encima de los 100 o 200 litros en poco tiempo, aunque los efectos son más graves en las ciudades que en el campo, donde el terreno y los cauces absorben mejor las aguas.
Los precedentes más ilustrativos serían las lluvias torrenciales del año 2002 sobre Santa Cruz de Tenerife, con ocho fallecidos, 700 viviendas destrozadas y más de un millar de vehículos afectados. El domingo 30 de marzo se registraron 232 litros en 24 horas y 129 litros en la hora más fatídica, entre las 15. 00 y las 16.00 horas.
Un nuevo sistema aportará información hidrológica de lugares donde es menor el peligro de inundación
La máxima precipitación histórica en Canarias, 590 litros en un mismo un día, se observó en febrero de 1988 en la localidad herreña de San Andrés, una zona rural poco habitada y, obviamente, sin las consecuencias catastróficas de la capital tinerfeña pese a que llovió más del doble.
Miguel Hidalgo recordó en el Pleno del Cabildo que las consecuencias de esos fenómenos meteorológicos y las medidas preventivas están extensamente analizadas en el Plan Hidrológico de Gran Canaria y en el Plan de Gestión de Riesgo de Inundaciones de la Demarcación Insular para el ciclo 2021-2027, ambos aprobados por la corporación insular el 31 de marzo de 2023.
Planes hidrológicos
En esos dos documentos, que suman más de 5.000 páginas, se recoge esa planificación hidrológica y se identifican esas seis Áreas de Riesgo Potencial Significativo de Inundación (ARPSI), con un total de 18 kilómetros en peligro de sufrir los efectos de un desbordamiento. Además, hay más de una trena de tramos del litoral con declaración de riesgo de inundaciones por fuertes oleajes o subida del nivel del mar por el cambio climático.
Respecto a las actuaciones en marcha y las futuras para mitigar los riesgos, Carmelo Santana apunta que «Gran Canaria, y el conjunto del Archipiélago, atraviesa un periodo intenso de sequía, bastante prolongado, que evidentemente se refleja en los eventos de escorrentía que se han registrado en los últimos años, muy pocos y normalmente vinculados a fenómenos meteorológicos adversos de cierta intensidad, como ocurrió con la Tormenta Hermine, en septiembre de 2022, que se proyectó, con toda su fuerza, sobre la cuenca del Barranco de La Aldea, sin registrarse incidentes de consideración en el resto de la isla».
Escorrentías en el Barranco de Maspalomas / LP/DLP
El Cabildo, resaltó, está ahora ultimando la evaluación preliminar del riesgos de inundación (EPRI) correspondiente al Tercer Ciclo de los Planes de Gestión de Riesgos de Inundación (PGRI), y «arranca con las mismas seis ARPSI que en el ciclo anterior, esto es, Las Goteras, El Polvo, Balos, Buenavista, Maspalomas y Puerto Rico, si bien en la siguiente etapa, en los Mapas, se analizará también el Barranco de La Aldea»..
Pero no todas las acciones en este ámbito se centran en el marco de la elaboración del PGRI, añade el gerente, quien destaca que se está ultimando la contratación del sistema automático del Información Hidrológica (SAIH) para Gran Canaria, en colaboración con Sodetegc. «Mediante este sistema -detalla- se monitorizarán las ARPSI antes citadas, más el Barranco de Mogán; y además estamos en los primeros pasos de un trabajo complementario, en colaboración con el Gobierno de Canarias, para desarrollar un sistema análogo en otros puntos de riesgo de la Isla, que si bien no reúnen las características necesarias para ser declarados ARPSI, presentan un cierto riesgo en el caso de lluvias de elevada intensidad».
Eso permitirá tener monitorizado el comportamiento hidrológico de algunos de los puntos de riesgo de la Isla, pudiendo registrar niveles de agua o caudales circulantes, cuestión ésta que resulta necesaria para mejorar el proceso de toma de decisiones por parte de las autoridades responsables durante la emergencia.
Además, el Cabildo va a encargar el servicio para la mejora del protocolo de alerta hidrológica «con el objetivo de intentar diseñar un sistema informático que, a partir de una determinada alerta meteorológica, de un determinado nivel, active los niveles de alerta hidrológica en los puntos que corresponde, facilitando así la información pertinente a las direcciones de los planes de emergencia insular y autonómico para la adopción de medidas preventivas, antes de que el riesgo se materialice», anunció.
«Ambas herramientas -sostiene- configurarían el sistema de alerta temprana de la Demarcación Hidrográfica de Gran Canaria, anticipando así posibles riesgos por inundaciones, que un territorio tan presionado desde el punto de vista del desarrollo urbano, sobre todo en la franja costera de norte, este y sur, resulta necesario para poder adoptar las medidas adecuadas a tiempo».
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