Un total de 612 millones de mujeres, de niñas y de niños se ven afectados por los conflictos armados que hoy asolan el mundo, cada vez «más intensos», según Naciones Unidas. En el 2023 se duplicó la proporción de mujeres que perdieron la vida en guerras, en las que los casos de violencia sexual crecieron un 50%. El balance del presente año presagia datos aún más escalofriantes, con un Oriente Próximo en llamas, el polvorín de Ucrania y las guerras silenciadas como la del Sudán, entre otras. Los gastos militares a escala mundial alcanzaron el año pasado una cifra record de 2,44 billones de dólares.
«Las mujeres siguen pagando el precio de la guerra de los hombres», dijo el pasado mes de octubre Sima Bahous, directora ejecutiva de ONU Mujeres, tras presentar el informe sobre «las mujeres, la paz y la seguridad» que elabora anualmente este organismo creado en 2011 y destinado al empoderamiento de la mujer y a la igualdad de género.
El documento hace hincapié en la necesidad de que aumente de forma «significativa» el número de mujeres que participan en los procesos de paz, ya sea como negociadoras, mediadoras o firmantes de los acuerdos que ponen fin al conflicto o suponen un alto el fuego. Numerosos estudios demuestran que la participación femenina en estos procesos hace «más probable que un acuerdo de paz tenga éxito y contribuya a una paz duradera y más larga», señala el informe.
«Las mujeres que participan en procesos de paz no piensan primero en la utilización de las armas para la resolución de conflictos«, afirma el canario Pablo Castillo, especialista en política de paz y seguridad de ONU Mujeres. «No suelen formar parte del grupo de combatientes y se preocupan en hablar con los sectores sociales más vulnerables. Tienen una determinación más firme de mediación para alcanzar acuerdos», añade.
Aun así, en la cincuentena de procesos de negociaciones del año pasado, tan solo participaron en 9,6% de mujeres, lo que para Castillo «no refleja ningún progreso». Se ha avanzado poco desde que en el año 2000, el Consejo de Seguridad de la ONU aprobó la resolución 1.325 que reconoce, entre otras disposiciones, el papel fundamental de las mujeres en la consolidación de la paz.
A pesar de este dato desalentador, el experto canario destaca el hecho de que mientras antes la no inclusión femenina en los procesos de paz se consideraba «como algo normal, ahora está mal visto». Además, apunta, se «ha logrado romper el silencio sobre la violencia sexual en los conflictos. Ahora existe mucha documentación de las atrocidades cometidas contra mujeres en las guerras, aunque es cierto que existe también mucha impunidad». Como sostiene el fotoperiodista Gervasio Sánchez, autor del libro ‘Violencia, Mujeres, Guerras’, «no es igual ser mujer que hombre en una guerra. En un conflicto armado hay una violencia muy específica contra las mujeres».
De Irlanda del Norte a Filipinas
A lo largo de estas últimas décadas ha habido claros ejemplos de grupos de mujeres que han contribuido al cese de hostilidades. Uno de ellos es el del partido Coalición de Mujeres de Irlanda del Norte, formado por católicas y protestantes, que participaron en la negociación para la firma del Acuerdo del Viernes Santo, a finales del siglo pasado. Otros ejemplos son Liberia o Filipinas, en los que organizaciones de mujeres tuvieron un papel muy relevante en el fin de los conflictos armados. E n el caso del país africano en 2003 y, del asiático, en 2018.
Un caso a destacar es sin duda el de Colombia, en cuyo largo proceso de paz entre el Estado y la guerrilla de las FARC hubo una participación femenina muy alta, no solo en la negociación y medicación sino también en la firma de los acuerdos finales de La Habana.
Mujeres en los cascos azules
Pero si para la ONU es fundamental la participación de las mujeres en la pacificación, también lo es en las fuerzas de mantenimiento de la paz, que configuran los cascos azules. En la actualidad tienen unos 60.000 efectivos, entre militares y policías, desplegados en 11 operaciones en todo el mundo. Tan solo el 11% de cascos azules son mujeres, un porcentaje pequeño pero que es más del doble que hace cinco años.
Castillo considera «muy importante» la presencia de mujeres en este cuerpo, ya que mantienen una comunicación mucha más cercana y de confianza con la población civil femenina. Las supervivientes de violencia sexual en los conflictos armados prefieren comunicarse con oficiales mujeres. Basta recordar los escándalos de años atrás de agresiones a mujeres por parte de cascos azules hombres.
Actualmente, solo en 27 países del mundo hay mujeres con el cargo de jefa de Estado o de Gobierno y en 113 nunca ha habido una mujer al frente del país. La pregunta es obligada. ¿Un mundo gobernado mayoritariamente por mujeres sería un mundo más pacífico? «Si», afirma Castillo. «La igualdad de género es muy positiva para la paz», señala.
Otra elemento a mejorar, destaca la ONU, es la cobertura informativa de las guerras. A pesar de que en la última década las noticias sobre los conflictos armados se han multiplicado por seis, tan solo el 5% de las ellas se centraron en las experiencias de las millones de mujeres que son víctimas de las guerras.
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