El vecino de Aragón al otro lado de los Pirineos no pasa por su mejor momento. La caída del Gobierno de Michel Barnier, tras prosperar una moción de censura de la izquierda gracias al apoyo de la ultraderacha liderada por Marine Le Pen, supone un nuevo vuelta de tuerca a la profunda crisis política que traviesa el país, a la que se suma los serios problemas económicos que atraviesa. Una inestabilidad que no hace presagiar nada bueno para los intereses de la comunidad autónoma, que tiene en París a su principal socios comercial en el exterior.

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