Un año de investigación y el seguimiento de una entrega controlada de un alijo de 970 kilos de cocaína que entraron al puerto de Valencia en un contenedor de fruta procedente de Panamá se ha saldado por el momento con la detención de siete personas, entre ellos un capitán de la Guardia Civil, que como teniente jefe del resguardo fiscal del Instituto Armado en el puerto estuvo al frente desde 2013 de controlar las mercancías que entraban a la dársena valenciana y de combatir el narcotráfico, delito por el que ahora se le ha arrestado.
La operación conjunta de Asuntos Internos de la Guardia Civil, la Policía Nacional y del Servicio de Vigilancia Aduanera permitió el arresto este pasado miércoles de Jesús Fernández Bolaño por su presunta implicación en una red de narcotráfico que introducía grandes cantidades de cocaína a través del puerto valenciano. El capitán, que estaba pendiente de destino tras su ascenso, fue detenido junto a otras seis personas, tres españoles y otros tres de nacionalidad albanesa.
La droga fue incautada tras su seguimiento hasta una nave de Alzira, en una entrega controlada coordinada por el Juzgado de Instrucción número uno de la Audiencia Nacional. Los traficantes pretendían posteriormente trasladarla en una autocaravana, según ha podido saber este periódico.
Además de estas siete detenciones se han llevado a cabo varios registros domiciliarios. Uno de los inmuebles peinados palmo a palmo por los investigadores en busca de dinero o drogas ha sido el chalet de Cullera propiedad del capitán de la Guardia Civil. Los agentes han utilizado excavadoras, un radar con geolocalizador, y perros adiestrados en localización de billetes y drogas.
Entre los detenidos están los rescatadores de la droga, el notario que da cuenta de que la recuperación de la mercancía iba como se había establecido y, al parecer, al menos un camionero español. Tres de los arrestados son albaneses. De hecho, como lleva informando este periódico, el conocido como cártel de los Balcanes se está haciendo con el control del narcotráfico en toda Europa, desplazando a los colombianos y a los neerlandeses.
Un nivel de vida elevado
La operación de Asuntos Internos se inició hace un año, aunque desde hacía más tiempo habían llegado informaciones del alto nivel de vida que llevaba este mando de la Guardia Civil, en ese momento teniente de la UDAIFF y responsable del resguardo fiscal y por lo tanto del control efectivo de todo aquello que entraba por el puerto valenciano. Ropa cara, una cartera de 2.000 euros, y distintas propiedades inmobiliarias, levantaron las sospechas sobre las presuntas actividades delictivas del ahora arrestado y de la procedencia del dinero.
Fernández Bolaño, que permanece en dependencias de la comandancia de València, será puesto hoy a disposición judicial junto a los otros seis detenidos. No es la primera vez que este mando de la Guardia Civil tiene problemas con la justicia. Ya en su etapa como jefe de la Policía Local en Caravaca de la Cruz (Murcia) estuvo investigado por una presunta trama de vehículos del depósito municipal que eran llevados a desguaces sin licitación. Tras ser investigado dejó el cargo como jefe de la Policía Local y regresó a la Guardia Civil, donde había solicitado años atrás una excedencia.
Incomprensiblemente, pese a tener una causa abierta por presunta corrupción policial, su destino fue el resguardo fiscal del Puerto de València, uno de los puestos más golosos para un presunto guardia corrupto. Cuando en mayo la causa fue definitivamente archivada el Ministerio de Defensa tuvo que hacer efectivo el ascenso de 2022 y pagarle con efecto retroactivo desde que fue nombrado.
Asimismo, se le tuvo que hacer entrega de las medallas que había obtenido durante esos años y que estaban paralizadas hasta que se resolviera la causa de Murcia. En total, diez medallas al mérito con distintivo blanco y una cruz de plata, que le fueron concedidas en enero de este mismo año. Así como numerosas felicitaciones, ya que aprovechaba los servicios que realizaban sus agentes para figurar y obtener las distinciones. Su próximo paso era regresar al puerto de València, ya no como teniente sino como capitán.