El despegue de este lanzador, ahora mejorado, supone un paso muy importante para Europa en su objetivo de restaurar el acceso independiente y versátil al espacio -desde verano también está operativo el cohete Ariane 6-.
El Vega-C está diseñado para lanzar al espacio una carga de 2.300 kilogramos de pequeñas naves científicas y de observación de la Tierra. En este caso llevó a bordo el tercer satélite de la misión Sentinel-1 de la familia Copernicus, el Sentinel-1C.
El cohete -que inicialmente iba a despegar, primero, el 3 de diciembre, y después el día 4- consta de cuatro etapas que se ensamblan por separado y se apilan en orden en la plataforma de lanzamiento, con una altura de 35 metros. La misión de vuelo de hoy, hasta la separación del satélite, duró una hora y 43 minutos. Cuando esto ocurrió se oyeron aplausos en el centro de control de Kurú , que se intensificaron minutos después, cuando se obtuvo la primera señal del Sentinel-1C, confirmando que el satélite se encontraba en órbita de forma segura .
«Europa puede estar muy orgullosa» por este doble hito, el lanzamiento del Vega C y del nuevo Sentinel-1, resumió el director general de la Agencia Espacial Europea (ESA), Josef Aschbacher, en una retransmisión en directo. La ESA es la propietaria del programa Vega C, en colaboración con Avio como contratista principal y autoridad en materia de diseño. La empresa Arianespace actuó como proveedor de servicios de lanzamiento en el despegue del Sentinel-1C.
Su primer vuelo comercial, en diciembre de 2022, fracasó debido a una avería en la tobera de su motor Zefiro-40. Desde entonces, un diseño mejorado de la tobera se ha sometido con éxito a dos pruebas de encendido, en mayo y octubre de 2024, que demostraron la capacidad del motor para proporcionar un funcionamiento fiable en diferentes condiciones de presión y duraciones del encendido.
El lanzamiento de hoy marca el regreso del Vega C al vuelo, un paso clave para recobrar el acceso europeo independiente al espacio. Y es que Europa arrastraba una crisis temporal de lanzadores provocada en parte por la guerra en Ucrania, que provocó la suspensión de la cooperación entre la ESA y la agencia rusa Roscosmos y, por tanto, de los servicios de los cohetes rusos Soyuz, y, por otra parte, causada por el accidente del Vega C en diciembre de 2022 y los retrasos sucesivos del Ariane 6.
El ‘espía’ terrestre
El Sentinel-1C orbitará a 693 kilómetros, en el lugar dejado por su antecesor 1B, que acabó su servicio en 2022 debido a un problema eléctrico, y trabajará coordinado con 1A, activo desde 2014, para devolver todo su potencial a la constelación de dos satélites. Entre otras novedades, cuenta con una antena de identificación automática (AIS) que mejora el rastreo de barcos para evitar colisiones y la vigilancia del mar. Con una vida útil de siete años, que puede extenderse hasta doce, está diseñado para la reentrada cuando acabe su misión.
La misión Sentinel-1 está dotada de una avanzada tecnología radar que permite obtener imágenes de la superficie terrestre en cualquier condición meteorológica durante el día y la noche . Beneficia a numerosos servicios y aplicaciones de Copernicus, como la vigilancia del hielo marino en el Ártico. También el control de vertidos de petróleo o la detección de buques para la seguridad marítima y el control de la pesca ilegal. Se utiliza para la gestión de los bosques, el agua y el suelo, y el mapeo de apoyo a la ayuda humanitaria y las situaciones de crisis.
Por ejemplo, durante la dana que golpeó el levante español, los satélites Sentinel 1 y 2 proporcionaron datos e imágenes para Protección Civil. También se usaron durante la erupción del volcán de La Palma, entre otros para saber dónde estaba la población en peligro.
Sentinel-1 es resultado de una estrecha colaboración entre la ESA, la Comisión Europea e industria. Está diseñada y construida por un consorcio de unas 60 empresas -también españolas-, lideradas por Thales Alenia Space y Airbus Defence and Space.