La Copa del Rey, en su máxima expresión. Cuando parece que ya no puede dar más de sí, que ya está todo inventado, que no hay lugar a más giros de guion sorprendentes, se saca de la chistera su último truco y te lleva, a través de las pantallas, hasta Logroño un miércoles de diciembre a la medianoche. Y más en concreto, hasta Las Gaunas, donde empieza a barruntarse la posibilidad de que un equipo de Champions como el Girona tenga que recurrir a la tanda de penaltis para tratar de eliminar a otro de 2ª RFEF como la UD Logroñés, uno de los dos equipo que conviven en la capital riojana tras la desaparición del mítico Club Deportivo.
No hace falta mucho más, solo la expectativa de otro David tumbando a Goliat, para que aficionados de todos lados cambien de canal y se transporten por unos minutos hasta Las Gaunas. Muchos, seguramente, vienen del Athletic-Madrid que acaba de finalizar, y otros tantos, en busca de la emoción de los penaltis. Y se llega a ellos, y ahí aparece el héroe, tan búscado en este tipo de partidos y que, además, en este caso tiene un historión detrás.
Un lateral bajo palos
Porque resulta que desde el principio de la prórroga, el Logroñés estaba jugando con un portero que nunca había jugado de portero. Y es que aunque en la camiseta amarilla con el 13 ponga Álex Daza, quien la porta realmente es Pol Arnau, un lateral izquierdo de 19 años que juega en el filial, y que debutó con el primer equipo del equipo riojano en la primera ronda de la Copa contra el Eibar, siendo ya el héroe. Salió desde el banquillo y firmó el gol de la victoria en Las Gaunas para avanzar de ronda y medirse con el Girona.
Ya sería más que suficiente para calificarlo como uno de los héroes de esta Copa, pero el caso es que el destino le tenía guardada una hazaña mucho más impactante. Porque este miércoles, en la segunda ronda, tuvo que jugar más de 15 minutos de portero, después de que el real, Kike Royo, se lesionara tras sufrir una conmoción. Sergio Rodríguez, el técnico riojano, ya había gastado todos los cambios, así que tuvo que buscar una solución de emergencia. Y ahí estaba él, que de casta le viene al galgo.
«Lo más surrealista que he vivido en el fútbol»
Porque Arnau es el hijo de Francesc, el que fuera portero del Barça y del Málaga, entre otros, en la década de los 2000 y que falleció en 2021. «Cuando he visto que alguien se tenía que poner de portero, no he dudado. El míster no estaba muy convencido pero le he insistido tanto que al final ha dicho, ‘venga Pol’, de portero», confesaba tras el choque el canterano, en una versión que corroboró el propio técnico. «Le he visto tan seguro que le he dado los guantes», reconoció su entrenador, que en un primer momento, como dijo su pupilo, tenía otras intenciones.
No iba de farol. Tras solventar los 15 minutos de prórroga sin que el Girona apenas le inquietara, llegó su momento en los penaltis, donde Arnau tenía un as bajo la manga. O más bien, «un ángel en el cielo que me ha ayudado». El recuerdo de su padre, presente «en todo momento» bajo palos, emergió para que detuviera una pena máxima a Abel Ruiz. Después falló Stuani, o no, pero el caso es que no había VAR y el árbitro dijo que el balón no había rebasado la línea, y los locales convirtieron el resto de penas máximas para asegurar una clasificación a dieciseisavos que se recordará para siempre.
«Es lo más surrealista que he vivido nunca en el fútbol», decía Sergio Rodríguez. «Sentía que podía hacerlo bien ahí. Siempre me ha gustado. Yo lo he visto tan claro, y mi padre también estaba ahí», reflexionaba por su parte el protagonista, ya más tranquilo, tras el pase, recordando también a su hermano, que también juega de portero en el Mollerusa. «Quizás lo llevo en los genes», concluía, en una sentencia algo equivocada. Más que nada porque lo que es seguro es que, tras lo demostrado por Pol Arnau, el «quizás» sobra en la frase.