«Gracias por el ánimo, la gente joven puede recuperarse pero los mayores…no sé si yo si nos levantaremos de esta». Habla una señora en la cola de la administración de lotería de Picanya. Está dolida, cansada, agotada. Cuenta que su hijo lo ha perdido todo, la casa que acababa de comprar en este pueblo de l’Horta Sud. Pero ahí está, a buscar la suerte.
Una vecina la saluda y le pregunta cómo está: «Aquí estamos, voy a comprar lotería, a ver si cae la suerte aquí, que falta nos hace», contesta ella. Las administraciones de loterías del Estado comienzan a estar muy ocupadas en las semanas previas al sorteo de Navidad del 22 de diciembre, pero este año es distinto, sobre todo en los pueblos más afectados por la dana de l’Horta Sud.
Dicen que donde hay una desgracia ha de llegar una alegría y eso es lo que han pensado decenas de personas que, pese a haberlo perdido todo y todavía con el shock, hacen cola en los locales de lotería para buscar la suerte.
En Paiporta, la avenida primero de Mayo es una cola larga
Las mañanas en Paiporta son de trabajo. Ahora comienzan a abrir los servicios de pueblo, tales como la churrería Paquito en la plaza del mercado municipal o las carteras de Correos que dejan la correspondencia en las casas del casco urbano más afectado. Las calles son transitables pero la normalidad de un pueblo totalmente arrasado está todavía lejos.
En la avenida Primero de Mayo, comienzan a abrir de manera precaria algunos negocios. Peluquerías destrozadas que cortan pelos en la acera, farmacias que expenden medicamentos con un local ‘engalanado’ con cartones que ocultan las paredes dañadas o una administración de lotería que estos días es el punto donde muchos depositan la esperanza.
‘A ver si toca’ repiten unos vecinos y otros cuando se cruzan en sus nuevas rutinas matutinas en un municipio que se quiere levantar del barro. Las supersticiones son las de siempre. Una terminación numérica concreta o fechas especiales para las historias personales. Eso no cambia. Lo que sí es extraordinarias son las colas en administraciones de lotería que quizá antaño no eran tan reclamadas y ahora, por la creencia popular son el objeto de todas las miradas.