Se prevé que en 2025 se diagnostiquen unos 25.770 casos de cáncer hematológico– leucemia, linfoma y mieloma múltiple– en España, según el informe ‘Las cifras del cáncer sanguíneo en España‘ de la Sociedad Española de Hematología y Hemoterapia. Para muchos de estos pacientes, al igual que para pacientes con otras enfermedades como anemia aplástica y el síndrome mielodisplásico, el trasplante de progenitores hematopoyéticos (TPH), más conocido como trasplante de médula ósea, será su única esperanza. Sin embargo, tres de cada cuatro no tendrán un familiar compatible y necesitarán las células madre sanas de un donante no emparentado.
Por ello, la Asociación Gallega de Personas Trasplantadas de Médula Ósea y Enfermedades Oncohematológicas (ASOTRAME) insiste en la importancia de hacerse donante de médula ósea. «Cuantos más donantes haya, más probabilidades habrá de que el paciente encuentre un donante compatible y pueda seguir viviendo», explica Cristina Piñeiro, presidenta de esta entidad.
Con el objetivo de que todos los pacientes con leucemia u otras enfermedades de la sangre puedan acceder a un trasplante de médula ósea, la Fundación Josep Carretas creó en 1991 el Registro de Donantes de Médula Ósea (REDMO), que este año alcanzó el medio millón de donantes inscritos, cinco veces más que hace diez años. Actualmente, la probabilidad de identificar un donante para un paciente es del 88%.
Según datos de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), en 2023 se realizaron en España 3.717 trasplantes de TPH. De estos, 2.253 (61%) fueron con células del propio paciente (trasplantes autólogos) y 1.464 (39%) con células de un donante (trasplantes alogénicos), de los que 832 estaban emparentados con el paciente y 632 fueron donantes voluntarios no emparentados con características genéticas similares a las del paciente.
«Aunque la situación ha mejorado en los últimos diez años, aún sigue habiendo un gran desconocimiento sobre este trasplante y persisten muchos bulos y mitos. Por eso es importante llegar a una información veraz. Es un procedimiento con poco riesgo y que, por el contrario, conlleva grandes beneficios porque estás regalando una oportunidad de vida», comenta Piñeiro. Por ello, una de las líneas de trabajo de este colectivo es dar a conocer este procedimiento a través de charlas y otras actividades de sensibilización.
Contrariamente a lo que mucha gente cree, la donación de médula ósea no tiene nada que ver con la médula espinal, sino con la médula ósea, donde se generan las células madre de la sangre; no requiere intervención quirúrgica; no es un procedimiento peligroso para el donante, y las células madre se regeneran al cien por cien, por lo que podría donar de nuevo. «Es un regalo en vida«, insiste.
Piñeiro fue diagnosticada con 24 años de linfoma de Hodgkin y en 2010 recibió un trasplante de progenitores hematopoyéticos. «Ni la quimioterapia ni el autotrasplante de médula funcionaron, por lo que mi opción pasó a ser el trasplante de TPH, que en mi caso fue de donante no emparentado, ya que mi hermana no era compatible. Gracias a ese donante, sigo viva y hoy puedo decir que estoy en remisión completa», dice.
Según esta mujer, el impacto de un diagnóstico de cáncer «es brutal», ya que afecta a todos los ámbitos de la vida del paciente. «Todo el proceso es un sube y baja para la persona diagnosticada y también para su familia», afirma.
Por ello, otra de las líneas de actuación de Asotrame está enfocada a cubrir todas las necesidades que pueden surgirle a una persona diagnosticada de cáncer hematológico y darle soporte emocional, social y laboral. «El objetivo es hacerle el proceso más llevadero, cubriendo esas necesidades que la medicina no cubre porque su foco está puesto en tratar la enfermedad y en que el paciente no muera»», explica.
Los trasplantados de médula suelen presentar una serie de secuelas que afectan a diferentes aspectos como la maternidad/paternidad, la sexualidad, problemas oftalmológicos y dermatológicos, respiratorios… y muchos desarrollan la enfermedad de injerto contra huésped [complicación por la cual, tras el trasplante, las células trasplantadas reconocen al receptor (al paciente) como extraño y le atacan de diferentes formas e intensidad]. «Son secuelas que te limitan la calidad de vida en mayor o menor medida. Y luego está el temor de que una recidiva. Por eso la atención emocional también es importante», explica.
La donación de progenitores hematopoyéticos se realiza de dos maneras. La más habitual es por aféresis o sangre periférica, que consiste en obtener células madre de sangre periférica después de la administración de una o generalmente dos inyecciones subcutáneas al día durante 4-5 días, hasta asegurar un mínimo de células madre en la sangre. Se inyectan unos agentes llamados “factores de crecimiento” que hacen pasar las células madre de la médula al torrente sanguíneo para extraerlas con la máquina de aféresis, que separa las células necesarias para el trasplante de los otros componentes de la sangre. La otra técnica es por punción, extrayendo sangre medular de las crestas ilíacas (parte posterior superior de la pelvis). Generalmente se realiza bajo anestesia general y requiere ingreso hospitalario de 24 horas. Actualmente, solo se realiza en el 20% de los casos o para pacientes con enfermedades muy particulares que responden mejor a este tipo de donación.
Las TPH también pueden obtenerse de la sangre del cordón umbilical, que se recoge tras el nacimiento del niño.
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