El comisario jubilado José Manuel Villarejo vino al Congreso dispuesto a saldar deudas. Se quejó de que se llamara general a Félix Sanz Roldán y aseguró que él no pediría que le miraran a la cara para dar verosimilitud a sus palabras, como había hecho el exdirector del CNI, para insistir en su mantra: todos sus problemas con la justicia, por los que ya ha sido condenado a más de 20 años de prisión, se deben a él. Y cuando se centró en el asunto para el que se le había convocado, los atentados del 17 de agosto de 2017 de Barcelona y Cambrils, insistió en sus tesis: «Se pudieron evitar».
«Nunca he dicho que el Estado provocó el atentado. Lo que digo es que pudo evitarlo«, aseguró cuando el portavoz de Bildu, Jon Iñarritu, le pidió pruebas de sus palabras, una petición nada baladí en una persona acostumbrada a grabar todas sus conversaciones y anotar en sus agendas sus encuentros.
Pero pese a los esfuerzos del diputado no hubo forma de que saliera de ahí. Atribuyó todos sus problemas a que en 2015 alertó de que un informador suyo le habló de alguien, que nunca llamó Abdelbaki Es Satty -el imán que adoctrinó a los jóvenes de Ripoll-, sino que había estado en Bélgica y que trabajaba para los servicios secretos marroquíes. Necesitaba ir a Catalunya para profundizar en sus sospechas, pero el CNI negó relevancia a la información.
Pese a que Es Satty no aparecía, para Villarejo ese dato es suficiente para afirmar que los atentados podían haberse evitado. A partir de ahí sostuvo que «el Estado no iba a permitir un atentado, sino que el CNI tenía comandos virtuales para enseñar a la ciudadanía de que se trabaja (con su arresto posterior) y uno de ellos era el de Es Satty». No es que no quisiera, sino que fue «una negligencia», señaló algo después.
Villarejo, que se permitió especular que no puede usar auriculares para oír la traducción del catalán al castellano «por tanto uso», se limitó a enumerar todos los datos que sin prueba alguna esgrimen los que consideran que el Estado está detrás de los atentados, como que un juez estimó un recurso de Es Satty que paralizó su expulsión de España en 2014 tras cumplir una condena por drogas.
Hasta aseguró que la explosión del chalé de Alcanar (Montsià), en el que los terroristas preparaban madre de satán para atentar contra lugares emblemáticos de Catalunya, como la Sagrada Familia, se debió a que el propio Es Satty manipulaba un cinturón de explosivos.
Tanto la Audiencia Nacional como el Tribunal Supremo han declarado que el imán de Ripoll murió bajo esos escombros, lo que coincidiría con la última versión del excomisario, pero eso no fue obstáculo para que a continuación insinuara que se manipularan lo obtenido de la propia explosión y que se ocultó información a los Mossos sobre lo que ocurrió en la localidad tarraconense.