El comisario jubilado José Manuel Villarejo vino al Congreso dispuesto a saldar deudas. Se quejó de que se llamara general a Félix Sanz Roldán y aseguró que él no pediría que le miraran a la cara para dar verosimilitud a sus palabras, como había hecho el exdirector del CNI, para insistir en su mantra: todos sus problemas con la justicia, por los que ya ha sido condenado a más de 20 años de prisión, se deben a él. Y cuando se centró en el asunto para el que se le había convocado, los atentados del 17 de agosto de 2017 de Barcelona y Cambrils, insistió en sus tesis: «Se pudieron evitar».

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