Más de dos décadas después de ‘Doctor Zhivago’, Keira Knightley reaparece en las series como protagonista de ‘Palomas negras’ (Netflix, miércoles, día 5), ‘thriller’ paranoico de Joe Barton (‘Giri/Haji: Deber/Deshonor’, ‘The Lazarus project’) sobre una mujer que lleva diez años entregando secretos del gobierno británico a la misteriosa organización titular. Su disfraz es complicado y delicado: es la esposa del ministro de Defensa (Andrew Buchan), con el que ha tenido dos adorables mellizos. Cierto asesinato pondrá su frágil mundo patas arriba y la llevará a pedir ayuda a un colega sicario (el excelente Ben Whishaw) para cumplir una venganza a gusto. Drama, acción, humor negro y Navidad, cuando se desarrolla la historia, son los ingredientes de una aventura serializada en la que se nota disfrutar de lo lindo a la estrella de ‘Piratas del Caribe’. 

-Desde aquella ‘Doctor Zhivago’ de 2002, no había vuelto a ser vista en una serie. ¿Cómo ha sido volver a este formato tantos años después? 

-Es cierto, no había hecho tele desde entonces. Desde entonces, el medio ha cambiado una barbaridad. Puedo decir que esta serie tenía mucho más presupuesto que ‘Doctor Zhivago’ [ríe]. Por otro lado, seguíamos teniendo poco tiempo para rodar. Fueron seis meses y el ritmo fue muy rápido. Joe Barton, el guionista, disfruta escribiendo conversaciones, y a veces nos veíamos filmando entre doce y quince páginas de diálogo al día. Si vienes del cine, eso no es lo normal, no haces tanto en un solo día. Pero me pareció realmente divertido. Tengo poca capacidad de atención, me aburro rápidamente, así que ese ritmo de trabajo era estupendo para mí. 

-¿Estaba familiarizada con las series de Joe Barton cuando le propusieron el proyecto? ¿Ve muchas series? 

-Veo muchas series, así es. Y de hecho, si quise hacer ‘Palomas Negras’ fue porque había visto ‘Giri/Haji: Deber/Deshonor’. Llevaba tiempo queriendo hacer una serie. Estuve a punto de hacer algunas [como ‘La serpiente de Essex’] que, por diversos motivos, no acabé haciendo. Mi mánager me habló de Barton y enseguida recordé cuánto me había gustado ‘Giri/Haji’. Cualquier persona capaz de acabar una serie con un baile interpretativo me parece interesante [ríe]. Su imaginación es muy extraña. Es capaz de abordar asuntos serios con humor, de ser realista y, a la vez, jugar con toques casi de dibujo animado… Camina por líneas muy delgadas en todas sus creaciones. 

-La serie parece un poco tributo a aquellos grandes ‘thrillers’ paranoicos de los años setenta: ‘El último testigo’, ‘Los tres días del cóndor’, ‘La conversación’… ¿Es fan de esa clase de películas, de su atmósfera enervante y fascinante? 

-Me encanta ‘El último testigo’. Y ‘Klute’ fue también una gran referencia para todos. Teníamos esas imágenes de esa clase de películas pegadas a las paredes. Lo que los ‘thrillers’ de aquella época conseguían era resultar tremendamente tensos sin perder unas dosis de humor. Las relaciones centrales tienen muchos matices. En los ‘thrillers’ de los años noventa todo se volvió más blanco y negro. Para mí, dos décadas atrás se había llegado a la cumbre en este género, también en parte por cuestiones de estilo. Hace poco volví a ver ‘El último testigo’ y, bueno, quizá yo sea tonta, pero… ¡la trama no tiene ningún sentido! Tampoco importa mucho. Sigues mirando por el estilo con que está hecha. En el fondo, es todo un poco tonto, pero tiene tanta clase que no te importa. 

-Es lo mismo con ‘El sueño eterno’… Por muchas veces que la veas, no se acaba de entender, pero eso no significa que vayas a dejar de seguir viéndola.  

-Totalmente. Dices «esto no tiene sentido», pero ahí sigues [ríe].  

-Su personaje vive en una zona gris moral. Es fácil que caiga bien al espectador, pero, a la vez, está mintiendo a su marido y negándose a sí misma que esté haciendo daño a sus hijos con sus acciones. 

-Helen es todo grises, no hay blanco ni negro con ella. En cierto modo, se podría decir que es la mala de la serie. Es la buena y, a la vez, es la mala. Es buena esposa y madre, pero al mismo tiempo es una esposa y madre terrible. Todos los opuestos se dan la mano en su interior. En concreto, su relación con su marido es una que encontré realmente interesante. Porque al principio puedes pensar que es un trabajo y que no le quiere en absoluto, pero no, no… Si alguien se ha quedado ahí tanto tiempo y ha elegido tener hijos, es por un motivo. De modo que le quiere de algún modo y al mismo tiempo le está puteando todo el tiempo. ¿Qué pasa entonces? Esa dinámica de poder es fascinante. 

-Es un personaje muy completo, cargado de ambigüedad moral y también diestro en el combate. ¿Comprobó de primera mano la existencia de la memoria muscular? ¿Le sirvió de algo la acción aprendida en los rodajes de ‘Piratas del Caribe’ o ‘El rey Arturo’? 

-La verdad es que sí, fue algo increíble. Acabé la última película de ‘Piratas’ hace unos… ¿dieciocho años? Y todo seguía ahí de algún modo. Toda la lucha con espadas que me enseñaron fue de gran ayuda para la lucha con cuchillos. Aunque de vez en cuando me tenían que parar los pies y decirme: «No, no has de esquivar, aquí has de golpear», o cosas por el estilo. Pero de verdad que todo estaba ahí. La memoria muscular existe. 

-Uno de los grandes atractivos es la relación entre su personaje y el sicario encarnado por Ben Whishaw. La serie puede llegar a parecer, por momentos, un raro caso de ‘buddy movie’ chico-chica, ¿verdad? Algo que ya probó en ‘Buscando un amigo para el fin del mundo’, al lado de Steve Carell.  

-No lo había pensado, pero puede que exista esa conexión. Sí que aprecié desde el momento que la relación central fuera esta amistad. Cómo no dejan de discutir y tampoco de quererse. Es una clase de amistad que me resultaba familiar, aunque claro, en mi caso en una versión menos extrema. Es un ‘thriller’ de espionaje lleno de asesinatos, pero con una reconocible relación de amistad en el centro. 

Todo lo que aprendí en ‘Piratas del Caribe’ décadas atrás me fue de gran ayuda para la lucha con cuchillos en esta serie

-Hoy en día, si buscas un buen ‘thriller’ para mayores, es más fácil encontrarlo en el ‘streaming’ que en el cine. 

-Todavía se siguen haciendo buenas películas, pero en mi caso, la mayoría de cosas que me ofrecen son más bien series; con personajes de variado grado de interés. Durante un tiempo, el ‘streaming’ nos ha dado personajes femeninos increíbles. Me siento afortunada de haber conseguido uno de ellos. 

-¿Le gustaría seguir siendo Helen Webb en muchas otras temporadas? 

-Sí, quizás. ¿Quién sabe dónde podría llevar esto Joe [Barton]? Su especialidad es crear a gente curiosa y ponerla en situaciones extrañas. En esencia, estás viendo a dos personas existir en un mundo extraño creado por él. E incluso los personajes que no son centrales acaban siendo interesantes, como las dos sicarias femeninas, que son sensacionales. Joe había fichado a las actrices para un par de escenas y le gustaron tanto que acabó creando toda una subtrama alrededor de ellas. 

-Por cierto, ahora que es usted parte del mundo Netflix… ¿puede pedirles que no hagan esa nueva serie de ‘Orgullo y prejuicio’? La película de 2005 es insuperable.  

-Usted sabe que van a hacerla [ríe]. No sé cuándo sale exactamente, pero va a llegar. De todos modos, es normal que sigan apareciendo nuevas versiones de historias que tienen esa resonancia y ese potencial para durar. Estoy muy orgullosa de la película. Todavía hoy la gente la sigue viendo y eso me parece extraordinario. 

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