La convicción de que la legislatura durará y que Pedro Sánchez -rearmado internamente tras el congreso del PSOE en Sevilla- no tiene intención de adelantar las elecciones generales no provocará un freno en el tono de oposición del PP. Una cosa es que Alberto Núñez Feijóo asuma que no tiene números para una moción de censura o que asegure a los socios del Gobierno que “no tiene prisa” por llegar a la Moncloa porque ese escenario realmente no está encima de la mesa en el corto plazo, y otra muy distinta es que los conservadores vayan a cambiar su estrategia de desgaste total hacia el presidente.
Al contrario. En el núcleo duro del líder popular aseguran que esa estrategia de “tener al Gobierno contra las cuerdas” surte efecto en vista de los sondeos demoscópicos y de la situación que atraviesa Sánchez y su núcleo duro. “Nuestra percepción es que no respiran. Que cada semana se les hace más difícil”, rematan para sacar pecho de una hoja de ruta que no prevén modificar, insistiendo en que los frentes judiciales se acumulan en la Moncloa.
En el PP tienen los cálculos hechos: “Llevamos ya un tercio de legislatura y nuestra estrategia está funcionando”. En las últimas semanas Feijóo ha pedido la dimisión del presidente del Gobierno en varias ocasiones, ha asegurado que la situación es “límite” y “la degradación política, la mayor desde la Constitución de 1978”. En mitad de este discurso el dirigente popular ironizó el fin de semana en Valladolid ante 2.000 cargos de su partido -y en paralelo al congreso federal del PSOE- al pedir a Sánchez que “aguantara” en el cargo porque no merecía irse “con honor”, sino que serán los españoles los que le echen “democráticamente”.
La frase generó cierto desconcierto porque el tono en estos días había sido de solemnidad máxima y repitiendo que no puede pasar ni un día más sin que el presidente se marche. Pero la ironía -insisten en Génova- también tenía un punto de pulso político: la convicción de Feijóo de que la próxima vez que se midan en las urnas el PP sí logrará gobernar, y la intención de querer enfrentarse una vez más con Sánchez. “Que no haga como Rubalcaba y se marche sin llegar a presentarse de nuevo”, aclaraban en su equipo este lunes.
La mayor dificultad que tienen en el PP pasa por controlar la ansiedad de sus cargos y también de las propias bases, que a cada escándalo o novedad en los frentes judiciales que afectan al presidente responden pidiendo un tono aún más duro. Por eso, como publicó este periódico, Feijóo se anticipó dejando claro que si tuviera números ya habría registrado una moción de censura. Y por eso insiste -y seguirá haciéndolo- en la dimisión del presidente. También por eso, desde hace semanas, la dirección nacional trabaja en la pedagogía interna, recalcando que hay que evitar la frustración de no poder provocar un adelanto electoral y concentrarse en tener lista la alternativa. En ese sentido, el propio núcleo duro de Feijóo ha aprendido mucho en estos meses.
“Viene un diciembre duro para Sánchez”
En mitad del equilibrio por mantener una oposición muy dura y tranquilizar a las bases, el PP se prepara para un diciembre lleno de declaraciones en sede judicial sobre la trama Koldo. En Génova ya tienen marcadas en el calendario varias fechas. La primera, la de José Luis Ábalos el día 12 de diciembre. A continuación será el turno de Víctor de Aldama -que consiguió salir de la cárcel tras colaborar con la justicia- y Koldo García, el otro protagonista de la trama y mano derecha de Ábalos.
Mientras estos testimonios transcurren, reflexionan en el PP, también habrá novedades en la investigación sobre las actividades de Begoña Gómez, también judicializadas. Y en Génova le dan una vital importancia al desenlace que tenga el fiscal general del Estado por el caso del novio de Isabel Díaz Ayuso. Como publicó este diario, los populares mantienen un perfil bajo sobre el caso Lobato porque entienden que hacen más daños “en la sombra y con las palomitas” que entrando a valorar la jugada del exlíder de los socialistas madrileños, inmerso en una guerra interna.
Está por ver qué ocurre con Pilar Sánchez Acera, la que fuera jefa de gabinete de Óscar López cuando Lobato recibió sus mensajes para que aireara un documento confidencial de la pareja de Ayuso. Pero el PP da por hecha su imputación.
“Viene un diciembre prenavideño muy duro”, se jactan en el entorno del líder popular, dando por hecho que ese “acorralamiento” que ven en el PP “irá a más” en las próximas semanas.