“Si algo toca ahora –nos toca a todos y a mí el primero– es dar un paso al frente. No a un lado ni atrás, sino un paso al frente” ante los “ataques” que van a movilizar a “toda la derecha”. “Tengo más ganas, más ilusión y más fuerza que nunca”. Con esta reflexión compartida por Pedro Sánchez en su discurso final, el secretario general del PSOE socializaba el acoso judicial en una causa de todo el partido. Un partido al que ha puesto “a trabajar” con “absoluta” y “única” prioridad recuperar el poder territorial -autonómico y municipal- perdido.
Necesita a un partido enchufado que le ayude a continuar en la Presidencia del Gobierno un nuevo mandato. Y, a su vez, levantar el ánimo de una organización que no ve claro el futuro y que reconoce que están en plena reestructuración interna.
Lejos de estar en cuestión el liderazgo de Sánchez en el PSOE, que justo acaba de ser ratificado por cuarta vez, el ambiente “enrarecido” que muchos veían este fin de semana en Sevilla les llevaba a dudar de que continue con el halo presidencial. Sensación que tampoco ha contrarrestado el reelegido secretario general al no mostrar gesto alguno sobre sus intenciones para la nueva etapa del partido y mostrar cierta distancia con las bases al dejarse ver solo en los momentos necesarios, después de que el viernes, que ya estaba en Sevilla, prefiriese no ir al cónclave para preparar su discurso final.
Y es que este 41 Congreso Federal del PSOE ha ido de menos a mal en lo que a moral y ánimo se refiere. Los delegados y dirigentes llegaban el viernes al recinto mientras, casi en paralelo, Juan Lobato – exsecretario del PSOE de Madrid – cruzaba la puerta del Tribunal Supremo para aclarar las conversaciones de wasaps que habían registrado ante notario y que salpican a la Moncloa.
El caso Lobato, que pasó de protagonizar los primeros compases del cónclave en el que hasta algunos de sus más próximos lo han dejado solo después de lo que califican de “grave error”, acabó por circunscribirse a un tema de la federación madrileña tras dejarse ver -y querer- Óscar López por el cónclave.
El intercambio de mensajes entre Lobato y la jefa de gabinete de Óscar López durante su etapa en Presidencia pusieron a Pilar Sánchez Acera como foco de muchas conversaciones por su posible imputación judicial. Supondría otro caso más en la espiral judicial que bordea al presidente.
Como el que afecta a su mujer, imputada por el juez Peinado. Begoña Gómez recibió muestras de apoyo en los puntuales momentos en los que se la vio por el cónclave, como cuando entró en el plenario como una más de la dirección del PSOE junto a Santos Cerdán, María Jesús Montero y Cristina Narbona.
De ello habló el propio Sánchez denunciado que en su familia -su hermano está siendo investigado- “también son víctimas del odio de los odiadores” lo que le ha llevado en estos últimos meses a meditar mucho “qué hacer con mi vida”.
En la dirección también ven derivadas imprevisibles en este campo y, para guardarse las espaldas, han optado por contratar a un abogado experto en el Supremo y externo a la organización. Prueba de que pese la tranquilidad manifiesta prevén un aguacero desde los tribunales.
La situación general del partido era de “preocupación” por la “ofensiva judicial” que denuncian les llega por varios frentes. Y que le lleva a comparar con etapas finales de acoso como las vividas por Felipe González o incluso por Mariano Rajoy.
Así de las caras serias del viernes, los socialistas el domingo dejaban Sevilla con el encargo de “trabajar duro para llevar en 2027 el cambio progresista allí donde hoy hay gobiernos negacionistas”.
Para tal encomienda Sánchez llamó a “trabajar con más fuerza si cabe” porque “podría pensarse que si nos atacan tanto es porque se sienten fuertes y nos ven débiles” cuando, a su juicio, “es justo al revés”. “Nos acosan porque saben que el PSOE se ha convertido en un referente”.
El suyo fue un discurso con un halo romanticista de no cejar en el empeño y a la vez de coaching para que “los lamentos y el gris cenizo del pesimismo, se los quede la derecha”. “Sé bien que nos van a golpear. Que nos van a calumniar. Sé que elevarán aún más las revoluciones a las que ya trabaja la máquina del fango, y que van a movilizar a toda la derecha” compartió Sánchez como revulsivo para apelar al “orgullo y la ambición: orgullo por lo ya alcanzado y ambición ante lo que está por venir”.
Pero lo que ahora está por venir es el ruido interno en el PSOE con la renovación de los líderes territoriales del partido que Ferraz espera controlar para que la maquinaria esté engrasada y con la fuerza necesaria para que Sánchez siga “tres años y los que vienen después”.