Me hice del Barça hace más de sesenta años, cuando el equipo azulgrana estaba a punto de ser derrotado, en Berna, por el Benfica de Lisboa en aquella final de la Copa de Europa –disputada el 31 de mayo de 1961–. Estuve tan triste esa noche que juré jamás dudar de mi fe en aquel equipo que ahora mismo ya tiene 125 años de edad –los festejó en la noche del pasado viernes en el Teatre Liceu–.

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