El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es escurridizo. Cuando infecta a una persona, rehuye de los tratamientos escondiéndose en el genoma de su huésped. Esta característica es la que dota al VIH de una característica especial: se puede cronificar pero no curar. La misma característica que ha convertido a la investigación en un rompecabezas que parecía no tener solución. Hasta la llegada del covid.

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