El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) es escurridizo. Cuando infecta a una persona, rehuye de los tratamientos escondiéndose en el genoma de su huésped. Esta característica es la que dota al VIH de una característica especial: se puede cronificar pero no curar. La misma característica que ha convertido a la investigación en un rompecabezas que parecía no tener solución. Hasta la llegada del covid.
Si algo trajo el coronavirus – además de dos años de pandemia y un confinamiento traumático para la mayor parte de la población – fue un avance significativo en la tecnología terapéutica. La covid obligó a avanzar a pasos acelerados hacia el desarrollo de las terapias basadas en el ARN mensajero, algo que hasta el momento estaba en una fase experimental muy primigenia. Ahora, esa misma tecnología podría convertirse en un rayo de esperanza para los pacientes crónicos de VIH.
La microbióloga de la Universidad de La Laguna (ULL), Sara Marrero, lleva ya varios años tratando de aplicar los principios de las vacunas de la covid a una futura posible cura para el VIH. Junto a investigadores de la Universidad de Melbourne (Australia) –donde ha cursado parte de su etapa postdoctoral–, Marrero está trabajando en estudiar el estado de latencia del VIH y cómo revertirlo. «Cuando el virus infecta al paciente en algunas células queda en estado latente integrado en el genoma y no es accesible para los tratamientos antivirales actuales», explica la investigadora.
Esto se complica, además, porque el virus es capaz de mutar casi en tiempo real para adaptarse a su huésped, lo que durante décadas ha complicado la posibilidad de crear una terapia eficaz para todos los pacientes . «Actualmente los pacientes infectados por el VIH-1 deben medicarse de forma crónica para controlar la carga viral en el organismo», indica la investigadora. No en vano, solo una cura completa de la enfermedad podrá evitar las «muertes por eventos no-sida» que se calcula que son responsables de un 60% de los fallecimientos de este colectivo. Entre estas consecuencias se encuentran las hepatopatías y algunos tumores.
Por esta razón «hay muchos laboratorios alrededor del mundo intentando buscar una cura o vacuna para este virus». Ahora con la aparición de la tecnología de ARN mensajero se abre un nuevo campo para intentar buscar nuevas alternativas de tratamiento que puedan dar nuevos resultados no probados hasta ahora.No en vano, esta terapia se basa en otorgarle a las células las instrucciones genéticas necesarias para combatir los errores y eliminar todo aquel patógeno no reconocido.
En concreto, Marrero trabaja en una estrategia para llegar hasta ese huidizo virus es la denominada shock and kill. Shock, porque se utilizan fórmulas para sacar de ese estado de latencia viral a las células infectadas. Kill, porque una vez despiertas las células, se les puede tratar para que eliminen a ese virus que las ha dejado aletargadas. En la teoria, esto conseguiría «eliminar el virus por completo del organismo del paciente infectado», tal y como insiste la investigadora.
El estudio se encuentra «en una fase de análisis de unos datos muy prometedores» que están pendientes de publicación en revistas internacionales para su difusión. Tras esto, Marrero continuará con la investigación para seguir avanzando en esta búsqueda por una cura definitiva para el VIH.