Pedro Sánchez señaló a los suyos la necesidad de renovar liderazgos territoriales hace casi un año. Fue en una ejecutiva federal después de la debacle electoral en los comicios gallegos donde urgió a promover liderazgos “transversales”, con capacidad de aglutinar apoyos más allá de las siglas. No porque este fuera el punto de inflexión, ya que el PSOE venía de perder la mayoría de su poder territorial en las autonómicas y municipales, sino porque fue la primera vez desde las generales en las que se pudo para a hacer una reflexión para marcarse objetivos a medio plazo.
Los meses anteriores habían estado marcados por las negociaciones para la investidura y apenas un mes después de salir Sánchez investido el PSOE tuvo que volver a activar la maquinaria electoral tras decidir Alfonso Rueda adelantar las gallegas. Luego vinieron las vascas, tras las que Sánchez recuperó estos deberes, pero se volvieron a aplazar debido a un nuevo adelanto electoral por accidente en Cataluña.
Cerrado este ciclo electoral, que completaron las europeas, el PSOE volvió a mirar a los territorios, cuya renovación de proyectos y liderazgos para presentarse como alternativa al PP no podía producirse sin antes celebrar un congreso federal. Así lo marcan los estatutos, con los procesos congresuales ordinarios en las federaciones siempre en cascada tras el federal. Se convocó el 41 congreso federal el pasado mes de siempre y, aunque por el camino surgieron otros problemas, de mayorías en el Congreso y de un frente judicial cada vez más torrencial, Sánchez dejó como principal mensaje en su discurso de clausura este domingo en Sevilla que la “principal prioridad será ganar las elecciones municipales y autonómicas de 2027”.
La número dos del partido y vicepresidenta primera, María Jesús Montero, ya había fijado este objetivo durante el arranque del congreso, con un aviso a los líderes territoriales que se mantenían al frente de sus federaciones tras perder las pasadas elecciones. Para levantar una alternativa frente a los gobiernos del PP es necesario “revitalizar el proyecto y, en ocasiones, sus liderazgos«.
La nueva ejecutiva diseñada por Pedro Sánchez, más allá de la lectura continuista al reforzarse el núcleo duro, representa un encaje de piezas con vistas a las batallas internas que ahora se trasladan a las federaciones. Un encaje de piezas que anticipan movimientos de fichas de Ferraz de cara a los congresos autonómicos y la renovación de liderazgos territoriales donde no se gobierne.
Como es el caso de la incorporación de Javier Cendón, crítico con el secretario general del partido en Castilla y León, Luis Tudanca, mientras que sale la ministra de Igualdad, Ana Redondo, uno de los nombres que se planteó como alternativa. También es sintomática la incorporación de Manuela Berges por Aragón y la continuidad de la ministra Pilar Alegría, la preferida por Ferraz parar superar el lambanismo y ponerse al frente de la federación.
En la Comunidad Valenciana, donde no se descarta una moción de censura vinculada a un compromiso de adelantar elecciones si Vox decide soltar amarras con Carlos Mazón, el líder de los socialistas encumbra a Pilar Bernabé. La delegada del Gobierno y ‘cara’ del Ejecutivo central en la gestión de la DANA, será secretaria de Igualdad y, a la postre, la número cuatro de Ferraz. Este domingo escenificó un tándem con la ministra de Ciencia y líder de los socialistas valencianos, Diana Morant.
La barrera del 30%
Cerrado el congreso federal, Sánchez lanza al PSOE para intentar recuperar el terreno perdido. El objetivo, competir con el PP en las próximas citas autonómicas, y garantizar a Pedro Sánchez un resultado por encima de la barrera del 30% de los votos. Fuentes del Gobierno hablan incluso de cifras “más cercanas al 35% que el 30%” si se abre una brecha en la Comunidad Valenciana frente a Mazón, se erosiona la hegemonía de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, tarea encargada al ministro Óscar López, y se mire de tú a tú a otros presidentes del PP como Jorge Azcón en Aragón, Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León o María Guardiola en Extremadura. Ampliar su base electoral más allá de depender únicamente de su principal granero en Cataluña, y de ser primera fuerza en las generales en Euskadi.
La principal debilidad de esta estrategia, según reconocen las mismas fuentes, es la pérdida de pie del espacio a su izquierda. Una suma por debajo de los 30 escaños, apuntan, haría prácticamente imposible reeditar una coalición en 2027 en un contexto de política de bloques. Frente a ello, se vuelve a lanzar un mensaje de reivindicación identitaria de izquierdas, con los ecos del globo sonda lanzado en las gallegas sobre la posibilidad de concurrir en una candidatura única en las provincias donde no tenga representación el espacio a su izquierda.
Sánchez reivindicó media docena de veces la identidad de izquierdas del PSOE e hizo un llamamiento a abrir el partido a más sectores. “Nuestra principal prioridad será ganar las elecciones municipales y autonómicas de 2027 y volver a gobernar en toda España”, resumió desde la tribuna para lanzar al PSOE a recuperar terreno.