Mañana, 1 de diciembre, tomarán posesión los nuevos cargos de la Unión Europea. Iniciamos un período ejecutivo cargado de novedades políticas, pero también de retos que pondrán a prueba la capacidad de nuestros altos representantes para llegar a acuerdos. Es cierto que la fuerza de los dos grandes partidos europeos sigue ahí, pero para hacerla efectiva habrán de ser capaces de limar asperezas, suavizar diferencias, y marcarse objetivos comunes que redunden en beneficio del conjunto de la ciudadanía europea. De lo contrario, las nuevas fuerzas políticas que han irrumpido en las Instituciones europeas lograrán hacerse oír e imponer peligrosas derivas ideológicas.

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