El destino quiso unir de por vida a una familia grancanaria, los Bautista, con Valencia. El deseo de Silvia de cursar en la UPV los estudios universitarios de Ingeniería y Diseño Industrial la llevó a la capital del Turia. En su primer año, tras comprobar que no le terminaba de enganchar la carrera elegida, decidió permanecer allí haciendo Ciencias de la Actividad Física y del Deporte y practicando el deporte que le apasiona, el baloncesto. Su padre, Pablo fue exjugador de voleibol en el Guaguas y de vóley playa, y su mujer también, además de impartir clases de este deporte en la ULPGC. El progenitor trabaja como bombero en San Bartolomé de Tirajana. Esa profesión, posteriormente, le llevaría a crear un nuevo vínculo con la tierra que acogía a su hija.
El pasado 29 de octubre, a 2.125 kilómetros de distancia, los progenitores de Silvia, como el resto del mundo, contemplaban atónitos las noticias que empezaban a llegar desde la Comunidad Valenciana a causa del devastador efecto de una DANA.
La joven grancanaria reconoce que tuvo mucha suerte, «porque la residencia en la que vivo está situada al otro lado de la ría, en el centro de la ciudad y en este lado la verdad es que no cayó ni una sola gota». «Todo lo he vivido a través de las redes sociales y de amistades que han ido a ayudar, sin ir más lejos mi padre, que es bombero en Maspalomas vino de voluntario durante una semana», explica la isleña.
A pesar de que la tragedia no la alcanzó directamente, la preparación con la selección de la UPV –Universitat Politécnica de Valencia– de la Copa del Mundo Universitaria de la modalidad 3×3 de baloncesto, que se celebró en la localidad china de Xiamen del 22 al 24 de noviembre, no le permitió estar en primera línea ayudando a las víctimas de la catástrofe. Pero sí conoció en profundidad las trágicas consecuencias de la DANA no solo por la experiencia sobre el terreno de su padre, desplazado voluntariamente hasta el epicentro de la catástrofe, sino también por gente cercana a ella en Valencia: «Aquí todo el mundo tiene algún conocido que se ha visto afectado de alguna manera u otra, han perdido el coche o han estado varios días incomunicados».
Incluso al regreso del torneo en China, en el que su equipo acabó en décimo lugar, la grancanaria señalaba que «en la UPV, un mes después de la tragedia, todavía seguimos dando clases online hasta el próximo 9 de diciembre». «El metro está parado y es fundamental, porque con las guaguas no basta para que se desplace todo el mundo», explica la jugadora formada en las categorías de formación del Spar Gran Canaria.
Por su parte, su padre Pablo no dudaba en poner al servicio de los afectados por la DANA su experiencia durante 17 años como agente de bomberos en San Bartolomé de Tirajana. Recuerda que partieron de Gran Canaria el domingo 3 de noviembre, en el primero de los cuatro relevos isleños. Los 71 efectivos de todo el Archipiélago llegaron a Valencia a bordo de un Binter fletado especialmente por el Gobierno de Canarias, cuyas bodegas iban repletas de material necesario en las zonas afectadas. Las localidades de Alfafar, Massanassa y Paiporta fueron su destino durante los seis días que permanecieron allí. «Eran dos lugares que se vieron bastante afectados por la DANA y a nosotros nos ubicaron en el Ikea de Alfafar, que nos lo encontramos lleno de barro y piedras, por lo que tuvimos que limpiar la entrada al centro para montar el puesto de mando avanzado», explica, al tiempo que aclara que su misión allí era la de «ofrecer apoyo logístico para poder ayudar en la rehabilitación de estructuras vitales, dar apoyo a los cuerpos de emergencia de Valencia, Alicante y de otras comunidades autónomas, ayuda a la población, búsqueda de supervivientes sobre todo en los primeros días, establecer un puente de mando, la limpieza de calles y sótanos, achique de agua en garajes, ascensores, trasteros o vivienda, facilitamos electricidad a los grupos de voluntarios que teníamos justo al lado donde se encargaban de recoger bienes de primera necesidad para repartirlos entre la población, retirada de vehículos y de enseres de las viviendas al exterior para que pudiesen ser retirados».
Ante la situación de alerta roja que se decretó en Valencia y teniendo a su hija Silvia allí, reconoce que «estábamos afectados y tuve claro que me iba a apuntar sobre la marcha para lo que pudieran necesitar». En el recuerdo le queda «las muestras de cariño y de agradecimiento de todos los afectados, que a pesar de que no tenían nada y nos aplaudían y nos daban las gracias a cada momento, me ha servido esta experiencia para poder compartir codo a codo con otros cuerpos y fuerzas de seguridad y emergencias de esta y de otras islas»
Silvia, en 3×3, se colgó la plata en los Juego Europeos Universitarios, y fue décima en el Mundial
Pablo reconoce que el impacto real de lo que se encontró en Valencia nada tenía que ver a lo que se podía ver por televisión: «Estar allí te dejaba impactado, porque nos sorprendió la extensión que alcanzó esta catástrofe natural, eran más de 70 municipios afectados, estaba todo destruido, cientos de coches, viviendas inundadas, material que era arrastrado por ese agua con una fuerza tremenda, era algo más fuerte que lo que puedes ver en cualquier película de terror, era horroroso, aunque comparado con la catástrofe del volcán de La Palma era diferente, puedo decir que esta me sorprendió incluso más, porque esta era descomunal y fuera de control».
Del horror a China
Silvia Bautista, con el resto de compañeros y compañeras de la selección de 3×3 de la UPV, tenían que sobreponerse a lo sucedido para intentar repetir en China la plata lograda en Hungría en los Juegos Europeos Universitarios, en el Mundial de China. El combinado masculino y femenino valenciano representaba España en la competición oriental.
«Me encontré un nivel más alto, incluso, de lo que me esperaba, el primer partido nos tocó ante las que fueron campeonas, que era el equipo local y contaban con unas exteriores muy duras y una pívot de 1,99 que era imparable; el segundo encuentro fue ante las mexicanas, ante las que tuvimos que jugar la mitad del partido con solo tres jugadoras porque a una de nuestras compañeras le abrieron la ceja, pero lo ganamos; y en el tercer choque tampoco tuvimos suerte porque nos tocó jugar ante las campeonas del año pasado, estuvo muy reñido pero la fatiga ya se notaba y ellas tenían mucha experiencia porque solo se dedican al 3×3. Al final terminamos décimas», resumía Silvia. n
Suscríbete para seguir leyendo