La DANA que arrasó a Orihuela y a la Vega Baja en septiembre de 2019 ha dejado una huella que va a ser muy difícil de poder olvidar y así se refleja en los rostros de los oriolanos cada vez que se pronuncia la palabra, para muchos, ‘maldita’. El municipio sufrió graves daños en infraestructuras, viviendas… vivió el desbordamiento del río Segura y atravesó momentos críticos donde salvar vidas era la única prioridad. Cinco años después, Víctor Valverde, concejal de Emergencias del Ayuntamiento de Orihuela entonces y en la actualidad, reflexiona sobre lo vivido, lo aprendido y lo que aún queda por hacer.

Si algo ha aprendido Orihuela es el refuerzo y la consolidación de los protocolos municipales, sobre todo en la fase de preemergencia. «En 2019, gracias a la experiencia adquirida previamente, pudimos tener maquinaria pesada en Orihuela desde el inicio. Esto marcó una gran diferencia respecto a 2016, cuando la tardanza en la llegada de estos recursos complicó nuestra respuesta inicial». La activación inmediata del CECOPAL (Centro de Coordinación Operativa Local) permitió coordinar esfuerzos entre cuerpos de seguridad, bomberos, vecinos y administración y «es en lo que estamos volcados, en seguir mejorando».

Si algo ha aprendido Orihuela tras la DANA de 2019 es el refuerzo y la consolidación de los protocolos municipales, sobre todo en la fase de preemergencia. / INFORMACIÓN

El Ayuntamiento también sigue trabajando en los sistemas de drenaje sostenible en zonas urbanas, aunque Valverde subraya que estas infraestructuras están diseñadas para lluvias moderadas. «Pueden manejar lluvias de hasta 40 litros por metro cuadrado, pero no son suficientes para episodios extremos como los de 2019», explica.

El miedo latente: cada lluvia revive el recuerdo

«Cada vez que caen cuatro gotas, temblamos», comenta Valverde. Este temor generalizado no es infundado. La falta de medidas estructurales que mitiguen los efectos de lluvias torrenciales sigue siendo un problema pendiente. «Desde 1987 estamos reclamando las mismas obras. La Rambla de Tabala, la Rambla de Abanilla, mejor capacidad de desagüe del Segura, el Reguerón de Hurchillo… Todo sigue sin definirse. Y mientras estas actuaciones no se ejecuten, el riesgo sigue ahí».

La ubicación geográfica de Orihuela la convierte en el primer frente de choque ante fenómenos meteorológicos adversos. «Lo que ocurre en Orihuela es un anticipo de lo que puede suceder en el resto de la comarca. Somos el escudo de la Vega Baja», recalca Valverde. Episodios como el desbordamiento de la Rambla de Abanilla en 2019, que levantó cientos de coches y desplazó camiones de gran tonelaje como si fueran plumas, son prueba de ello. «El caudal del agua en la Rambla de Abanilla llegó a ser cercano a los 1.400 m³ por segundo. Si ese caudal hubiera impactado directamente en una ciudad de 15.000 habitantes, la tragedia habría sido inconmensurable», alerta.

Estas dos ramblas, la de Tabala y Abanilla, son los dos desafíos hidráulicos de los que está pendiente Orihuela. Son armas de destrucción cuando se suceden episodios torrenciales de lluvia como ocurrió en la DANA de 2019.

La Rambla de Tabala se encuentra en la vecina región de Murcia y cada vez que llueve torrencialmente representa un grave peligro para las pedanías de Orihuela que se encuentran en su recorrido atravesando zonas agrícolas y urbanas. Las aguas de la Rambla de Tabala hace cinco años inundaron viviendas, dejó a familias enteras sin hogar y provocó cuantiosas pérdidas materiales. Junto a esto, el arrastre de sedimentos bloqueó y destruyó caminos rurales y vías principales dejando aislados a muchos vecinos durante días dificultando la entrada de los servicios de emergencias. La fuerza del agua y la falta de medidas de laminación convierten a la Rambla de Tabala y su desbordamiento en altamente peligroso.

Otra gran enemiga es la Rambla de Abanilla cuya parte principal de su cuenca está también en la Región de Murcia, bajando las aguas torrencialmente hacia el término de Orihuela buscando también el río Segura. Su historial de desbordamientos ha generado auténticas catástrofes, afectando sobre todo a nuestro Polígono Industrial y a las pedanías del Escorratel, Camino Viejo de Callosa y Media Legua, de forma brusca y mediante laminación La Campaneta, San Bartolomé, El Badén y El Mudamiento, además del resto de poblaciones de la Vega Baja.

Víctor Valverde, concejal de Emergencias del Ayuntamiento de Orihuela.

Víctor Valverde, concejal de Emergencias del Ayuntamiento de Orihuela. / INFORMACIÓN

Sin sistemas de laminación ni adecuaciones en el cauce de la Rambla de Tabala y con escasas medidas de este tipo en la de Abanilla, representan una amenaza constante para Orihuela y toda la Vega Baja. Como ha señalado Víctor Valverde, concejal de Emergencias, estas ramblas deberían haber sido objeto de actuaciones prioritarias desde el Plan de Inundaciones de 1987. Sin embargo, las obras necesarias para garantizar la seguridad de la población siguen pendientes. Mientras tanto, cada episodio de lluvias fuertes convierte a estas ramblas en protagonistas de inundaciones devastadoras.

El concejal es contundente al señalar las responsabilidades compartidas: «Es necesaria la implicación de todas las administraciones con competencias en realizar estas infraestructuras vitales para nuestros vecinos».

Además, insiste en que el Ayuntamiento continuará exigiendo las grandes obras hidráulicas pendientes. «La Generalitat ha mostrado compromiso, pero la CHS tiene que asumir su parte. Estas obras no son un lujo, son una necesidad para garantizar la seguridad de las personas».

Para Valverde, el control del agua es la clave para evitar desastres futuros. «Sin medidas estructurales que laminan el agua, las ramblas seguirán siendo una amenaza. Y por supuesto aplicando otro tipo de medidas que ayuden a la evacuación del agua lo más rápido posible. El agua no pierde su velocidad; si no la controlamos, arrasa con todo lo que encuentra».

El concejal también enfatiza que tenemos que trabajar en soluciones adaptadas a nuestras circunstancias. También es necesario actuar en los múltiples barrancos y ramblas con la que cuesta nuestro término municipal, que aunque con una menor cuenca de recepción, también causan daños y pérdida.

El futuro: más allá de la emergencia

Mientras se siguen reclamando las obras estructurales, Orihuela trabaja en mantener preparados a sus equipos y en aumentar la concienciación ciudadana. «Como bien dice nuestro alcalde Pepe Vegara, el que no recuerda corre el riesgo de olvidar», sentencia Valverde. Por ello, la conmemoración de 2019 no es solo un homenaje, sino un recordatorio de que la lucha contra las inundaciones sigue siendo un desafío pendiente.

A cinco años de aquella tragedia, Orihuela mantiene vivo el espíritu de solidaridad y el compromiso de aprender de los errores. Sin embargo, como señala Valverde, «no podemos quedarnos de brazos cruzados. El agua hay que controlarla antes de que sea tarde nuevamente».

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